Semana 17

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Paso una semana triste, pero sobre todo, enfadado. Aun no comprendo por qué Derek tuvo que contarles a su prima Cora y a su amiga Jennifer,

Nuestra conversación privada sobre lo de que yo quería casarme. Después de unos días sin él, el dolor por no verle y por no poder tocarle, saborearle, olerle... no remite, pero sé que algún día dejará de doler así.

Una tarde, salgo una hora después que todos los de la escuela porque me quedo preparando una actividad para mi clase. Decido caminar tranquilamente hasta los ferrocarriles, aun sabiendo que puedo encontrarme a Derek, pero me da lo mismo. Tal vez incluso me gustaría. Qué le vamos hacer, soy así de masoquista. Al pasar por una cafetería cercana a la escuela, para mi sorpresa, veo en el interior a Lydia con un hombre. Lo primero que pienso es que ya está con algún ligue nuevo y me alegro por ella. Pero de repente, noto cómo se rompe algo dentro de mí, ya que sé perfectamente quién es el hombre que está con ella y que me da la espalda, tan solo necesito un segundo para asimilar que está con Derek. Me hierve la sangre, me duele el alma, se me nubla la vista... Me parece horrible que les haya faltado tiempo al uno y al otro para encontrarse, me estoy poniendo mala por segundos. Enfadado más conmigo que con ellos, pienso en que aquello era obvio. Ya sabía yo que no podía confiar en ninguna otra mujer más, que por muy amiga que me jurara ser, siempre que un hombre entrara en mi vida esto cambiaría. Y así ha sido otra vez, y Derek me ha vuelto a fallar. La cara se me inunda de lágrimas y esta vez tengo ración doble: por él, porque me enamoré y

Por ella, porque pensé que valía la pena como amiga. Un señor mayor, al verme en ese estado, se acerca asustado y me pregunta:

―joven, ¿se encuentra bien?― Entre lágrimas asiento.

― ¿Quiere sentarse? ―me señala unas sillas de la terraza de la misma cafetería donde están esos dos.

Salgo corriendo y huyo hasta mi casa. Llego sin lágrimas y con el corazón roto. Ahora sé que debo irme, ya no puedo seguir aquí.

El jueves a primera hora, llamo a mi trabajo y les cuento que necesito unos días personales, inventándome una excusa de asuntos familiares. No ponen ningún inconveniente, me conocen y saben que si me cojo estos días, es porque realmente los necesito. A las nueve de la mañana cojo el metro en dirección a la estación de Sants, necesito estar sola, pensar y alejarme de aquí. Por eso, cojo el primer AVE que va lo más lejos posible y me lleva por casualidad a la ciudad de Sevilla. Cuando llego a esa preciosa ciudad del sur, solo busco una habitación barata de hotel, donde me encierro a pensar y a llorar. Me siento como hace dos años atrás, es decir, igual de traicionado y de dolido.

Decido dejar el móvil desconectado, sé que Lydia me llamará tarde o temprano fingiendo preocupación, por lo que no tengo intención de encenderlo ni un momento. Después de unas horas de estar en esa habitación de hotel de Sevilla y harta de llorar, decido salir a pasear.

Estar en un lugar tan diferente a mi ciudad me tranquiliza, sé que estoy a salvo de todo y de todos.

Paso el viernes, el sábado y el domingo con la misma actitud. Y aún no he decido qué quiero hacer con mi vida. Sé que tendré que cambiar de ciudad y Sevilla me parece ideal, pero me apena estar a tanta distancia de lo único que me importa en esta vida, que es Carla. También tendré que buscar otra escuela para trabajar, un nuevo piso, etcétera. Pero estoy tan dolido que no puedo decidir nada.

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Cogetelo ||Sterek|| ~Terminada~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora