Cuatro.

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Pasaban de las diez de la mañana cuando Derek salió de su habitación para dirigirse hacia la cocina

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Pasaban de las diez de la mañana cuando Derek salió de su habitación para dirigirse hacia la cocina.

Olivia, bastante enfadada, preparaba waffles para el desayuno, y gracias a eso, toda la casa olía a aceite quemado, algo bastante desagradable para sus estómagos que yacían en ayunas.

– Buenos días, Olivia – saludó el azabache, dejando un montón de papeles sobre el comedor y recibiendo una mirada de enojo por parte de la mujer –. Le prometo que limpiaré todo esto antes del desayuno.

– Siempre dices eso – se quejó ella –. Llevas doce días viviendo aquí, y no ha habido día en el que cumplas lo que prometes.

– Sí lo cumplo...– sonrió y luego añadió en un susurro –. Tarde, pero lo cumplo.

– Buenos días – interrumpió John, entrando en la cocina, y no pudiendo evitar robarle un par de waffles a Olivia –. Están crujientes, qué delicioso.

John miró a Derek, haciendo un gesto con su rostro para dar a entender que estaba mintiendo y que los waffles estaban asquerosos.

– ¿Qué tal durmieron? – preguntó Olivia, sirviendo los platos con sus quemados waffles.

– Yo no dormí muy bien, tenía que preparar la clase de hoy – respondió Derek mientras escribía quién sabe cuántas cosas en las hojas de papel.

– Pues yo dormí como ángel – dijo John, tomando una de las hojas para echarle un vistazo –. ¿Historia? Pobre de mi hijo, debe estar aburrido de esto.

– No, no lo está, Stiles adora la historia – juntó los papeles en una pequeña pila y los llevó a otro mueble, lejos de la mesa para así poder comer.

– Stiles...– susurró John, negando con la cabeza luego de derramar miel sobre los waffles que yacían en su plato –. Por Dios Olivia, ¿En dónde está mi vaso de leche?

– ¡Vaya! Olvidé decirle que la leche se terminó ayer en la cena – Olivia suspiró –. Parece que uno de nosotros decidió robar leche para alguien...– miró a Derek –. ¿Verdad?

– Lo admito, fui yo – alzó una mano –. Stiles me lo pidió, ¿Bien? Él también tiene derecho a cenar.

– Pero él es alérgico a la leche – dijo John con obviedad.

– ¿En serio? Carajo, yo no lo sabía – rápidamente Derek se levantó –. Iré a ver si se encuentra bien...– de pronto se quedó en silencio al mirar el umbral.

– No será necesario, estoy bien – dijo Stiles, entrando a la cocina y soportando toda la atención que le estaban brindando –. Buenos días.

El castaño permanecía con la mirada en sus propias manos, pues aunque intentara ser "normal", su enfermedad nunca le dejaría atrás el gran miedo que tenía por mirar los ojos de otra persona.
Sin más qué decir, Olivia sirvió otro plato con el desayuno y lo puso sobre la mesa para que Stiles se sentara junto a su padre.

¡Silencio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora