CAPITULO VI : ¡HORA DE CONOCERSE!

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Después de que la joven y su padre abandonaron sus tierras Thillbert se dispuso a organizar todos los detalles del cultivo, contrató muchos trabajadores e hizo un viaje exprés a Inglaterra para hablar con el mercader que le suministraría las semillas. Al volver a Leipzig el trabajo iniciaría oficialmente: el arado del terreno, la siembra y demás; con el paso del tiempo el recuerdo de aquel desagradable incidente con la muchacha se hacía más y más lejano, si bien era cierto que de vez en cuando se sentía mal por haberlos corrido, ya su conciencia no lo atosigaba como al principio. Durante las inspecciones al terreno se enteró que la humilde familia vivía ahora con el hombre que siempre la cuidaba, incluso llegó a pensar que con el tiempo la joven terminaría por desposarse con él, cosa que le incomodaba aunque no sabía muy bien por qué.

Pero esa no era la única nueva que circulaba por la villa, también supo que un joven archiduque había llegado para reemplazar a su padre en el cargo y estaba viviendo en el castillo que se ubicaba en los límites de su propiedad; pensó que debía presentarse ante él y ofrecerle sus respetos, y aunque nunca le había agradado la idea de inclinarse ante otro hombre, era consciente que el título que este ostentaba era superior, por lo tanto era su deber hacerlo. Apenas sus obligaciones en la plantación le dieran tregua iría al castillo a charlar con él, pensó. La fase de arado había concluido y ahora los trabajadores empezarían a plantar las semillas, entre aquellos hombres se encontraba Otto, quien muy en contra de su voluntad tuvo que pedir trabajo allí ya que en esta temporada el dueño de la parcela donde trabajaba decidió no cultivar.

- "¿Quién como ellos que se pueden dar el lujo de no trabajar si no les viene en gana?"- pensó Otto con amargura.

El férreo jornalero veía todos los días al odioso hombre que había destruido la vida de sus mejores amigos y hacía esfuerzos sobre humanos para no caerle a golpes. No era tonto, sabía que necesitaba trabajar para comer y así no le gustara, debía ser sumiso y obediente ante él. Pero confiaba en que la vida y el destino le cobrarían la injusticia tan grande que cometió. Thillbert sabía que entre sus muchos empleados estaba el amigo de Aleksa, más de una vez se sintió tentado a preguntarle por ella y su padre, pero temió que sus intenciones pudieran ser malinterpretadas y optó por no decir nada; cada vez que veía a Otto desviaba la mirada o fingía estar ocupado en otra cosa.

Una soleada mañana decidió que era tiempo de visitar al archiduque, así que montó su caballo y galopó hacia el castillo que los habitantes de la villa conocían como "Dunkelschloss" (Castillo Oscuro) debido a la piedra negra con la que estaban construidas sus altas paredes. Al llegar a la entrada recientemente reparada, un hombre mayor lo recibió y le preguntó el motivo de su visita, al oír de quien se trataba le pidió que lo siguiera al interior del lugar. Una vez dentro, Thillbert observó la fina decoración y las hermosas pinturas que intuyó debían valer su peso en oro; unos minutos después vio a un hombre joven y muy bien vestido acercarse, cuando iba a hacer la correspondiente venia, éste le dijo sonriendo:

- No es necesaria tanta ceremonia, hombre, no hay nadie aquí a quien impresionar. Me llamo Riven van der Grimm, y ¿vuestra merced es...?

Lo miró algo sorprendido y cortésmente contestó:

- Thillbert von Steinmeier, y he venido a presentaros mis respetos mi señor.

Después de presentarse el archiduque lo invitó a la gran sala de estar y pidió a su mayordomo traer té para él y su visitante. Thillbert lo miraba con atención, a leguas se notaba que ese joven prestaba mucha atención a su presentación ya que no había ni una arruga en su ropa y su cabello estaba perfectamente peinado; por su parte a Riven le divertía ser el blanco de la curiosidad de aquel hombre que lo miraba como si él fuera un ser venido de otro mundo, acto seguido, empezaron a hablar sobre los temas que dos personas de su abolengo y educación normalmente trataban: política, filosofía y algo de religión. De repente el joven le lanzó una pregunta que no esperaba:

LIRIO SALVAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora