CAPITULO XXV : VERDADES Y PROPUESTAS

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Aleksa estaba recostada en su cama leyendo el libro de poemas de Thillbert, desde que Otto se lo entregó aquel día no se despegaba de él ni a sol ni sombra pues era lo más cerca que podía estar del padre de su hijo; le encantaba leer los dulces versos que había escrito en el pináculo de su felicidad, cuando su amor recién florecía y el mundo parecía ser un campo infinito de rosas sin espinas. Acababa de leer uno de los poemas cuando Otto entró a la habitación con cara de sorpresa, Aleksa lo miró preocupada y le preguntó:

- ¿Qué sucede papá Otto? ¿Pasa algo malo?

El altísimo hombre negó con la cabeza, y lo que le dijo por poco la deja sin aliento:

- El archiduque van der Grimm está aquí y quiere hablar contigo. ¿Qué dices? ¿Lo dejo pasar?

- Por supuesto que sí, había rogado tanto al cielo por una oportunidad para hablar con él y aclarar las cosas y ahora Dios me ha concedido este milagro.- respondió ella claramente emocionada

Minutos después Riven entró al cuarto y la vio apoyada contra los almohadones y con una cobija cubriéndole el cuerpo de la cintura para abajo, los raspones de su cara y brazos ya habían sanado y afortunadamente no dejaron cicatriz; se veía tan hermosa como siempre y aunque aún no se notaba su estado, algo en su expresión había cambiado: se veía más segura de sí misma, más fuerte. Se sentó guardando una diplomática distancia mientras la joven respiraba hondo y le decía:

- Perdóname Riven, jamás fue mi intención lastimarte, yo pens...

- ¿Por qué Aleksa? ¿Por qué no fuiste sincera conmigo desde el principio?- interrumpió él- Sabías lo que sentía por ti y aun así callaste, siempre creí que podría lograr que me amaras, me dejaste hacerme ilusiones contigo, y después me encuentro que estabas enamorada de otro hombre y esperando un hijo suyo...

- ¡Te oí Riven! Oí lo que le dijiste a Paulus ese día en la biblioteca, acerca de que matarías a quien osara acercárseme, me aterroricé, ¿Qué más querías que hiciera? Y si a eso le sumas el chantaje de Sonia Thurn, pues podría decirse que no tenía más opción, yo no podía cargar en la conciencia el peso de arruinar las vidas de todos ¡no podía! - le respondió la chica sollozando.

Riven se quedó pasmado mirando al vacío, todo parecía encajar ahora, era tan sencillo pero a la vez tan complejo, especialmente porque aunque sentía que era quien más perdía, también tenía la obscura certeza que en parte era por su propia responsabilidad. Sin mirar a Aleksa directamente a la cara, como si temiera la respuesta que ella le daría le dijo:

- Entonces pensándolo bien, yo pasé a convertirme en un estorbo, un obstáculo muy grande en tu relación con Steinmeier, ¿no?

La joven lo miró con ojos empañados, le dolía escucharlo decir esas palabras, que aunque de cierto modo eran ciertas, no dejaban de ser tristes. Riven la miraba expectante, pero al notar la congoja en sus grandes ojos, se sintió desarmado. En voz baja le preguntó:

- ¿Qué es lo que en realidad sientes por mí Aleksa?

- Cuando te conocí sentí muchas cosas especiales por ti- le confesó ella- eras tan amable y generoso, ni siquiera sabías quien era yo y me brindaste tu amistad sincera, luego falleció mi padre y me hiciste tu protegida. Todas esas cosas me hicieron admirarte y sentir un profundo agradecimiento por ti...

- Pero no amor- dijo Riven dolido- no el amor que siempre quise de ti.

Se miraron a los ojos, ambos lloraban copiosamente, de repente Aleksa le dijo:

LIRIO SALVAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora