Desperté porque alguien me estaba zaradeando. Abrí los ojos lentamente y vi a mi madre mirandome preocupada. Miré el reloj de mi muñeca 21:23, había pasado casi una hora durmiendo.
- Hija, nos vamos, tienes que descansar, mañana tienes clases - dijo cuando me levanté.
- Lo dices en serio? - me enfadé - estoy pasando un muy mal momento y tu solo me hablas de los estudios? - solté.
- Claudia...
- No, que pasa si él despierta y yo no estoy aquí? - me crucé de brazos.
- Tienes que seguir adelante, tus estudios...
- Me dan igual los malditos estudios - grité.
- Nos vamos Claudia, no tienes nada más que decir - diji seria.
Esa ira que sentia se había vuleto tristeza y angustia. Suspiré y dejé un beso en la frente de Rubén para salir de aquella dala comoletamente blanca. Me metí en el coche sin hacerle caso a mi madre, me puse los auriculares a escuchar mis música, sin tener que escuchar nada que estubiese a mi alrededor.
El camino se me hizo eterno, y el nudo de mi gartanta no se iba, la presión de mi pecho se hacía cada vez más fuerte. Una vez en casa corrí a mi cuarto y cerré la puerta de un portazo, dando a entender a todos los que estaban en casa, que estaba muy enfadada.
Me deslicé puerta abajo mientras dejaba caer las lágrimas que había estado reteniendo. Mi cuarto, tan solo iluminado por algo de luz que entraba por la ventana de la calle. El silencio era roto por mi sconstantes sollozos, que no era capaz de frenar.
Mordí mi labio inferior intentando mantenerme fuerte, no consiguiendolo, apretando más mis dientes. El sabor metálico de la sangre se hizo presente entre mis labios. Me levanté a duras penas y me dirigí al baño a lavarme el labio sangrante. Mis lágrimas saladas se mezclaban con la sangre mientras lavaba mi rostro. El espejo aún llacia roto, sin arreglar, impidiendome ver mu aspecto.
Me sentía débil, sentía que en cualquier momento iba a perder la consciencia, la presión en mi pecho era incesable. Una idea fugaz pasó por mi mente y abrí el cajón rápidamente dejando a la vista las cuchillas que había dentro de él.
Cogí una y la coloqué sobre mi muñeca dispuesta, pero un recuerdo fugaz pasó por mi cabeza:
- Esque ese es el problema! - elevó su voz - Que a ti te da igual hacerte daño! Pero que pasa si algún día te pasa algo?! - se alteró - Que van a hacer las personas que te quieren cuando ya no estés!? Que van a hacer aquellos que tengan que ir a tu fineral?! Y lo más importante, que voy ha hacer yo cuando tu me faltes?! - se le cristalizaron los ojos.
En ese momento tiré la cuchilla lejos. Cogí y empecé a tirar todas las cosas que estaban sobre el lavabo. Salí del baño y hice los mismo con el escritorio. Tiré abajo la silla arrasaba todo aquello que veía. Mi cama destrozada todos por el suelo, los cuadros y dibujos d elas paredes, rasgados.
Me acerqué a la estantería y tiré todo lo que había en ella. En un momento vi el cisne de cristal de que me había regalado Raúl callendo, todo en cámara lenta. Vi como se rompía en miles de pequeños añicos. Caí de rodilla al lado del cisne destrozado, llorando frustrada. Cogí los pequeños cachos del cisne, cortandome con algunos pedazos, pero aquel dolor no era nada comparado con él dolor que tenía dentro.
Lavé mis manos y las vendé, impudiendo que saliese màs sangre de ellas. Me senté apoyada en la cama con las manos puestas en mi cara, mi respiración era pesada y me costaba controlarla.
Me levanté con las últimas ganas que me quedaban y me puse una chaqueta. Abrí la ventana y me senté en el alféizar de mi ventana, girandome a ver el estropicio que había causado, peeo por apenas unos segundos, porque después salté.
Pequeños copos de nieve caían del oscuro cielo. Comencé a andar a mucha velocidad, sintiendo como el frío me rodeaba, pero eso me daba igual, solo quería llegar al hospital. Al pasar por al lado de un coche vi mi reflejo. Parecía un muñeca de porcelana, frágil, pálida... Mis ojeras eran notables y mis labios, morados por el frío, aún tenían la herida que minutos atrás había echo.
Seguí caminando, restandome importancia.Después de casi 30 minutis andando vi la luz del hospital y me dirigí corriendo a ella, viendo borroso. Entré al hospital y vi a lo lejos la puerta de la habitacion de Rubén, pero mi vista se volvió más nublosa y emoezaba a sentir que me caía. Pero de repente siento que alguien me coge y me sienta en una de las sillas de los pasillos, era el doctor de Rubén.
- Hey, estás bien?- me dijo.
- Si, he venido a ver a Rubén - Dije recobrando mi consciencia por completo.
- Su, eso creía, creo que deberías de comer algo - dijo viento mi tez pálida.
- Tal vez... - me levanté.
- Por ahí está la cafetería, comprate algo, verás que te sentiras mejor - dijo el doctor señalando una puerta - después podrás ir a verle - sonrió - acuerdate, de siempre hablarle, así el te escuchara y se forzará a si mismo a despertar - me explicó.
Agradecí y me decidí por hacerle caso. Me dirigí a la cafetería y me tomé un refresco y un donuts, gastando el único dinero que tenía.
Me dirigí a paso firme a la habitación de Rubén. Fuera vi a su madre y al "padrino" durmiendo en las incómodas sillas de hospital. Entré, en aquella hortenda habitación, con él en el centro, enganchado a un montón de cables. Me senté en aquella silla y agarré su mano, para sentir su calor, pero no lo encontré.
Acariciaba suavemente su mano y pensé en las palabaras del doctor.
- No se si me estas escuchando, pero quiero intentarlo... - suspiré - lo siento mucho Rubén, se que todo esto es mi culpa - me aguanté las ganas de llorar - espero que me perdones, porque no lo volveré a hacer, te echo demasiado de menos y quiero que vuelvas lo ante sposble porque...- sollocé - porque no se cuanto tiempo podré aguantar sin ti...
La sala se sumió en un silencio mientras yo esperaba alguna respuesta, pero no, sola había silencio, el silencio que me mataba por dentro al no poder escuchar su voz.
Y seguimos deprimiendonos.
Se que estoy siendo muy cruel en estos capítulos, lo siento, en el prox las cosas mejorarán.
Espero que os haya gustado.
Me voy.
Si.
Adiós.
Vale.
Ok.
Me voy.
Cjau🍃
