Capítulo 10. No importa el tamaño de la bestia.

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Suena un poco intimidante el título, pero ya saben que esta historia todo tiene su porqué, a las bestias se les tenía que manejar de cierta manera, así poco a poco se les podía domesticar con música o hablándoles bonito, que no es el caso, pero se le parece.

Habían pasado dos semanas, dos largas semanas, una sin que viéramos a la cabra psicótica; intercambiaron los papeles él y Esteban, por eso no he venido a mortificarlos con nuestras peleas, pero ya verán que no todo fue tan tranquilo a pesar de que no se encuentra, lo suyo, lo suyo es martirizarme, ya les había advertido, por X o por Y, siempre estoy en la ecuación.

Llegué puntual a mi trabajo, con la firme idea de ignorar a la cabra loca, pero este lunes me recibió con la gran noticia de que no se presentaría a trabajar, con sonrisa radiante escuche de boca de Frida la buena nueva.

¡Aleluya!

Estaba muy tranquila en mi lugar de trabajo, brincando en un solo pie, ¿Saben lo gratificante que es realizar tu trabajo sin que te estén muele y muele?, pero de lo que en realidad les quiero hablar es de el incansable tormento con Braulio, estando o no estando siempre es lo mismo. Apenas llevaba media hora de trabajo cuando empezó a sonar el teléfono, bueno es lo que me toca hacer, contestarlo.

¡Pero, oh sorpresa!

-Hotel Conde Resort, buen día.

-Pásame a Esteban.

Reconozco esa voz, ustedes también, la puedo reconocer a kilómetros, ¿Pero qué hace llamando a recepción?, no hemos tenido ningún problema últimamente con las líneas o no me he fijado bien, veo que es de un teléfono de casa.

-Sí, dígame ¿quién habla?

-No te hagas la graciosa, sabes bien quien soy.

-Si le estoy preguntando es porque no lo sé señor.

Ya saben que, si lo sé, solo que no me da la gana de hacer lo que él quiera y siendo tan patán, ni un saludo, ni un por favor. Una de sal por dos de azúcar, ¿Es lo que se suele decir no? O es ¿Una de cal por dos de arena? Como sea, en fin.

-Pásame a Esteban.

-¿A quién debo anunciar?

-A Braulio.

-Hola Braulio, buen día.

-No deseo hablar contigo.

-Solo soy amable.

-Ahórrate tu amabilidad.

-Ok, espera en la línea para ver si te puede atender.

-Ni se te ocurra dejarme en espera.

¡Demasiado tarde!

Da gracias que la canción de hoy es instrumental, nada más y nada menos que Las Cuatro Estaciones de Vivaldi, tal vez mañana te toque Bad Romance de Lady Gaga. Lo hago esperar dos minutos, no me quise ver tan mala, traslado la llamada y sigo ordenando los requerimientos de las habitaciones, estoy feliz, así es la única forma que puedo trabajar, me gustaría poder ver la cara que puso cuando le coloqué la canción, me la puedo imaginar.

Para estas alturas la cabra ya sabía que Alexa no era mi hija, Esteban le contó todo lo que le había dicho Frida, ya sabíamos que eso sucedería, pero como de todos modos me iba a seguir molestando, le valió, no es que le haya valido tan textual, es solo una forma de decir, por lo que iba a seguir en la semana.

La vida seguía plácidamente, ya estábamos a martes, nueve y media en punto, suena el teléfono y reconozco el número, el mismo de ayer. No puedo evitar dibujar una sonrisa en mis labios, comenzamos.

Enamórate y verásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora