Diecinueve.

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Stiles no dejó que Derek hiciera o dijera algo en su contra

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Stiles no dejó que Derek hiciera o dijera algo en su contra. Por lo que, rápidamente, el castaño hizo uso de su magia oscura para hacer que el estanque volviera a sacudirse de una manera tan violenta, que las olas golpearon duramente hasta la arena en la que ambos se hallaban de pie.

Por ende, los dos hombres quedaron con los cuerpos empapados, pero fue Derek el que más se vio afectado, pues una ola lo golpeó tan fuerte, que lo hizo caer al suelo. Mientras, Stiles aprovechaba su distracción para alejarse del lugar, ganando una gran ventaja contra Derek, quien apenas trataba de levantarse.

– ¡No puedes regresar! ¡No puedes! ¡No ahora! – gritó el castaño, y cada vez que alzaba la voz, el suelo temblaba –. ¡Te mataré!

– ¡Inténtalo! – respondió Derek, logrando ponerse de pie por fin; hecho que alteró a Stiles.

¿De dónde había logrado tener tanta valentía? Se preguntó Derek al mirarse las manos. ¿Por qué se sentía tan fuerte?

Stiles siguió rabioso, tanto, que hasta la nieve que caía del cielo se convirtió en relámpagos y tormenta.

Derek cayó, otra vez, y aunque tuviera las ganas para enfrentar a Stiles, no conocía la forma de hacerlo. El castaño podía controlar a la madre naturaleza con su coraje, y Derek no tenía ni siquiera un arma con la cual defenderse. Así que sólo tuvo la opción de huir de allí, y de tratar de regresar a la mansión Stilinski.

La lluvia fría le causó escalofríos, y los relámpagos caían con tanta insistencia, que unos cuántos árboles del bosque ya se encontraban envueltos en llamas.

– ¡Muérete de una vez! – gritó Stiles, y su voz vino de todos, y de ningún lado a la misma vez.

Derek buscó al adolescente entre los árboles y la lluvia, pero todo era tan gris, que la dificultad para hallarlo era demasiada.

– ¡Muérete! – volvió a gritar, y de pronto, un rayo golpeó la tierra, a unos cuántos metros de donde Derek se hallaba.

– ¡No puedes esconderte por mucho tiempo! – exclamó Derek, mirando a su alrededor para tratar de ubicar el camino de vuelta a la mansión –. ¡Te comportas como un niño! – añadió mientras caminaba dando vueltas por si acaso Stiles le saltaba encima –. ¡Abandona el cuerpo de mi alumno, y enfrenta tus problemas tal y como eres, maldito demonio! – gritó Derek, comenzando a acelerar sus pasos una vez que reconoció el camino.

Otro relámpago impactó en la tierra, pero Derek logró esquivarlo justo cuando se echaba a correr en dirección a la mansión. Y los relámpagos siguieron, uno tras otro, parecía que seguían los pasos de Derek con toda la intensión de matarlo; sin embargo, no lo lograban.

Derek aumentó la velocidad de su carrera, y cuando estuvo seguro de hallarse a medio camino, el azabache se detuvo en seco. Y no porque quisiera hacerlo, sino porque un enorme árbol cayó al suelo, obstaculizando el paso.

¡Silencio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora