Capítulo 20

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Narrado por Evan:

¿Alguna vez han tenido la sensación de que en un momento de sus vidas todo ocurre en cámara lenta? Especialmente cuando algo malo está sucediendo.

Así es exactamente como me siento ahora.

Hace poco llegué a casa y todo era un caos y aún lo es. Papá y mamá estaban discutiendo, de nuevo, pero esta vez la discusión parecía ser mucho más grave. Ni siquiera les importó que Hannah estuviera hecha un mar de lágrimas, cuando la vi ni siquiera podía moverse, estaba muy asustada y yo hice que caminara hacia la cocina para darle un poco de agua. Mi madre le estaba gritando a mi padre hasta que se desplomó en el sofá y comenzó a llorar cubriendo su rostro con las manos.

No entendí que pasaba y no quería meterme en aquella discusión, pero esto estaba yendo de mal en peor. No era justo para Hannah, no era justo para mí, no era justo para nadie. Me senté en el sofá junto a mamá y ella recostó su mejilla sobre mi hombro. Yo la abracé. Papá solo permaneció observando hacia un punto lejano y tomando de vez en vez su vaso con Whisky.

— ¿Puedo por lo menos saber qué pasó esta vez? —pregunto a los dos.

—Tu madre se mete sus narices en lo que no le incumbe.

—Una llamada, una llamada Marco, contesté una miserable llamada y resultó ser de tu amante. ¡Eres un cínico!

—Ay por favor Sarah, no seas exagerada, sólo es... mi asistente.

— ¡Deja de mentir! Ya estoy harta ¿Entiendes? Los niños no merecen esto, yo no merezco esto.

—Pues sí, Rose es mi amante ¿Quieres saber por qué? Porque yo también estoy cansado, esto debió terminar hace mucho Sarah.

—De acuerdo, esto se terminó, me largo de aquí, no soporto estar un segundo más al lado de alguien como tú —Mamá se quitó el anillo de su dedo anular y lo colocó sobre la mesa, luego dirigió su mirada hacia mí—Evan, lo siento mi amor. Lo intenté, tu sabes que lo intenté por ustedes, pero ya no soporto estar aquí, no puedo más —dijo ella poniendo su mano en mi rostro.

—Hay que decirle a Hannah... —Fue lo único que pude decir.

—Vendrán conmigo solo suban...

—No, ni se te ocurra Sarah. Ellos se quedarán conmigo, solo te los llevarás en términos legales, si te atreves a llevártelos llamaré a la policía de una vez —expresó papá en tono neutro.

—Pero yo no quiero quedarme contigo Marco y estoy seguro de que Hannah tampoco.

—Eso díselo a un Juez cuándo vayamos a los tribunales por la custodia de ustedes.

—Pronto iré a la universidad, y no quiero quedarme el resto de mi último año contigo.

—No interesa, ustedes se quedan. Sarah, pronto te enviaré con mi abogado los papeles del divorcio.

—Tranquilo Evan, yo pelearé por ustedes, no dejaré que se queden aquí. Ahora iré a empacar mis cosas y cuándo baje necesitaré hablar con Hannah.

Asentí y vi como mi madre subía los escalones despacio, taciturna, con los ojos hinchados de llorar y me sentí impotente por no poder cuidar de ella. Tenía razón, ella había intentado que las cosas funcionen y aun cuando no funcionaron se quedó por nosotros, pero ahora esto iba más allá porque no solo se lastimaba ella, esto estaba afectando a Hannah demasiado y debo admitir que también a mí.

Mamá bajó cargando dos maletas y yo me apresuré a ayudarla. Hace un rato hice que Hannah venga a la sala y ella se encontraba con los brazos en su regazo y mirando hacia el suelo, aún con los ojos llorosos. Mamá se sentó a su lado y empezó a abrazarla.

La promesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora