CAPITULO XIII: A ESCONDIDAS

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Dos días después en el pueblo no había otro tema de conversación que no fuera el gran baile ofrecido por el archiduque van der Grimm, todos sin excepción comentaban acerca de la joven a quien presentó en sociedad y aseguraban que lo más probable es que terminara por convertirse en su esposa, si no, ¿con qué propósito se exhibiría con ella de una manera tan abierta ante los miembros de la aristocracia? Sabían que esa era una muestra contundente de sus intenciones y hasta se atrevían a especular con una fecha para el enlace matrimonial. Mientras tanto en "Dunkelschloss", Aleksa no dejaba de suspirar como boba: el recuerdo de esa noche permanecía grabado en su cerebro, moría de ganas de ver a Thillbert pero sabía que por el momento no era posible.

Salió de su recámara con rumbo al jardín y se encontró a Riven sentado a la mesa en compañía de un caballero que nunca había visto. Notó que el visitante la miraba con insistencia y sonreía. Era un hombre de apariencia muy agradable: piel blanca, ojos azules y cabello castaño, vestía con tanta elegancia como Riven pero era mucho más bajo que él; el archiduque le contó que aquel hombre era su invitado y los presentó, el risueño misterioso le dijo:

- Soy Paulus Leibniz, marqués de Duisburg, es un placer conoceros al fin madame, he oído mucho acerca de vos.- y se inclinó ante ella y besó su mano.

Estaba algo confundida y no sabía a qué se refería, pero sin demora le contestó:

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Estaba algo confundida y no sabía a qué se refería, pero sin demora le contestó:

- El placer es mío, me llamo Aleksa Lohgerbers, y espero que lo que vuestra merced ha oído de mí sea bueno.

Riven la invitó a unirse a ellos, se sentaron y empezaron a charlar acerca del baile. Paulus estaba muy interesado en los detalles y lamentaba no haber podido llegar a tiempo, la chica lo observaba con curiosidad: aparentemente era una persona muy simpática y de buen humor pues tenía una sonrisa imperecedera y bromeaba acerca de todo. A Riven le entusiasmaba su presencia y no dejaba de preguntarle por personas y lugares que ella jamás había oído mencionar; el hombre reía nuevamente y le decía:

- París no es la misma desde que te fuiste, ¡pero todos aprendimos a vivir con tu ausencia!- y soltó una sonora carcajada.

Ambos rieron de buena gana e integraron a la chica a su alegre conversación, Paulus la escuchaba hablar y notó que era una mujer inteligente y que al igual que su amigo, era amante de la libertad y las nuevas experiencias. Un rato después Riven fue a su habitación a buscar unos libros que deseaba mostrarle; al quedarse solos el amable hombre le dijo a Aleksa:

- ¿Así que sois la culpable, eh?

- ¿Culpable de qué mi señor?- dijo ella confundida.

Paulus la miró con escepticismo, se le hacía difícil creer que siendo tan lista no lo hubiera notado... sin embargo la expresión de la muchacha le decía que muy probablemente no tenía idea de qué le hablaba, así que optó por dejar la conversación hasta ese punto:

LIRIO SALVAJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora