Nueve.

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Derek y Stiles abandonaron el hospital en cuanto Deaton les entregó sus papeles de alta; Stiles no parecía contento de salir, pues al estar bajo el Sol de la tarde, su rostro creó un gesto de enfado mientras que hacía todo lo posible por cubrirse de ese Sol, lográndolo por fin cuando Derek se puso del lado que le daba la luz, cubriéndolo entonces con su sombra. Una sonrisa se dibujó en los labios del castaño, sintiéndose cómodo gracias a su profesor, a lo que le miró para agradecerle, pero algo le hizo dudar de hacerlo; Derek parecía pensativo, su mirada yacía clavada en el suelo, y sus manos estaban metidas en sus bolsillos. Sus labios, formados en una línea recta, permanecían cerrados con fuerza, como si se obligara a sí mismo a ni siquiera respirar.

Stiles aprovechó de la cercanía de su profesor para tomarlo por la muñeca en un intento por ganar su atención. Y sí, lo logró. Los ojos del azabache se encontraron con los de Stiles, los cuales reflejaban curiosidad y preocupación.

- ¿Estás bien? - se atrevió a preguntar el menor.

Derek se planteó la pregunta, queriendo responder con rodeos para que Stiles lo dejara tranquilo, pero tener a ese par de ojos whisky mirándole en espera lo obligó a hablar con la verdad.

- Estoy bien, Stiles - respondió en un susurro -. Es sólo que...hay muchas cosas que necesito analizar.

- ¿Cosas como qué? - insistió el castaño.

El profesor se quedó en silencio, preguntándose lo mismo en su cabeza; ¿Qué tantas cosas necesitaba analizar? Sencillamente sólo una, la cual se basaba en una alma en pena. Era todo, no había más qué pensar. Pero es que él no podía creerlo, y le daba tantas vueltas a todo lo que Deaton le había dicho que por un instante llegó a creer que estaba soñando, y que al despertar estaría de vuelta en su casa.

- ¿Tienes hambre? - Derek cambió la conversación para dejar atrás sus pesares.

- Sí...- dijo Stiles, ladeando ligeramente su cabeza -. Pero...¿En dónde estamos?

Ambos miraron a su alrededor, contemplando a todas las personas que caminaban por las calles. Frente a ellos, varias casas de estilo rústico se elevaban por las banquetas, haciéndolos sentir como un par de turistas perdidos. A lo lejos se podían escuchar las acampanadas de la Catedral de Santa Marinella, junto con los sonidos creados por los escapes de los autos que andaban por las calles.

- Estamos en el centro de Allumiere - adivinó Derek, y enseguida se detuvo en la esquina de la calle, esperando a que varios automóviles pasaran.

Stiles observó con curiosidad a los autos que pasaban frente a ellos, demostrándose algo emocionado por lo que veía.

- Esos autos son más lindos que el de papá - enunció el castaño, soltando un jadeo de sorpresa cuando Derek lo tomaba de la mano antes de comenzar a cruzar la calle -. Hey...no soy un niño para que me lleves así - susurró él con las mejillas rojas de vergüenza.

- Mi deber es cuidarte, ¿Lo recuerdas? - bramó Derek, riéndose al sentir que la mano de Stiles se aferraba a la suya -. Además, no parece que esto te moleste - levantó un poco sus manos unidas, notando lo bien que ambas encajaban juntas.

- No...no me molesta - murmuró Stiles, sintiendo una extraña sensación en el vientre, lo cual lo asustó un poco, pues nunca había sentido un 'dolor' (que las demás personas conocían como: mariposas en el estómago) como ese -. Creo que debemos regresar al hospital - demandó, poniéndose su otra mano sobre el vientre.

- Mejor te llevo a un baño - opinó Derek al ver la mano del castaño.

- No...no - suspiró derrotado -. No quiero ir al baño. Creo que sólo quiero comer - se justificó.

¡Silencio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora