Cinco.

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La luz seguía observándose ante los ojos de Derek, quien no paraba de caminar detrás de ella en un intento por atraparla

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La luz seguía observándose ante los ojos de Derek, quien no paraba de caminar detrás de ella en un intento por atraparla. Cada vez que él estaba cerca de la luz, ésta desaparecía entre las paredes, y volvía a aparecer por otro pasillo, haciendo que Derek diera vueltas por la casa hasta que la luz lo guió al exterior.

Salió por el patio trasero de la casa, teniendo como único objetivo seguir a la luz, y eso no implicaba hacia dónde lo llevaría.

La luz pasó entre los árboles del bosque con habilidad, iluminando el camino de la noche y la oscuridad.
La mente de Derek estaba sumergida en una especie de trance, por lo tanto, en lo único que podía pensar era en seguir esa maldita luz.

– Debes irte – volvió a escuchar esas palabras, sólo que esta vez, aquella voz parecía provenir de todos lados, como si el bosque hablara –. Termina con esto antes de que sea tarde – entonces Derek pudo percibir que esa voz, era una voz femenina.

Tras oír esas palabras, la mente de Derek dio un giro total, como si esa frase lo hubiera golpeado para hacerlo reaccionar, dándose cuenta entonces de que se encontraba de pie frente a la ventana de la torre abandonada.

– ¿Qué...? – no pudo terminar de hablar.

Flotando al exterior de la ventana, aquella luz comenzó a tomar forma humana, y con sus brazos hacía una extraña señal.

Quería que Derek se acercara a ella.

El azabache subió ambos pies al borde de la ventana, estirando su brazo derecho en un intento por agarrar la mano de aquel espíritu blanco; olvidando que se encontraba a varios metros de altura, y que si caía, moriría instantáneamente.

– Debes ir conmigo – susurró la luz, alejándose un poco de Derek –. Salta, te juro que estarás bien, sólo salta.

Y Derek estuvo a punto de saltar.

– ¡Derek! – un par de brazos sostuvieron la cintura del mayor para evitar que cayera.

En cuanto el mayor tuvo la sensación cálida de aquellos brazos abrazándole, la luz desapareció en el viento, haciendo que Derek saliera del trance mientras que alguien lo jalaba hacia el interior de la torre, poniéndolo a salvo de caer.

– ¿Qué sucedió? – balbuceó Derek, parpadeando un par de veces. Miró a sus espaldas, quedándose atónito al descubrir quién le había salvado el trasero en el momento exacto –. Stiles.

– Ibas a lanzarte...– dijo el castaño, sus labios temblaban de miedo –. Tú ibas a...ibas a...matarte.

– ¿Qué? – se puso de pie –. No...yo no haría eso.

– Estabas a punto de hacerlo – Stiles se abrazó a sí mismo, sintiéndose intranquilo –. Viste la luz, ella te hablaba, pude oírla también.

– ¿La luz?

De pronto, Derek abrió los ojos.

Un rayo de sol se colaba por las persianas, y los cantos de los pajarillos ambientaban la habitación. Derek se encontraba acostado en su cama, con la cobija tapando sus piernas y un libro abierto sobre su pecho. Poco a poco se incorporó en la cama, sobando su cabeza mientras bostezaba.

¡Silencio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora