Capítulo 7

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Entré al club, donde mis hermanos se mantenían hablando con los de Roy o bebiendo mientras veían que puta elegían para la noche.

Yo estaba en un dilema en mi cabeza. Tenía dos días para decidir si la mierda se venía abajo o que dejaran follar a Zoe, y esto último no era una opción porque yo la había follado primero y porque Pres me mataría con las últimas fuerzas que se veía que tenía.

Sin embargo, ¿cómo evitar que el club entrara en guerra?

Ahí es donde me estancaba, por más que buscaba una solución. No había otra opción, a no ser que le tuviera un mejor plan. Que era lo más probable y eso me dejaba en desventaja para ganar el puesto de Pres.

Si no sabía cómo resolver este tipo de cosas, ¿qué clase de líder sería? Debía buscar una solución y pronto.

Me puse a buscar a Steven con la mirada, lo encontré en un rincón manoseando a una puta.

Decidí entonces, buscar una puta para mi. Necesitaba desahogarme.

Me dirigí a la barra, el cantinero, un tipo gigante con cicatrices en la cara, me dirigió una mirada desdeñosa. Supuse, que ningún motero de éste club nos tenía aprecio. El sentimiento era mutuo.

- ¿Qué te doy? - dijo sin dirigirme la mirada.

- Bourbon. - dije, mientras escaneaba la zona, en busca de alguna puta.

Del otro lado del bar, una perra llamó mi atención. La zorra tenía la mirada puesta en mi. La escaneé detalladamente. Pelo largo rojo fuego y unas grandes tetas plásticas, me encogí de hombros mentalmente, funcionaría para lo que tenía en mente. La perra hizo su camino hacia mi moviendo sus caderas sensualmente, sin quitar la mirada de mi, me dedicó una mirada lujuriosa y lamió sus labios.

Sucia puta. Las perras servían solo para que las follara.

- Nene... - dijo con voz chillona.

¿Por qué en el mundo, estas perras creían que hablar como un bebé era caliente?

Rodé los ojos.

- No me digas nene, puta - siseé.

Sonrió sensualmente.

- Un cabrón. - ronroneó -. Me gusta domar a los cabrones como tú.

Agarré su pelo en un puño y la acerqué a mi.

- Nunca una sucia puta como tú, va a domarme - escupí.

El cantinero puso mi trago sobre la barra. Solté a la puta y lo bebí de un trago, haciéndole seña al gigante para que me sirviera otro.

La perra acarició mi brazo y se inclinó para besarme. Corrí mi cara bruscamente lejos de su alcance. La puta gimoteó.

- No me beses, perra. Nunca. - dije firmemente.

Se quejó.

- ¿Qué te parece si vamos a un lugar más privado? - hizo pucheros.

- ¿Qué te parece, si te follo aquí, frente a todos para que vean lo puta que eres? - dije acariciando un pezón a través de la tela de su diminuto vestido.

- No. - dijo gimiendo -. Hay una perra viéndonos.

Giré la cabeza y vi a Casper fulminándonos con la mirada. Le sonreí mientras tomaba la mano de la perra y la dirigía hacia la parte trasera del club.

Una vez ahí, la acorralé contra la pared y me apresuré y deshacerme del vestido que traía, me incliné para besar su cuello con furia mientras ella bajaba mis pantalones. Sus gemidos cerca de mi oído y mi polla apenas endureciéndose. La cargué para que enredara sus piernas alrededor de mi cintura y entré en ella de una estocada.

Thunder RoadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora