Capítulo 16

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Capítulo 16.

Ya es hora. Por fin están solos. Un tiempo para los dos. Y sólo ellos dos, ni un alma más, ni un ruido, ni otra mirada, y ni otro corazón. Dos corazones latiendo a ritmos distintos, tan disparejos, tan opuestos, pero estas piezas de rompecabezas, juntas se vuelven una sola, compactos, se complementan a la perfección. Él pasa su mano por el largo cabello negro caoba de la chica y pone un mechón detrás de la oreja mientras le acaricia su cara. Ella inclina un poco el rostro para reposarlo en la enorme mano de Gabriel. Sonríen. No dicen nada. Sólo escuchan la calmada respiración del otro. Qué delicioso es pasar el tiempo así.

-Rafaela... 

Suspira 

-Gabriel...

Responde de la misma manera sonriendo. Se acerca un poco a ella. Un poco más y pega su frente a la de ella. Pasa su mano por detrás de su cuello y la agarra con firmeza del cabello, pero sin hacerle daño. 

-¿Qué es lo que me hiciste? ¿Cómo me has hechizado? 

-Creo que yo soy la que esta hechizada.- las voces apenas se escuchan. Son un susurro que el aire se roba después de pronunciarlas. 

- Rafaela estoy enamorado de ti, y quiero besarte hasta el alma, quiero que te enamores de mí, como yo lo estoy de tí, quiero cuidarte, protegerte ayudarte. Quiero que dejes de hacerte daño. Eres perfecta. 

-¿De qué hablas? 

-Rafaela... Creo que sabes de qué hablo

Silencio, y ya no es el lindo silencio de las respiraciones y latidos. Ahora es un silencio de ojos en blanco y respiración agitada y molesta.

- Mira, si es el asunto de mi anorexia, eso es mi problema... No debes preocuparte por eso. 

-Rafaela... Sólo explícame por qué. Es que no lo entiendo. 

- ¿Qué es lo que no entiendes?

-¿Por qué lo haces? Te estas lastimando.

-Mi problema. - repite seriamente. 

-Quiero ayudarte

-No pierdas tu tiempo.- dice cortante. No le gusta hablar sobre ese tema, siempre es lo mismo...

-Sale, tienes razón, es tu problema. Ya me tengo que ir, mi madre debe estar preocupada. - responde con un tono frío, enojado, se levanta del sillón. - Que tengas buena tarde, te amo.- Le da un beso en la frente y toma su chaqueta. 

-Orgulloso.- murmura Rafaela mientras lo acompaña a la salida.

-¿Qué me dijiste? - Gabriel vuelve la mirada hacia su novia que está parada en la puerta de su casa.

-Que eres un orgulloso.

-Ese es mi problema ¿no?

-Lo sabía, sabía que no iba a funcionar. Buenas tardes. 

Cierra la puerta con un golpe, dejando a Gabriel afuera con cara preocupada, la primera pelea. Y de nuevo queda solo. Caminando en la calle. Llama a su madre. 

-Mamá...

-¿En dónde estas? 

-Estaba en casa de Rafaela. Ya voy a la casa. 

-Necesito hablar contigo... 

-¿Tu también?- Gabriel dice cansado.

-Hablaremos en la casa.

Cuelga. 

Hoy no es su día, prácticamente se salió de la casa de su padre, se peleó con su novia, y ahora su madre tiene que hablar seriamente con él. 

El aire horrible y pegajoso le rosa la piel. Qué asco. No puede dejar de pensar en lo terrible que ha sido su día. 

¿Por qué no puede ser fácil como antes? ¿Por qué Rafaela no es como las demás? ¿Porque cualquier molestia con ella le duele? 

Llega a casa con paso cansado. Toca el timbre y de inmediato su madre abre la puerta. 

-¿Qué tienes que decirme? 

No pronuncia ninguna palabra. Saca un sobre amarillo de su bolsa y se lo entrega a Gabriel en la mano. 

-¿Qué es esto? 

-Léelo tú mismo. 

Gabriel abre torpemente el sobre, tiene ese característico nerviosismo, cuando se siente la sangre fría, y te palpita tanto el corazón, que es lo único que escuchas en tu cabeza, las manos se adormecen y las piernas no responden. 

Lee el contenido del sobre. Mientras su mirada va bajando, su gesto cambia, frunce el ceño, aprieta las manos arrugando la carta, y los ojos se le inundan de esas lamentables gotas saladas. 

-¿Por qué? 

-Por tu salud. 

-Aún así no entiendo- dice mientras una lágrima escurre por su mejilla.- de todos modos voy a morir antes, ¿Por qué separarme de ustedes, si podrían ser los últimos días?

-Puedes sanarte. 

Niega con la cabeza. Es inútil pelear ahora. Camina hacia su habitación y cierra de golpe. Se acuesta en su cama y busca en el cajón más cercano, encuentra un cigarro y se lo mete a la boca. No lo enciende, sólo lo mordisquea y juega con él. Está mirando al techo de su habitación. Retira el cigarro de la boca y lo sostiene entre los dedos. Cierra los ojos. Y duerme. Duerme tan tranquilamente hasta el otro día. 

A las 7:30 de la mañana, primer periodo de clases, debido a que es lunes, tienen Arte. Apenas despertó, revisó su teléfono, en busca de un mensaje, nada. Maldición, espera arreglar las cosas hoy. Esta parada junto a su casillero, jugueteando con su cabello negro y buscándolo con los ojos. Ahí viene, cabizbajo, con su pelo café despeinado, recién despertado, y guapo, como siempre. 

-¡Gabriel!- le grita de una esquina a otra. Él levanta la cabeza y apresura el paso

Corazón, depende de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora