Capítulo 9

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— ¿¡Estás demente, Lilian Spencer!? —gritó Olivia agitando sus brazos y con una expresión de incredulidad.

Olivia se había quedado a dormir en mi casa todo el fin de semana y ahora estábamos casi llegando a la escuela. Yo estaba hastiada de recibir regaños de parte de Olivia por no denunciar a Jake.

—No quiero meterme en problemas, más que eso, no quiero preocupar a mamá. Si se entera de lo que pasó me encerrará en el sótano y no me dejará salir hasta el próximo eclipse de sol —contesté intentando sonar relajada—Además tu sabes que no serviría de nada. Jake tiene dinero ¿Sabes lo que se puede hacer con dinero, Olivia? Comprar a la justicia.

— ¡Pero no se puede quedar así! Intentó hacerte daño.

No dije nada por algunos minutos. Es cierto, intentó hacerme daño. Pero prefiero mantenerme al margen. Si hay algo de lo que estoy realmente segura es que en esta vida recibes lo que das, y en el momento que menos pienses las malas acciones tienen su castigo. La ley de causa y efecto.

—La vida es como un boomerang, lo que hagas, bueno o malo, siempre regresa a ti.

—En parte tienes razón. Pero esto no es una simpleza Lily, es algo grave.

—Guarda silencio, no quiero que nadie se entere —susurré cuando caminábamos por los pasillos de la escuela.

Olivia bajó la voz pero siguió discutiendo. Yo cubrí mis oídos con mis manos y empecé a cantar la canción de intro de Bob Esponja.

— ¡Lily! Presta atención a lo que te digo —dijo con frustración e intentando apartar mis manos de mis oídos.

— ¿Están listos chicos? ¡Sí capitán estamos listos! No los escuuuucho ¡Sí capitán estamos listos!

—Lilian esto es bastante inmaduro de tu parte te juro que si no me prest...

—Vive en una piña debajo del mar ¡Bob Esponja! Su cuerpo absorbe y sin estallar ¡Bob esponja!

—El mejor amigo que podrías desear— tarareó una voz a mis espaldas.

Giré y me encontré con Evan que guardaba sus libros en su casillero, y alzó su vista para mirarme fijamente. Las comisuras de sus labios se elevaron formando una sonrisa. Yo también sonreí tímidamente y lo observé unos instantes. De pronto el sonido del timbre me hizo sobresaltar. Evan se acercó lentamente a mí y dudando un poco depositó un rápido beso en la coronilla de mi cabeza, saludó a Olivia y se alejó hacia el salón de clases.

Una extraña sensación se apoderó de mí en ese instante, sentía como si estuviera flotando en el aire. Y aún tenía una sonrisa dibujada en mi rostro.

— ¿Qué fue eso? —preguntó Olivia sonriente, arrastrándome hacia el salón de clases—Vaya, parece que después del incidente ya no se odian a muerte.

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