Quince.

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Cuando Derek despertó, un dolor de cabeza lo recibió, junto con una sensación de calidez

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Cuando Derek despertó, un dolor de cabeza lo recibió, junto con una sensación de calidez. El frío se había ido, al igual que la inmovilidad y la somnolencia; signo de que había logrado superar la hipotermia, ¿Cómo?, Derek ya tenía una idea de eso.

– Stiles – susurró el profesor, recibiendo una respuesta inmediata al ver a Stiles frente a él.

– No te esfuerces – pidió el menor, sentándose a la orilla de la cama, en la cual Derek yacía acostado.

– ¿Cómo supiste...–

– Vi cómo salías de la casa, y no quise decirte nada hasta saber qué harías realmente – contestó Stiles sin siquiera dejar que el mayor acabara de pronunciar su pregunta.

– Estaba asustado – se excusó Derek, haciendo un poco de esfuerzo para sentarse en la cama, y acercarse a Stiles –. Lo siento...

La habitación se quedó en silencio, con las palabras de Derek flotando por allí. Stiles se mantenía callado, mirando al profesor a la cara, teniendo preocupación y...culpa.

– ¿Fue nuestra charla...la causante de tanto temor? – indagó el castaño, sorprendiendo a Derek con la cuestión.

– No – negó él, suspirando –. Nunca me asustaría por algo como eso...

– ¿Entonces por qué fue? – con esa pregunta, Derek tuvo lo suficiente para comenzar a atormentar su mente con recuerdos.

La primera imagen que se le vino a la cabeza fue la de John, ensangrentado, loco, e inconsciente. Luego vinieron las imágenes vagas de aquel demonio, y la historia de Claudia.

La respiración de Derek volvió a acelerarse, las manos le volvieron a temblar, y sus ojos se cerraron abruptamente, con fuerza.

– ¿Derek? – murmuró Stiles, percatándose de que algo no iba bien con el profesor.

Fue por esa razón que Stiles decidió buscar las manos de Derek para sujetarlas en un intento por traerlo a la realidad.

Y lo logró.

– ¿En dónde está tu padre? ¿Y Olivia, qué pasó con ella? – preguntó Derek en cuanto abrió los ojos. Sin embargo, el miedo y la ansiedad no se iban del todo.

– Eso no importa ahora – ignoró Stiles, teniendo como único objetivo el ayudarle a Derek a calmarse.

El azabache alegaría, pues le gustaba conocer las razones de todo. Pero antes de que dijera algo, las cálidas manos de Stiles se posaron sobre sus mejillas, dándole una sensación de seguridad que Derek nunca antes había tenido. Su respiración se calmó poco a poco, así como las manos le dejaron de temblar.

– No has respondido mi pregunta – añadió Stiles en un tono bajo, casi inaudible porque no había razones para gritar, pues los hombres estaban sentados tan cerca el uno del otro, que hasta sus alientos se mezclaban entre sí –. ¿Estás enamorado de mí?

¡Silencio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora