CAPITULO XXIII : QUÉ DIFÍCIL ES DECIDIR...

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Se encerró en su cuarto con llave para que nadie pudiera interrumpirla, con manos temblorosas abrió la carta y unos segundos después los ojos se le abrieron como platos al leer lo que Thillbert le escribió:

"Niña amada mía:

Cuando te conocí, salvaje, libre e inocente, jamás podría haber imaginado que llegaría a amarte de esta manera, y menos que tú estarías dispuesta a hacer tanto por mí y mi bienestar...del mismo modo, nunca pensé que la vida nos trataría de la forma en que lo hizo y que nuestro amor tropezaría con tantos escollos e intrigas. Hace poco supe toda la verdad, y el peso de la culpa y la vergüenza por poco me matan, no hay palabras que puedan decirte cuanto lamento no haber confiado en ti, ni pedirte el perdón que anhelo de tu parte... Quisiera amor mío, si no es demasiado atrevimiento, que volvamos a vernos en la próxima luna llena a medianoche en el mismo lugar donde te vi por primera vez, en el arroyo que fue testigo del inicio de nuestra historia.

Si no llegas comprenderé que has decidido seguir tu camino sin mí, y aunque eso signifique mi fin, lo respetaré; pero recuerda siempre: lo nuestro no es fruto de la coincidencia o el azar, nuestros destinos son uno y aunque pasen todas las eras de este mundo, siempre flotará en el aire el eco de nuestro amor.

Tuyo por siempre y para siempre, Thillbert"

Sintió como si la hubiera impactado un rayo, el temblor de sus manos se desplazó rápidamente al resto de su cuerpo al comprender la magnitud de lo que ahora estaba ocurriendo: ambos hombres la citaban para la misma fecha y hora, buscando así tener una respuesta definitiva a sus sentimientos y terminar con el dilema que los estaba enloqueciendo. Aleksa se llevó las manos a la cabeza, confundida, por un lado Riven ya sabía toda la verdad pero aun así le decía que la amaba y deseaba que le diera una oportunidad; por el otro, Thillbert le pedía perdón por sus dudas y le recalcaba que la adoraba, que ahora sí tendrían la posibilidad de ser felices. Bajo otras circunstancias, no habría dudado en correr como loca hasta su hacienda y gritarle a todo pulmón lo mucho que lo amaba, pero también pensaba en Riven... él que había sido su sol en medio de la oscuridad que había empezado a invadir su vida, que siempre la contemplaba con los ojos iluminados de amor, que era por mucho su salvador...no, no había forma de responder sin lastimar a alguien y no quería cargar con ese peso en la conciencia.

Faltaban dos días para la luna llena, dos días para decidir lo que sería el resto de su vida, el peso de tamaña responsabilidad pesaba sobre sus hombros como una enorme cruz, durante todo ese tiempo se la pasó encerrada en su cuarto como una prisionera voluntaria y solo salía a comer lo poco que su cuerpo le aceptaba. Pensaba y recordaba cada uno de los momentos vividos con ambos hombres: era increíble, pero a pesar de las grandes diferencias que habían en sus formas de ser, se dio cuenta que eran igual de nobles, generosos, emocionales y tercos... más de una vez deseó estar del otro lado del mundo para no tener que enfrentar una situación tan dura, huir lejos y empezar de cero su vida en otra parte, pero sabía que esa ya no era una opción porque a donde quiera que fuera la perseguiría el recuerdo de dos amores que ella no se atrevió a corresponder.

En su hacienda Thillbert miraba directamente el fuego de la chimenea, por un momento recordó la fascinación y curiosidad que sentía por él, por su fuerza y por esa capacidad de dar calor y confortar... o de quemar y destruir todo a su paso. Sabía en el fondo que esos pensamientos no eran más que maniobras de evasión, trataba de distraer su mente de lo que verdaderamente le inquietaba: la respuesta de Aleksa. Aunque una parte de sí estaba totalmente segura de que ella se decidiría por él, no podía evitar sentirse inquieto y hasta temeroso, porque había la posibilidad que ella siendo tan noble y leal, decidiera cumplir con la palabra empeñada; de solo imaginarlo sentía que el corazón se le hacía añicos, si Aleksa se iba con el archiduque ese sería su fin, porque ¿Cómo podría vivir sin ella, sin su sonrisa, sin sus dulces besos y sin su amor?

LIRIO SALVAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora