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Yoongi alcanzó la puerta que unas manos sujetaban para él y la mujer del martillo pasó tras él cerrando de un portazo. Cuando se vio a salvo, su cuerpo sucumbió al sobreesfuerzo y al dolor y se dejó caer, sólo para notar un agudo pinchazo en la rodilla. Hizo una mueca de dolor, ahogando un grito.

- ¿Estás bien, chico? - preguntó la mujer del martillo.

En el portal del edificio, no sólo estaban ellos dos. También 2 chicas más jóvenes. Yoongi no aguantaba el dolor que estaba sintiendo y apenas podía contestar.

- Déjame ver - dijo la mujer.

Él se resistió al principio pero después dejó que le subiera el bajo del pantalón hasta revelar toda la pierna.

- Te has dado un buen golpe...

Tenía rasguños y sangre en los lugares que habían tocado el suelo al caer. Si no hubiese llevado ropa de tela gruesa, hubiese sido mucho peor. Pero lo que peor pinta tenía era la rodilla. No había lesión aparente pero el dolor era indescriptible y se adivinaba la sombra del moratón que pronto aparecería en la zona.

En el cristal de la puerta principal una mano dio un golpe desde fuera.

- Tía, tenemos que llevarlo arriba. Aquí hacemos mucho ruido - dijo una de las chicas.

Entre la mujer y la chica que había hablado ayudaron a Yoongi a levantarse y a subir las escaleras. Muy a su pesar, tenía que apoyar gran parte de su peso en ellas ya que sólo una pierna respondía a la orden de avanzar.

No calculó los pisos que subieron pero fueron muchos. Las puertas que daban acceso a los pasillos de cada planta estaban cerradas. Algunas incluso bloqueadas con muebles y otros materiales. En todas se oían ruidos.

- No te asustes - le dijo la mujer al ver su cara. - No pueden salir.

Finalmente llegaron a una puerta abierta y le hicieron pasar a un apartamento pequeño, al final de un pasillo. La luz del día llenaba un salón destartalado, lleno de mantas y utensilios que podían ser utilizados como armas fácilmente.

Dejaron a Yoongi sobre el sofá y él se derrumbó al instante, perdiendo la consciencia.

-Dejadle espacio, es por el dolor- dijo la mujer después de tomarle el pulso. - puede que se haya roto algo. Fue una caída muy grave, es imposible que no se haya hecho nada.

La mujer, cuidadosamente, le quitó la gruesa chaqueta que llevaba para comprobar el daño de los brazos y los hombros.

- ¿Os habéis dado cuenta de quién es? - dijo la más joven, que aún no había dicho nada. - Es Suga de BTS.

- Es verdad - contestó la otra chica, abriendo los ojos como platos.

Ambas de acercaron más, aparentaban alrededor de 15 y 20 años cada una. Tenían un gran parecido físico, eran jóvenes y bonitas; aunque en sus ojos se podía apreciar que habían vivido mucho.

- Dejadle espacio chicas - repitió la mayor. - No podemos saber con seguridad la gravedad de sus heridas. No sé si podremos hacer algo por él con lo que tenemos...

- Pero tía, ¡tenemos que hacerlo! - exclamó la más joven.

La mujer se quedó pensando un momento, antes de hablar.

- Tenemos que salir pronto de aquí. Si él no puede seguir el ritmo, tendremos que dejarlo atrás.

- Pero, ¡no podemos dejarlo! - insistió la joven.

- Tenemos que pensar en nosotras. En salir de aquí todas juntas y vivas. ¿Acaso has olvidado ya lo que pasó con tu madre? - la chica enmudeció con los ojos enrojecidos. - es mi deber ahora protegeros. No pensé que este chico estuviese tan malherido en un principio, pero sin duda lo está. Veremos qué pasa cuando despierte, pero si está como creo, seguiremos sin él.

Bangtan ZombiesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora