Capítulo 21

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Capítulo 21.

 

-¿Qué necesitabas de mi? 
-Un amigo. 
Manuel la mira con expresión indescifrable. Rafaela le sonríe triste, ambos dan un trago al té que tienen en frente. Manuel le sonríe.
-Te quiero.- Por fin le dice después de su amable sonrisa. - Y sé que de pronto me puse celoso, y que no debería, que tu eres muy feliz con Iker...
-Gabriel...- Interrumpe Rafaela.
-Con Gabriel, y no sé, perdóname. 
Rafaela sonríe aliviada y suspira. Se tapa la cara con las manos y comienza a reírse.
-¿Qué pasa?- pregunta juguetón
-Nada, pensé que sería más difícil. Gracias.
Ambos sonríen sin nada que decir, con esa curva estúpida en la cara.
-Estás saliendo con alguien... - Rafaela murmura después de dar un sorbo a su té
-No exactamente. - frunce el ceño y ordena sus ideas. -Es una chica española, Anastasia, la conocí por internet... Bueno, no la conozco en realidad, sólo hablamos por videos.
Es extraño, es una chica muy diferente.
-¿No te da miedo? ¿Que todo sea una mentira? 
-Sí, pero después la veo y la escucho, y me doy cuenta de que esa chica necesita a alguien.
-No entiendo
-Es difícil. El mundo es una mierda Rafaela
-Vale, no esperaba eso de tí- da un sorbo al té. Piden la cuenta y siguen hablando.
-Me gustaría que la conocieras, entenderías mucho de la vida.
-Hablas de esta chica como si fuera una anciana que ha vivido de todo-ríe Rafaela juguetona 
-La violaron. - interrumpe Manuel. Sus palabras entran por el oído de Rafaela y retumban las paredes dentro de ella. Mientras Manuel explica, ella permanece horrorizada. 

Algunos meses antes…

-Hola doctor- la chica de ojos azules. Trae una blusa blanca y unos pantalones holgados y sobre su cabeza una gorra de Vans. Entra sonriente al consultorio. Alfredo se levanta de su asiento y acomoda la bata blanca. Estira la mano y recibe a Anastasia estrechándole.
-Toma asiento Anastasia.- Sonríe- ¿cómo estas el día de hoy?
-Pues, tengo flojera, vengo obligada. -hace un puchero y comienza a girar la silla de rueditas frente al escritorio del doctor.
-Y ambos sabemos que no es cierto.
-Y tú, ¿cómo estás?
-Halagado por tu visita
Anastasia sonríe. No tienen que hablar para sentir la presencia del otro. Sólo se miran. Respiraciones encontradas. Anastasia analiza todo del rostro del joven psicólogo. Su barba poco tupida pero perfectamente formada, su pelo castaño que acaricia su frente y sus ojos del mismo color que su cabello, la manera en que el color de sus labios contrasta con el demás tono de su piel. Pero poco a poco la sonrisa de ambos se va desvaneciendo.
-¿Escribiste el diario que te pedí?
Anastasia estira la mano con una libreta azul. Tiene miedo. Miedo a que se dé cuenta de lo que de verdad siente. 
-¿Me permites leerlo? - La chica asiente callada. -¿en voz alta? - Vuelve a asentir-" Día 1. Me quiero morir. No puedo seguir respirando después de esto. Dios, si querías destruirme podrías sólo haberme llevado al infierno. Oh espera, estoy viviendo en un infierno..."- Hace una pequeña pausa. Ve los ojos azules cristalinos de la chica delante de él. Y ella continúa
-"Me voy a matar"- y comienza a llorar. 
-Anastasia, ¿de verdad quieres acabar con tu vida? 
-¿Me ves titubear acaso?- llora aún más 
-No te das cuenta, que si tú haces eso, acabarías también conmigo.- se levanta de su asiento y se coloca en cuclillas junto a Anastasia. Estira su brazo hasta acariciar su hombro, pero antes de realizar cualquier contacto la chica se aleja. 
-¡No me toques!- chilla de una manera tan terrorífica. Le eriza la piel a Alfredo, y en un instante ambos se derrumban en el suelo, Alfredo contiene las lágrimas, pero ella llora, llora de manera desconsolada. - Ya no quiero.- se abraza las rodillas y se cubre la cara con las mismas. - Estoy segura de que hay un lugar mejor para mí. Lo hay. ¿Cierto?

-Anastasia, tranquila, todo está bien, yo estoy aquí.-Alfredo se acerca lentamente a la chica con ojos inundados.-Nadie te hará daño. 
-¿Qué pasa si yo misma me hago daño?- sorba por la nariz y se enjuga los ojos con las manos, como una niña pequeña.
-No te dejaré hacerlo.
Anastasia levanta la cabeza, lo mira con sus ojos azules llenos de dolor. Y la comisura de su labio comienza a bailotear dibujando una triste sonrisa en su rostro. Alfredo acerca su mano a los labios de Anastasia. Cierra sus hinchados ojos y entreabre la boca. El traza la figura de sus rosados labios siguiendo la figura natural. Y para. Toma dulcemente a la chica por la barbilla, levantando un poco su rostro, y de pronto, sus bocas se encuentran, en un abismo de pasión y ternura, de respeto y adoración. El busca hundir su mano en su cabello rubio y alborotado. Ella saborea cada segundo que pasa. Se detienen por un segundo y ambos sonríen sin despegarse.
-Te adoro princesa- logra pronunciar con respiración agitada.
-Lo adoro, doctor- bromea.
Suena la alarma. Término la sesión. 
Anastasia se coloca la gorra en el cabello alborotado y se levanta del suelo. Alfredo retoma la compostura y sacude un poco su vestimenta. Antes de que Anastasia tome camino fuera del consultorio, el joven doctor la toma por la cintura, depositando por última vez un beso en sus labios. 
-Hasta luego. 
-Cuídate.
Sale por la puerta. Nerviosa, toma el ascensor al final del pasillo. Pasa sus dedos por sus labios aún hinchados. No puede creer lo que sucedió. Pero sucedió.
Con paso acelerado sube al auto donde espera su madre con un libro en las manos. 
-Vamos a casa, ma.- cierra la puerta detrás de ella y conecta su teléfono al cable auxiliar. 
-¿Cómo te fue hoy? - murmura su madre bajando un poco el volumen de la música. 
-Mucho mejor, mamá 
-Se te ve feliz- sin alejar la vista de la carretera, la mamá de Anastasia estira su mano hasta la pierna de la chica y la estrecha con cariño. 
-Te adoro princesa- Al escuchar sus palabras Anastasia se estremeció, su piel se erizó y una corriente fría cruzó toda su espalda. 
-Te adoro Madre.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Corazón, depende de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora