Semana 15

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Estamos a mediados de febrero y tenemos la fiesta de aniversario de los padres de Derek. Yo me he comprado un precioso traje a petición de mi amor. Ese fin de semana nos desplazamos a la Vall d'Aran y nos alojamos en la habitación donde lo hicimos la primera vez, bueno, en realidad era la mía, pero Derek no me dejó ni un momento. Para mi desgracia, en la habitación de al lado, y compartiendo baño con ellas, está la querida prima Cora y su amiguísima Jennifer, que se alegran muchísimo de ver a Derek, aunque no tanto a mí.

El sábado, la casa se llena de familiares y amigos de todos los lugares del mundo. Me alegra ver que están tan surtidos de amigos. Dice mucho de la familia, ya que deben ser muy buenas personas y eso se refleja con este maravilloso ambiente. Todos los invitados quieren saludarme y se muestran encantados de conocerme. Algunos me explican anécdotas realmente divertidas del trasto de Derek, me lo imagino de pequeño y me entran ganas de comérmelo.

Entre los invitados, y para mi gran sorpresa, están los padres de peige, la que fue la anterior pareja de Derek, y también está su hermana Beatriz, embarazada de seis meses. Derek me los presenta y me siento profundamente triste e incómodo, pero sus padres se muestran muy amables conmigo, aunque creo notar que Beatriz no tanto. Me imagino que debe verme como un sustituto de su hermana y eso le debe doler. Prefiero no tenerle en cuenta esa mirada que me echa. Ella agradece los regalos para su bebé que Derek le ha enviado hace unos días, según escucho. Eso no me gusta, no el hecho que le envíe regalos a su bebé, sino porque Derek no me ha comentado nada. Derek se da cuenta de que he escuchado el comentario y me mira. En ese instante no digo nada, pero de esto vamos hablar, ¡y tanto que vamos hablar!

La que realmente está feliz al verme es Georgina, la pequeña sobrina de Derek, que se pasa parte del día enganchada entre mi pierna y la de su tío, asustada de ver a tanta gente en casa de sus abuelos. Creo que le doy tranquilidad y no se aparta de nosotros hasta que se hace tarde y la llevamos a la cama.

El domingo, la casa se queda más tranquila, tan solo hay gente de una empresa de limpieza recogiendo lo de la fiesta y algunos pocos familiares más. Derek ha salido a despedirse de unos amigos cuando la prima y la amiga me ven sola en la cocina y vienen directas hacia mí. Yo me preparo, porque ya sé que no quieren nada bueno, pero lo que realmente no me espero es lo que me dicen:

―Pues parece que mi primo sigue entreteniéndose contigo ―afirma Cora.

―Claro, como está lesionado necesita un mozo ―ataca Jennifer.

―Mirad, guapas, me parecen súper divertidas vuestras mofas hacia mí ―me defiendo y me río, aunque estoy a punto de escupirles y decirles: guarras, os odio.

―Sí, ríe, nosotras también nos reímos cuando Derek nos contó que te querías casar con él―dice Jennifer.

―Olvídalo bonito, él solo pasa el rato contigo y lo sé, porque además de que nos lo ha dicho, soy su prima y le conozco muy bien.

Yo me quedo blanco, « ¿qué Derek ha dicho qué?» Estoy alucinado. Me acuerdo de la conversación que tuvimos aquel día en su terraza en que yo saqué mi lado más clásico y le dije que me gustaría casarme con él antes de vivir juntos. Pero, ¿por qué le cuenta este idiota nada a estas dos garrulas? Me estoy cabreando mucho y esto, sumado al regalito de su excuñada embarazada, me está matando.

Las dos brujas malas se dan cuenta de que estoy descompuesto y con cara de susto, se alejan de mí. Saben que me han tocado y que me han hundido a la vez. Hecha una fiera subo a la habitación, rompería media casa por el camino, pero sé que la familia de Derek no tiene la culpa de tener un hijo gilipollas, aunque más gilipollas soy yo por haber confiado en él.

Recojo mis cosas y sin que nadie me vea, me voy caminando hasta el centro del pueblo donde sé que hay una la parada de taxis. A las tres horas estoy de nuevo en mi casa donde empiezo a llorar y llorar hasta que me duelen los ojos y me quedo dormido en el sofá. Cuando me despierto y abro los ojos, me duele muchísimo la cabeza y veo que Derek está sentado delante de mí, con cara de enfadado. Yo alucino, ahora va ser él el ofendido. Mira, mejor, pienso yo, a ver si de una vez por todas se larga para siempre. Me incorporo para pedirle que se largue, pero la cabeza me va a estallar. Así que mucho más flojo de lo que me gustaría le digo:

― ¡Fuera de mi casa! ―Él entorna los ojos pero no dice nada.―Derek, no hagas que lo repita, quiero que te marches y no vuelvas nunca más.

―No lo vuelvas a repetir porque no me voy a ir hasta que no me des una explicación de por qué coño te has ido de casa de mis padres sin decir nada. ¿Sabes el rato que me has hecho pasar? Me has asustado, pensaba que te podía haber pasado algo.

―Sí, me podría haber comido un oso ―me mofo de él. Y como veo que no le hace ninguna gracia, añado: ―Yo no te debo ninguna explicación, ¡fuera yaaaaa! ―por fin me sale un grito decente, pero él ni se inmuta.

―Es obvio que ha pasado algo y me lo vas a contar, ¡ahoraaaa! ―me ordena. No abro la boca y lo mato con la mirada―Sé que escuchaste que le envié unos regalos a la hermana de peige y que te molestó.―me recuerda ese detalle, que en este momento lo tenía olvidado, y vuelve a aumentar mi cabreo. ―No te dije nada porque pensé que te molestaría y no quería... ―no sabe cómo terminar la frase.

―Entonces, me mientes y así es mejor, ¿no? ― Toma ya, te he pillado. ¿Ahora qué, listillo? Pienso yo.

―Me equivoqué. Lo siento, te lo tendría que haber dicho ―se calla unos segundos, para mi gusto bastante eternos, y añade―, pero sé que no estás tan enfadada por esto, sé que hay algo más, pero también estoy seguro de que yo no tengo nada que ver y quiero que me lo expliques yaaaaaaa ―me vuelve a mandar.

Uy, qué mal va. A mí exigiéndome este, por aquí no, guapetón. Suspiro y le digo: ―Ahora no, vete y ya te llamaré.

―No lo vas hacer, solo quieres que me vaya y salirte así con la tuya.

Mira cómo me conoce ya este... y para mi sorpresa, me dice con su mirada fría:

―Si me voy sin una explicación de aquí, no quiero que me vuelvas a llamar nunca más. Estoy harto de todas tus huidas y de todas tus desconfianzas.

Me quedo mudo al ver su rotundidad, pero ahora me da lo mismo. Solo quiero que se vaya, por bocazas. Espera dos minutos. Sigue mirándome con esa mirada suya que me hiela, pero estoy tan enfadado que hago lo

Mismo: le miro con mi peor cara. Finalmente, con cara de mucho mosqueo y ofendido, se levanta, coge su chaqueta y se va. Es el colmo, se hace el idiota y el ofendido.

― ¡Que te den! ―grito, aunque ya no creo que me escuche.

Cogetelo ||Sterek|| ~Terminada~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora