Semana 16

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El lunes empiezo la semana con un dolor de cabeza terrible, les digo a las chicas que no pregunten y que me dejen tranquilo. Consigo llegar por la tarde a casa y llamar a mi sobrina, que está un poco alterada.

¡Hola, tío!

― ¡Hola, cielo! ¿Qué me cuentas?

Tía Erika está en casa.

―Muy bien ―me importa un pepino lo que haga esa.

Y estará viviendo con nosotros unos días.

― ¡Ah! ―alarma, crisis con theo, me alegra saberlo.―Bueno, tú no te preocupes, cariño, que son cosas de mayores y ellos sabrán solucionarlo.― Carla no está dispuesta a cambiar de tema y añade:

Tía Erika dice que tú tenías razón, que theo es un cerdo y que no va a volver nunca con él.

―Eso lo dice porque está enfadada. Tú, ni caso.

Me doy cuenta de que es una gran pelea y no puedo evitar sonreír un poco para mí mismo. Como mi sobrina ve que no entro al trapo con este asunto decide cambiar de tema, pero no me gusta nada, por el cual decide hacerlo:

¿Cómo fue la fiesta de los padres de Derek?

―Bien ―miento, y mucho.

Como vuelve a ver que tampoco saca nada jugoso de ese tema, vuelve a cambiarlo y me cuenta cosas del chico que le gusta y que no le hace ni caso, cosa que un poco egoístamente me alegra, ya que pienso que, si no le hace caso, no sufrirá como el tonto de su tío, o sea yo. Finalmente, nos despedimos y quedamos en llamarnos la semana que viene.

El martes estoy peor que el lunes. Voy como un alma en pena, pero las chicas, que no entran en razón, me obligan a salir a comer con ellas. Las advierto, bueno más bien las amenazo, de que si me encuentro con Derek les arrancaré la cabeza una a una y me las comeré después. Se dan cuenta de mi estado inmediatamente gracias a mi sutil comentario. Gracias a mi advertencia, deciden que vayamos a una cafetería bastante cutre donde seguro que estamos a salvo, ya que no es el estilo de Derek. Entonces, empiezan las muy pesadas:

― ¿Qué ha pasado? ―pregunta Lydia.

Les cuento primero un poco la fiesta y lo bien que iba todo hasta el encuentro con los padres de peige, su embarazadísima hermana Beatriz y los regalitos para su bebé, que Derek envió a mis espaldas. Y empieza el primer veredicto:

―Lo hizo porque no quería molestarte ―le defiende allison.

―No debería mentir ―prosigue malia, que se ajusta más a mi opinión.

― ¿Y por eso estás así? ―se burla de mí Lydia para quitarle hierro al asunto.

Entonces, continúo y añado la conversación con la querida prima y la amiga, y vuelve a haber el siguiente veredicto.

― ¡Putas! ―dice Allison.

― ¡Malas! ―añade malia.

― ¡Qué guarras! ―sentencia Lydia.

Yo estoy de acuerdo con todos los apelativos cariñosos que mis amigas les dedican a esas arpías y que son muy merecidos. Pero no dicen nada de la actitud de Derek y digo:

― ¿Y él, qué?

―Pues seguro que ya te habrá contado que es un malentendido ―dice Allison. No respondo.

―No le has dejado ni explicarse ―se da cuenta malia. No respondo.

―Ni siquiera sabe por qué estás enfadado ―concluye Lydia, que parece que lee mi mente. Asiento finalmente y les acabo de explicar mi huida de casa de sus padres, que me lo encontré en mi sofá un rato después y cómo acabamos.

―Llámale ―dice Allison.

―Noooo ―les digo alucinado de que ellas no me comprendan. Y añado la última frase que Derek me dedicó. ―Además, me dijo que si se iba sin una explicación, no volviera a llamarle nunca más... Aunque también os digo una cosa, tampoco pienso hacerlo, nunca ―digo rotundamente.

―Se merece saber qué te pasó y seguro que tiene una explicación ―dice Lydia.

― ¡Noooo! Y debemos marcharnos ya, es muy tarde ―suspiro de alivio y pienso que estoy salvado por la campana. Nos levantamos y salimos corriendo para acabar nuestra jornada laboral.

El miércoles, las plastas no me atosigan ya que tenemos claustro y no podemos salir a comer fuera y por tanto, no pueden despellejarme.

El viernes salgo con los niños de mi clase de paseo por el barrio, vamos a visitar algunos comercios para ver cómo trabajan. Al pasar por la Rambla de Sarriá, vemos a unos chicos bailando brake dance. Tanto los niños como yo nos quedamos encantados y, embobados, observamos a la pareja que baila. Nos quedamos un buen rato disfrutando y viendo cómo se mueven. Es un baile súper divertido aunque, de repente, la diversión se acaba. De frente, caminando por la acera, veo a Derek con su compañero Pablo. Al verle, se me acelera el corazón y me tiembla todo. Está guapísimo con ese traje azul marino que lleva y con esos andares tan seguros. Por suerte, ninguno de los dos parecen verme, pero de repente, Derek levanta la vista un solo segundo y con su mirada fría, me mira y continua hablando. Me quedo helado al ver esa mirada que tiene, que me hace enfadar mucho y lo pagan mis pequeños, que les pido que hagan una fila para regresar a la escuela.

El fin de semana pasa mal, muy mal. Tengo momentos de debilidad, ya que llamaría a Derek inmediatamente. Otros momentos son de enfado, conmigo y con el bocazas este; y otros, que son la mayoría de los momentos, en los que no paro de llorar. Al final, me estoy quietecito y no hago nada hasta que llega el lunes.

Cogetelo ||Sterek|| ~Terminada~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora