9-. El callejón

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Con una agilidad inusual para alguien de su contextura, Joey consiguió acceder al interior del callejón deslizándose a través de una fisura en una de las paredes y se ocultó detrás de varios contenedores de basura para poder pasar completamente inadvertido.

Armándose de valor, asomó la cabeza brevemente por encima de su escondite, y para su sorpresa, la escena de las siluetas sobrevolando la zona no había sido parte de su imaginación. Muy por el contrario, la superaba.

Suspendidos en el aire, varios grupos de seres alados luchaban salvajemente entre ellos; y en el suelo, muchos otros estaban envueltos en lo que parecía ser un combate a muerte.

Con mucha más curiosidad que antes, el niño volvió a asomarse y se dio cuenta de que, detrás de un montón de cajas apiladas a pocos metros de él yacía el cuerpo de una chica que, gracias a sus leves movimientos de pecho, supo que aún respiraba.

«Un momento, estoy seguro de que la he visto en algún otro lado», pensó por unos instantes, y casi de inmediato, la información volvió a su memoria.

¡Era Valentine! La chica del sótano.

«Debo sacarla de aquí, con todo este desastre alguien puede hacerle daño.»

A riesgo de ser visto por alguna de esas criaturas, Joey corrió hasta ella y se agachó a su lado para que las cajas lo ocultaran. Acto seguido, pasó el brazo izquierdo de la chica por detrás de su cuello a modo de apoyo y le rodeó la cintura con una mano.

«Rápido, rápido, rápido», repitió mientras llevaba a Valentine detrás de los contenedores, donde volvió a acostarla sobre el pavimento. «Al menos estas cosas son de metal, pueden servirnos de escudo».

Pasaron un rato considerable allí escondidos, y cada cierto tiempo, Joey asomaba la cabeza para estar al tanto de lo que ocurría en el enfrentamiento y así esperar la oportunidad ideal para escaparse. Sin embargo, hubo un par de detalles aparte de la batalla que también lograron llamar su atención.

La primera fue que, entre tantos combatientes, logró identificar a Chris —el chico que lo había rescatado de su encierro en el sótano—, en una clara desventaja numérica.

Lo segundo fue un cadáver que yacía tendido boca abajo sobre el suelo. Tenía puesto un par de anteojos rotos, su camisa de cuadros estaba llena de sangre y se podía distinguir un agujero de bala en su omóplato. A pesar de lo anterior, lo que lo hacía destacar del resto de víctimas era que él no parecía ser uno de los combatientes, y eso en particular tenía un claro significado para el niño: si lo descubrían, no dudarían en matarlo.

Transcurrieron unos quince minutos más, durante los cuales Joey vio cosas increíbles: ráfagas de granizo, bolas de fuego, acrobacias aéreas que podrían considerarse imposibles... Todo mientras la temperatura del sitio subía o bajaba de manera considerable, dependiendo de quién realizara el ataque.

Entonces, el ruido de la batalla cesó por completo y el niño observó cómo Chris, ataviado con un uniforme negro salpicado de sangre, caminaba hacia la pila de cajas de donde había rescatado a la chica, y al no verla allí, una enorme preocupación se hizo evidente en su rostro.

«No te preocupes, está a salvo», le dijo Joey, sin saber si el mensaje había llegado a su receptor. «Conseguí una forma para sacarla de aquí

«¿Dónde está?», interrogó el chico.

«Puedo llevarte hacia ella

«Está bien, vamos

Dicho esto, Jonathan salió de su escondite y caminó en dirección a Chris, quien le dedicó una sonrisa agradecida.

—Por aquí —le indicó Joey—. Estamos cerca.

—Bien, voy detrás de ti... —la frase quedó incompleta. El chico dirigió la mirada hacia el callejón una vez más y pareció dudar por unos instantes—. ¿Puedes darle algo de mi parte? —el niño asintió. 

De inmediato, Chris tomó un pedazo de papel arrugado, sacó un bolígrafo de su pantalón y escribió algo con suma rapidez. Acto seguido, se lo entregó a Joey y este volvió a perderse detrás de los contenedores de basura.

—Es ahora o nunca —dijo, acercándose a Valentine, que permanecía insconciente en el mismo sitio donde la había dejado—. Despierta, por favor, necesitamos irnos —la sacudió por los hombros—. Rápido, Chris nos está ayudando a escapar.

—Chris —balbuceó ella sin siquiera abrir los ojos.

—Sí, Chris me pidió que te sacara de aquí y eso voy a hacer. Se la debo —la sacudió con más fuerza—. Vamos, vamos, no me hagas esto.

El niño no obtuvo más respuestas de su parte, y resignado, se pasó el brazo derecho de Valentine por detrás del cuello para poder levantarla. Acto seguido, se dirigió hacia la abertura del callejón por la que había entrado al inicio, y salieron por una calle vecina, adyacente al edificio viejo.

«¿A dónde la llevo ahora?», se preguntó.

Cualquier opción sería mejor que estar en medio de un conflicto armado, pero tampoco podía correr por la calle cargando a una chica inconsciente.

«El orfanato.»

La respuesta le llegó de inmediato, y a pesar de que no quería volver allá, sabía que era la mejor opción para ambos. Al menos por ahora. Después de todo, Charlotte nunca le negaba ayuda a nadie.

Justo cuando estaba a punto de retomar el paso, Joey se dio la vuelta para confirmar que nadie los seguía, y entonces divisó una silueta alada en el cielo, seguida de cerca por otra idéntica a ella. Ambas se elevaban a una velocidad cada vez más mayor, hasta que la que iba rezagada consiguió aferrarse al cuerpo de la más rápida.

—Chris —murmuró Valentine, abriendo los ojos de golpe—. ¡Chris, no! —gritó desesperada.

Una enorme explosión iluminó el cielo nocturno por varios segundos y la chica rompió a llorar.

Canción: AOV

Banda: Slipknot

JoeyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora