Mieczyslaw Stilinski, es un chico de 16 años que sufre de autismo, quien se ve mucho más afectado por su enfermedad tras un trágico incidente. John, su padre, llama a un educador particular para que éste ayude a su hijo con aquella enfermedad, ya qu...
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2 meses después.
Una fuerte tormenta golpeaba el suelo con violencia, moviendo los árboles de un lado a otro por culpa de su intenso viento, el cual rugía como si fuera un lobo hambriento. Parecía que Dios estaba enfurecido, y que derramaba lágrimas de rabia sobre su humanidad, tratando de avisarles que algo estaban haciendo mal, y que debían de remediarlo si querían ver un arcoíris.
Pero los humanos nunca logran entender cuándo es que la naturaleza quiere explicarles algo; sea atroz o alegre, ellos nunca entendían. Y los demonios tampoco lo hacían, ellos eran sordos a las palabras de Dios, parlantes ante el infierno, y horrendos para los humanos. Tan horrendos que podían causar miles de noches de pesadillas con tan sólo mostrarse una mínima vez ante los ojos de los mortales temerosos.
Olivia yacía sobre la cama del hospital, con los ojos fuertemente cerrados y los labios sellados. Retorciéndose de miedo, gritando en su pecho, arañando las sábanas y pidiéndole a Dios que la ayudara a pelear contra el demonio que tenía aferrado en su alma. Quizá ya habían pasado 8 semanas desde que Derek y Stiles habían caído en ese hospital tras el incidente en el estanque; y Olivia estaba consciente de ello, más no de cómo cayó internada en ese lugar. No recordaba absolutamente nada después de aquel apagón que cubrió el hospital, no recordaba cómo se había convulsionado en el suelo, o cómo sus venas se pintaban de negro con cada alarido que dió.
No recordaba absolutamente nada de eso.
Sólo sabía que, al abrir sus ojos, ya estaba atada a esa cama de hospital, sintiendo que una fuerza mayor la obligaba a gritar en silencio y a sentir miedo por cada poro de su cuerpo. También sabía que cada cierto tiempo, un doctor de tez morena entraba a su habitación y le rezaba tres rosarios enteros mientras le echaba agua bendita en el regazo, haciendo que Olivia gruñera de rabia e hiciera miles de intentos por romper las enormes cuerdas de cuero que la mantenían al borde de su locura. Locura que era creada por aquel demonio que estaba poseyendo a la mujer; el mismo demonio que atormentaba a la familia Stilinski.
– ¿Sabe algo acerca de la señora Olivia? – preguntó Derek, mirando a John, quien disfrutaba de un waffle cómodamente.
Daban aproximadamente las 10 de la noche, por lo que los tres hombres de la casa estaban cenando en el comedor; sí, exacto, Stiles también estaba presente en la cena.
Ante la pregunta, John negó con la cabeza y Stiles simplemente siguió comiendo en total silencio.
– ¿Creen que la den de alta pronto? – insistió el profesor, bastante preocupado por la mujer, o mejor dicho, preocupado por aquello que sus ojos captaron en ella la última vez que la vio.
– Lleva dos meses allí, así que...– John se encogió de hombros –. ¿Te hace falta una ayuda, Derek? ¿O sólo estás preocupado por ella?
– Ambas cosas – bramó él, llevando un trozo de waffle a su boca.
– Mentiroso – dijo Stiles, viendo a Derek y luego dándole un sorbo a su vaso de leche caliente –. Yo te ayudo con la mitad de los quehaceres, así que no tienes de qué quejarte.