Doce.

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El miedo, la impresión, y la ansiedad aún eran emociones que se mantenían pegadas a Derek, quien, hasta ese momento seguía sin saber qué hacer, a pesar de que John ya le había dado una orden, y que el mismo hombre ya había desaparecido por el pasi...

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El miedo, la impresión, y la ansiedad aún eran emociones que se mantenían pegadas a Derek, quien, hasta ese momento seguía sin saber qué hacer, a pesar de que John ya le había dado una orden, y que el mismo hombre ya había desaparecido por el pasillo llevándose el cuerpo inmóvil de Olivia con él. Derek seguía de pie junto al balcón de la escalera, con el cuerpo débil de Stiles sobre sus brazos, y la tenue luz de la Luna iluminando la oscura casa.

Stiles no estaba del todo inconsciente, sino que su cerebro estaba tratando de recuperar el oxígeno que le hacía falta, y era por eso que el adolescentes no podía moverse muy bien del todo, ni mucho menos hablar. Sus ojos estaban cerrados por culpa del cansancio y de lo ya mencionado. Sin embargo, el castaño podía escuchar lo que pasaba a su alrededor.

Stiles sabía que se hallaba sobre los brazos de su profesor, y también era por eso que decidió no decir nada al mismo tiempo en que no actuaba. Porque sabía que si decía algo, lo más probable era que Derek se preocupara por su estado y lo fuese a dejar sobre una cama, lejos de sus brazos para dejarlo respirar. Y Stiles no quería eso, ¿Por qué? Porque se sentía bastante protegido entre esos brazos y tenía miedo de ya no estarlo.

Pero era obvio que ese lapso de seguridad no dudaría para siempre.

Derek miró el rostro de Stiles, suspirando al notar que éste seguía con los ojos cerrados, a lo que el azabache no tuvo más remedio que obedecer la petición de John y bajar a su habitación con cuidado.

Tan pronto estuvo allí, Derek dejó a Stiles sobre su cama, cubriéndolo con la sábana pero no pudiendo ser capaz de cumplir la orden al cien por ciento, pues no ató al adolescentes tal y como se lo pidió John.

¿Por qué iba a atar a Stiles? Él ya había pasado por mucho, y atarlo sólo lo asustaría más, cosa que Derek creía innecesaria.

El adolescente aún se veía un tanto pálido, y en su cuello se notaban las marcas de los brazos de Olivia, algo que parecía imposible de aliviar porque las marcas llegaban a ser como tatuajes rojizos, e incluso moretones.

Derek suspiró desanimado, sintiéndose inútil por no haber ayudado al castaño cuando tuvo la oportunidad de hacerlo. Y la culpa tampoco tardó en hacerse presente cada vez que Derek veía el cuello de Stiles.

- Lo lamento...- susurró Derek, acariciando sutilmente el cuello herido del menor, no queriendo dañarlo más.

Tras sus palabras, los ojos del castaño se abrieron ligeramente, con esfuerzo, girando su atención hacia Derek, que ya estaba sentado en la orilla de la cama, dándole la espalda a Stiles, el cual seguía acostado en el centro del colchón, confundido por lo que veía. Su mente, debido a la falta de oxígeno, estaba distraída en tratar de ubicarse, reconociendo que la habitación en la que se hallaba no era la suya, pero sí le era familiar.

- ¿Derek? - logró hablar Stiles, sintiendo como si miles de clavos le rasparan la garganta al pronunciar ese nombre tan sencillo.

Rápidamente el nombrado se giró un poco hacia Stiles, reemplazando el gesto de angustia que alguna vez tuvo por una enorme sonrisa de gusto.

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