Trece.

766 114 18
                                    

– ¿Un demonio, dice? – susurró Derek, sintiendo que la sangre se le bajaba hasta los talones, haciéndolo entrar en un frío que le erizó la piel

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

– ¿Un demonio, dice? – susurró Derek, sintiendo que la sangre se le bajaba hasta los talones, haciéndolo entrar en un frío que le erizó la piel.

Para el Derek de hacía ocho meses, esa posibilidad de que los demonios y las criaturas paranormales existieran lo hacían reírse. Pero al Derek de la actualidad le dio miedo, y hasta quiso correr lejos porque sabía que John no le estaba mintiendo.

– No te culpo si no me crees – dijo el mayor, encogiéndose de hombros –. Pero de todas formas haré que me creas, sí o sí.

Derek se quedó en silencio, viendo al hombre que se echaba a caminar por el sótano, como si estuviera analizando muy bien sus próximas palabras.

– Conocí a Claudia en mi trabajo...nos enamoramos sin más – comenzó a decir John, no queriendo pasarse ningún momento de su vida –. Ella tenía ideas diferentes a las mías; dijo que quería casarse y quería vivir en una mansión a mitad del bosque – miró a su alrededor, a lo que Derek también lo hizo antes de oír hablar a John de vuelta –. Y yo se lo cumplí.

– Me parece que usted la amaba demasiado – opinó Derek, y John sonrió algo nostálgico, asintiendo con la cabeza.

– No tienes idea de cuánto – afirmó él, suspirando y enseguida caminó hacia uno de los muebles viejos que había por allí –. La amaba tanto, que le perdoné sus orígenes y sus creencias...

Derek alzó una ceja, no pudiendo ser capaz de comprender a lo que se refería el mayor con eso. John sabía que tenía que explicar, pero quiso esperar unos cuántos minutos para volver a hablar.

– Ella era una bruja blanca – dijo entonces, viendo a Derek tranquilamente, tratando de demostrarle que no había de qué temer –. Claudia tenía la habilidad de una diosa; podía curar enfermos, guiar almas al purgatorio, hablar con los espíritus...pero, por más buena que haya sido, sus habilidades fueron su perdición.

Derek miró hacia el extraño dibujo que seguía a la vista en el suelo, sintiendo que la nuca se le erizaba de miedo con tan sólo escuchar lo dicho por John. El profesor se daba la ligera idea de que algo malo había sucedido por culpa de los poderes blancos Claudia, seguramente algo que se le había salido de control a ella y gracias a eso fue que todo terminó en desgracia.

Pero sólo era una idea, pues John aún no decía nada más en cuanto a la verdad.

A John le dolía recordar su vida, traer a su mente esos días en los que vivía plenamente le hacía sentir triste, nostálgico. Extrañaba a su esposa, extrañaba su amabilidad, su sonrisa, su carácter solidario. Anhelaba por volver a tenerla y por escucharla.

John sólo quería a su esposa de vuelta, y el recordar que ella ya no estaba le abría al hombre una gran herida en el pecho.

La conversación se alargó, pero no con palabras, sino con silencio.

¡Silencio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora