Capítulo 8. Yo suponía que los niños eran intuitivos.

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Los niños no miden su nivel de maldad.

No es que piense que mi pequeña sea mala, solo que a veces no sabe lo que dice, o no sé si se le cayó a Estela de la cama, como le pasó a la cabra.

No mentira, olviden eso.

¡Bórrenlo!

Todo, todo en esta vida tiene una explicación, a veces dicen que los niños y los borrachos siempre dicen la verdad, estoy en desacuerdo, los niños y los borrachos no saben lo que dicen, es cierto que bajo el efecto de alcohol la persona se desinhibe y afloran sus sentimientos más escondidos, a algunos otros les entra el amor y se lo expresan a medio mundo, yo pienso que mi niña vio un espejismo, porque ella definitivamente no estaba borracha, vamos a culpar a su inocencia.

¡No puede haber otra explicación!

Era domingo, ese domingo tan esperado donde no iba a ver a la cabra, eran las ocho en punto de la mañana, acostada en la cama con Alexa a mi lado, con la tele prendida pero no estábamos viendo nada en particular, Alexa me tenía entre la espada y la pared, sus ojitos verdes me miraban con tanto amor, pero aparte me había pedido ir a ver a su tía Frida al hotel.

¿Acaso podía negarle cualquier cosa mientras me miraba de esa forma?

¡Adiós domingo de paz!

La cabra nunca descansaba, y claro era muy probable que nos lo encontráramos ese día en el hotel, aunque trabajara unas pocas horas de todas formas hay estaba, era adicto al trabajo, muchas veces llegaba y ya lo encontraba ahí, me iba y seguía, la verdad no me importaba a qué hora se fuera, la cuestión era que me lo iba a topar de todos modos.

¿Ya van captando?, quería que fuéramos al hotel del mal, no conforme con haberla visto el día anterior, quería ir a llevarle un dibujo donde estábamos las cuatro en la sala, que le había hecho y no se llevó. Que no se había llevado porque no se terminaba se secar. Le dijo que pasaría por el otro día, pero a mi niña se le ocurrió que podíamos darle una sorpresa llevándoselo hoy.

-Vamos a desayunar y luego vemos.

-Llévame mami, sí, mi tía extraña su dibujo.

-Ok.

-¡Te quiero mami!

Como negarme ante esas palabras, era tan dulce, por eso les digo que es tan inocente, me da un beso y sigue en su desayuno.

-Está bien, solo que esperemos a la hora de la comida, no podemos llegar e interrumpirla en su trabajo.

-¡Sííí yupiii!

Se baja de la silla, sale corriendo al cuarto por el dibujo de Frida sin haber terminado su cereal, regresa con otra hoja en blanco.

-¿Puedo hacer otro mami?

-Sí cielo, pero antes termina de desayunar por favor.

-Sí mamita.

Bueno y aprovechando que íbamos al hotel, le dije a mamá que nos acompañara, así de paso conocía a los gemelos, esperando que Braulio no se portara esta vez tan grosero conmigo, lo digo porque le quiero evitar el mar rato a mamá, yo ya le dije como era, bajo su propio riesgo, conste que yo le advertí, los pongo de testigos.

-Qué bueno hija, por fin voy a conocer a esos muchachos.

-No quiero que lo pases mal mamá.

-No te preocupes Sofi, Frida me dijo que es encantador.

¡Encantador!

Los ojos casi salen de mis cuencas, como en los dibujos animados, mamá va con esa expectativa, yo no le puedo asegurar que me voy a aguantar todo lo que me diga, porque ya saben cómo me las pinto.

Enamórate y verásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora