Capitulo 6. Ponte a dieta.

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El sábado es el día de la semana que más me gusta venir a trabajar, me encantan los sábados, solo trabajamos medio tiempo, puedes ir a tu casa o bien quedarte en el gimnasio, claro tienes que pagar una cuota como todos, además es el día en que hay menos gente, todos los aparatos están disponibles, el instructor te marca las sesiones que tienes que repetir y te deja para atender a clientes y a los pocos empleados que toman el servicio.

Entro al gimnasio y lo primero que veo es a los gemelos, se encontraban ya haciendo ejercicio, Braulio se encontraba en la banda para correr, ¿Qué cómo sé que es él?, Esteban, me acaba de saludar con su acostumbrada sonrisa y movimiento de mano, él estaba en el aparato para piernas, por lo consiguiente el demente estaba corriendo en la banda, no les voy a negar que los dos están para concurso, con músculos bien tonificados, Esteban traía un conjunto de ejercicio verde y Braulio uno azul obscuro. Tampoco les voy a negar que tienen un cuerpo bien trabajado, no muy marcado como esos fisicoculturistas, pero si bien tonificado.

Me lo quedé viendo como boba, no me lo comí con los ojos como él asegura que me quedo viendo a los hombres, pero poco me faltó, ¿Uno también puede apreciar las cosas buenas no?, ¿No les he descrito aun a este par de personajes verdad?, mejor dicho, a ninguno de los personajes, ya pronto lo haré. Se siente observado y me devuelve la mirada. Llevo un conjunto de licra morado con azul claro y me ve de arriba abajo, todo iba bien hasta que abrió su gran bocota y lo dañó todo, lo jodió.

-Me alegro que por fin le estás haciendo caso a tu cuerpo Amaya-su mirada siempre es la de recriminarme algo en cuanto me ve.

¿Está hablando otra vez mal de mi cuerpo? De verdad no sé qué trae en mi contra, he venido al gimnasio desde que entré a trabajar al hotel, puede que tenga mucha más cadera que las demás, por eso la talla de la dichosa falda del uniforme en conflicto es mediana y no chica, pero aun así yo siento que mi cuerpo está muy bien proporcionado, soy algo así como una especie de Kelly Brook, pero no tan fotogénica como me gustaría.

¡Yo echándome porras!

¿Si yo no me quiero, quien más lo va a hacer?

-¿Qué tiene de malo mi cuerpo?-nunca he tenido ningún problema hasta ahora.

-Desde hace mucho que deberías haberte puesto a dieta, pero veo que prefieres venir a según tú, a hacer ejercicio-fácilmente nos podemos dar cuenta que lo suyo, lo suyo, es molestarme, busca mis puntos débiles o eso es lo que piensa.

-Llevo haciendo ejercicio desde que entré al hotel, además no tengo porque darte explicaciones y en resumidas cuentas eso a ti que te importa, no sé cuál es tu problema.

-El problema lo tienes tú, porque no te está dando resultado.

-¿Qué insinúas?

-Que estás pasada de peso, ponte a dieta.

¿Qué me ponga dieta?

¡Lo ahorco!

¡Que alguien me agarre!

¡Deténganme por favor!

-¡Disculpa!

-¿Eres sorda?

-No y tampoco estoy pasada de peso, llevo bien mis rutinas de ejercicios y mi alimentación es muy buena.

-Mírate, el espejo no miente.

-¡Estas como cabra!-le solté, le doy un torzón de ojos y me aparto.

Ya veo que ni los sábados me voy a salvar de sus insultos, Esteban suelta una carcajada, tiene a su hermano catalogado como una persona sensata, cuerda y razonable, pero desde que me conoció ha notado que lo saco de sus casillas, que no entiende el porqué, pero le resulta gracioso el que estemos todo el día de las greñas.

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