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Maratón dedicado a Nessy0404

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Tumbada en mi cama, con la mirada en el techo pensaba sobre lo que acababa de hacer.

Le prometí que no volvería a hacerme daño, pero acabo de romper esta promesa. Me odiaba por ser tan débil, por no poder controlarme y ser fuerte como debería serlo. Había una mezcla enorme de sentimientos dentro de mi, sentimientos que me atormentaban y no me permitían dormir.

Me levanté de mi cama y me dirijí hacia la ventana. La abrí y seguidamente de eso me senté en el alféizar de mi ventana, sintiendo el frío aire de otoño envolver mi piel causando que ahora fuese piel de gallina.

Mis pies colgaban desde la altura y podía per las luces de la ciudad causando un hermoso paisaje, que por muy hermoso que era, no podía calmar la tormenta que estaba teniendo en mi interior en ese momento. Lágrimas caían de mis ojos, mojando mis mejillas.

Y suspiró se resbaló de mis labios al recordar que mañana regresaba Rubén. Durante unos segundos una chispa de alegría se iluminó en mi corazón, pero al darme cuenta de que era un error, que tenía que decirle la verdad, que había roto mi promesa.

(...)

Al llegar al instituto, con ojeras bajonmis ojos, con dolor en el corazón y connun peso sobre todo el cuerpo, mi estaod no hizo nada más que empeorar.

Mi estómago dolía de los nervios que sentía al entrar a aquel lugar. Me esperaba lo peor, pero la gente parecía ignorarme, o tan solo me echaban malas miradas. Cuando entré en clase solo estaba la profesora que ayer había intevenido, en aquella situacion de apuro. Nerviosa me di la vuelta dispuedta a salir de clase, pero al escuchar la voz de la profesora pronunciando mi nombre paré.

- Creo que me he confundido de clase - intenté evitarla mientras se acercaba a mi.

- No, Claudia, estas en la clase correcta - cerró la puerta para que yo no me fuera - cuentame que paso ayer...

La miré, y negué lentamente.

- No pasó nada - dije aguantando mis lágrimas cuando los recuerdos llegaron a mi mente.

No iba a hacerme la víctima, las cosas d ealgina manera se acabarían arreglando sooas, sin la intervencion de nadie, no quería que alguien tubiese problemas por mi culpa.

- Claudia, no puedes mentirme, dime la verdad, que paso ayer por la tarde - me miró a los ojos cristalizados.

- No miento, simplemente, no pasa nada - sentía un nudo en la garganta, que se me hacía dificil soportar.

Yo me merecía aquel dolor, nadie podía salvarme, porque era mi error ser así.

- Claudia, solo quiero ayudarte...

- Ayudarme? Nadie puede ayudarme, tengo que aprender a ser fuerte, ha hacer las cosas sola - sollocé.

- Sabes que eso no es verdad - me susurró.

- Si es verdad! Estoy cansada de depender de las personas, de no poder yo sola! De ser una cobarde! - me alteré.

- Calmate...

- Que me calme!? Sabe que es esto?! Sentir la impotencia de ser una mierda para los que te rodean?! Simplemente no puedo! Ya no! - grité dejando caer las lágrimas que había contenido en mis ojos - Simplemente ya no puedo... - susurré con la voz destrozada.

Salí corriendo, sin importarme nadie, ne daba igual, no quería pasar más tiempo en este infierno.

(...)

Me senté en el columpio mojado por la lluvia, pero ya me daba igual, me daba igual todo. Solo quería que llegase Rubén y me diese uno de sus abrazos, uno de esos, que me llegaban al alma y que me hacían sentir bien, aunque fuese por unos segundos.

La presión de mi pecho no se iba. Me volví a levantar y ne dirigí hacía uno de los árboles que había allí. Un idea horrorosa pasó por mi cabeza y yo sin dudarlo azoté el árbol con el puño cerrado. Eso tenía un solo objetivo, descargar mi frustración. Mis nudillos empezaban a sangrar y empezaba a caer un lluvia torrencial, me me daba igual, yo seguía haciendome daño de una manera muy estúpida.

Mis nudillos dolían pero no se comparaban con el dolor que sentía en mi interior. Al darme cuenta que no me ayudaba paré y miré al cielo lleno de nubes, oscuro. Frustrada grité, hasta que se me quebró la voz y sollocé. Salí del parque, esta vez apaso lento, me dirigí a las calles de Madrid vagando por ellas todo el día, recibiendo miradas de pena de todos aquellos que pasaban a mi lado.

Pasado el medio día volví a casa, rezando que no hubiese nadie, cosa que se volvió en mi contra.

Mis padres estaban parados en el salón, con la preocupación reflejada en los ojos. Mi madre, al verme, corrió a abrazarme mientras mi padre se acercaba con urgencia. Mi madre acariciaba mi pelo como su fuese la última vez que fuese ha hacerlo, mientras yo le susurraba "estoy bien", aunque yo misma sabía, que no lo estaba. Mi madre, al separarse de mí, miró mis nudillos y me llevó a la cocina, mientras mi padre se quedaba ha hacer una llamada urgente.

Mi madre me sentó en una silla midntras quitaba parte de mi ropa empapada. Yo, la observaba en silencio, intentado descifrar que decía su mirada. Sacó el botiquín y empezó a desinfectar mis nudillos, la camisa que llevaba puesta en esd moneto le estorbaba así que subió mis mangas sin darme tiempo a reaccionar, llevandose ella una gran sorpresa.

Abrí la boca para decir algo pero mi madre me calló con un sollozo y la volví a cerrar. Mi madre desinfectaba aquellas heridas en silencio, y yo respetaba ese silencio.

- No te voy a preguntar que a pasado, ni desde cuanto lo haces, solo quiero que dejes de hacerlo - dijo mi madre cuando acabó.

- Vale...

- Tomarás este medicamento antes de dormir para que no duela tanto y sane más rapido - me enseñó unas pastillas - ahora, descansa mi vida - quitó un mechón de pel de mi rostro - estoy para todo lo que necesites...

- Gracias mamá - la abracé antes de subir mi cuarto, cerrando con pestillo.

En el momento en el que me senté en mi cama mi móvil sonó.

«Rubén- Ya he llegado a Madrid, no estaría mal que mi preciosa novia me recibiera»

Una sonrisa se dibujó en mi cara, me cambié corriendo, sintiendo la felicidad y adrenalina que nunca había sentido. Me puse un abrigo y unos guantes para tapar mis heridas y, sin pensármelo dos veces, salí por la ventana.

Maratón, sed felices y disfrutadlo.

Not Alone ➳ R D GDonde viven las historias. Descúbrelo ahora