Semana 9

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Me despierto cuando noto que recorren mi cuerpo con besos.

― ¡Buenos días, nene!―Suspiro muy fuerte mientras abro los ojos y veo aquello que parece un maravilloso espejismo de Derek.― ¿Qué te apetece hacer hoy?

―Me muero por ir a correr ―le digo.

―¿Quieres salir a correr? Te advierto de que aquí hace mucho frío ―dice en un tono agradable.

―Solo saldré una hora ―le digo.

―Iré contigo, no permitiré que te pierdas por estas montañas nevadas.

―Tú mismo ―le digo a modo de reto.

―¿Me estás desafiando, señorito? ―dice con cara vacilante.

―No, probemos a ver cuál es tu ritmo.

Nos equipamos para salir y bajamos a la planta baja de la casa, que aún está en silencio ya que nadie se ha despertado. Empezamos a correr y me encanta la sensación del frío en la cara. Derek sigue el ritmo y me gusta su compañía silenciosa. Sabe que necesito esto, me deja meditar y creo que él también lo hace. Evidentemente, se nota que él también corre, mantiene el ritmo y creo que va incluso mejor que yo, aunque no le digo nada, pues estoy segura que él ya lo sabe. Cuando llevamos una hora, estamos exhaustos y nos paramos en una pequeña cafetería situada en la plaza del centro del pueblo. Desayunos y, entre sorbitos de café, nos devoramos a besos disimuladamente en un rincón al fondo del local.

Cuando llegamos a casa, su familia está lista para salir a esquiar. Nos han estado llamando, pero Derek ha dejado el teléfono en la habitación a propósito para que no nos interrumpieran en nuestro momento mañanero.  Derek se apunta encantado pero yo, en cambio, prefiero no ir.

―Es que yo no sé esquiar ―les digo disculpándome.

―Nosotros te enseñamos ―se ofrecen casi todos.

―Gracias, pero prefiero esperar aquí. Aprovecharé para descansar en la casa, si no os importa ―les digo.

―¿Quieres que me quede contigo? ―pregunta Derek.

―No, ve y pásalo bien. Yo estaré perfectamente.

―¿Seguro?

―Claro.―entonces, la pequeña Georgina se acerca a mí.

―Yo me quiero quedar contigo, no quiero ir a esquiar. ¿Puedo? ―me dice.

―Georgina, no molestes. Ven con nosotros, será divertido ―dice su padre.

―Nooo, yo no quiero ir. Me quedo con El descansado aquí.

―A mí no me molesta ―digo yo.

―¿De verdad que no te importa? ―pregunta Laura, la hermana de Derek.

―Claro que no, haremos algún juego y nos lo pasaremos genial, ¿verdad, Georgina?

―Graciassss ―añade y se tira a mis brazos y me abraza.

―Pues nos vamos, no se hable más. Regresaremos a la hora de comer, muchísimas gracias, hijo ―dice el padre de Derek.

Derek se acerca y me da un beso en la frente.

―Te veo en un rato, ¿vale? ―me dice. Y se aleja con su familia.

Cora  e Jennifer se quedan las últimas y dicen en voz alta para que las pueda escuchar: ―¡Qué bien! Encima tenemos canguro mientras nosotros salimos a divertirnos ―dice Cora.

―De hecho, es a lo que se dedica todo el día, a quitar los mocos a los mocosos ―añade Jennifer, mofándose de mi profesión.

Cuando estoy a solas con la pequeña, le pregunto:

Cogetelo ||Sterek|| ~Terminada~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora