Epílogo.

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Roma, Italia
1945.

Un silencio profundo ocupó la conversación que llevaban a cabo el investigador y el hombre aún dentro del bar.

La historia había acabado, y el testigo ya no tenía el deber de hablar más. Sin embargo, el investigador, lleno de curiosidad, dudas y confusiones, se atrevió a opinar sobre lo escuchado.

– Entonces...usted – formuló el chico, mirando a su testigo con asombro –. Usted es Stiles Stilinski.

El castaño miró hacia el investigador con una sonrisa, mostrándole la enorme cicatriz que le atravesaba el lado derecho de su rostro.

– Así es; soy el mismo Stiles que abandonó su hogar...el que dejó todo atrás y se convirtió en un forajido – dijo Stiles, suspirando –. La policía sabe que yo asesiné a los de mi casa, y me han buscado por años.

– ¿Entonces por qué me dejaste interrogarte? – dudó el investigador, alzando una ceja.

– A veces es bueno desahogarse – le dio un trago a su bebida –. Me hacía falta hablar con alguien...y bueno, tú me diste la oportunidad.

El investigador, lleno de emociones, no acababa de digerir toda la historia que le pertenecía a la familia Stilinski, sobre la cual seguía desconcertado, con más dudas de las que tenía al principio.

– ¿En verdad llegaste a amar a Derek? – preguntó el investigador, dudando de si era bueno preguntar aquello.

– No tienes ni idea de eso – sus ojos reflejaron nostalgia –. Sigo amándolo, más que nunca...él era la persona más sincera, solidaria y...feliz que he conocido.

– Lamento...tu pérdida – susurró el otro, agachando la mirada –. No puedo saber cuál es tu dolor, pero...

– Ya te he contado la historia y las razones, muchacho – evadió el castaño, dándole otro trago al vaso de cristal en el que servían su whisky –. Aclaré todas tus dudas, te conté mis mayores secretos. Ahora vete y da tu testimonio, cumple con tu trabajo.

La charla había terminado.

El investigador logró sentir el rechazo y la indiferencia de Stiles, quien regresó su atención al frente, mirando a la nada.

– Tengo una última pregunta – mencionó el investigador luego de levantarse de su asiento y cargar su portafolio –. ¿Sabes a dónde fue el demonio que te poseyó?

Stiles esbozó una sonrisa al escuchar la pregunta. Y sin decir nada, miró al investigador por encima de su hombro sin dejar de sonreír. El otro hombre se quedó quieto, esperando por conocer la respuesta de su pregunta.

– Los demonios mienten – fue todo lo que dijo él, y en cuanto sus palabras se divulgaron, los ojos castaños de Stiles cambiaron a ser de un color negro muy profundo –. Ellos no se van a ningún lado.

Antes de que el investigador fuera capaz de reaccionar ante ese cambio, las luces del bar se apagaron repentinamente. Y junto con la oscuridad, una ola de gritos de horror inundaron el lugar.

Fin.

Agradecimientos:
Primero que nada, gracias a todos ustedes por leer esta historia. Gracias a los que me leyeron desde el primer día, a los que comentaron, votaron, y me hicieron saber que les gusta lo que escribo.
Gracias, chic@s ❤️❤️❤️
Y gracias a aquellos que me ayudaron a llegar hasta el final; dándome ideas o ánimos para seguir.
Se merecen el cielo ❤️❤️❤️
Espero que les haya gustado esta historia, y si tienen alguna duda no tarden en preguntarme, con gusto les explico lo que gusten ❤️❤️❤️
Y sin más qué decirles, me despido.
¡Hasta la próxima!

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