Capítulo 25

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Capítulo 25

Analiza completamente su rostro mientras sus labios continúan moviéndose. La manera tan galante con la que sus dedos recorren su cabello rubio, y esos hoyuelos en sus mejillas cuando sonríe, y como cierra los ojos y arruga la nariz cuando ríe. Y la manera tan sutil en la que sus ojos azules brillan.

-Eres muy guapa- Interrumpe a Anastasia dejándola con las palabras en los labios

-¿Qué?- Sonríe, arrugando su nariz, moviendo su cabello.

-Eres bellísima.

-Ummm...- Se sonroja, se queda sin palabras, mira el techo azul de su habitación y se crea un dulce silencio incómodo. -Gracias...

-¿Crees que algún día nos lleguemos a conocer?

-Nos estamos conociendo...

-No me refiero a esto, ya sabes, conocernos... en persona.

-¿Sabías que hay 6 personas entre tú y la persona que deseas conocer?

-Deseo conocerte.

-Yo deseo conocer el olvido.- Sonríe, de una manera realmente triste, y deprimente. Vuelve a mirar al cielo, al vacío, y en sus ojos se ve exactamente eso, el vacío. -Creo que debería irme.

Vuelven a sonreír, una sonrisa amargada, triste, una sonrisa que cuesta creer.

-Buenas noches.

Y se apaga la pantalla. A Manuel se le desvanece la sonrisa poco a poco. ¿Es tan difícil agradarle a alguien? Oh vamos, no deberías torturarte tanto, Manuel. Algunas veces la gente no quiere avanzar, solo se queda atascada, de la manera en la que Anastasia se ha quedado atascada con ese joven psicólogo. Y aunque el olvido llame a gritos, tu solo no dejarás que se vaya. ¿Cierto? Sin embargo, hay dos jóvenes, atascados uno con el otro, caminando en el antiguo parque, a la sombra de los árboles y con el viento del otoño.

-¿Cómo es el instituto?

-¿Te refieres a la Academia?- Gabriel abre la bolsa de la paleta que acaba de comprarse.

-Sí...- Rafaela se sienta en la primera banca que encuentra.

-Es enorme, tiene varios edificios, uno de ellos es de puras habitaciones...

-¿Y están mezclados? Me refiero a que si ¿las niñas duermen en el mismo edificio que los niños?- Interrumpe tratando de hacerse la desinteresada.

-Sí, dormimos todos juntos en ese edificio.- Trata de crear una pizca de celos en Rafaela, quien solo baja la mirada y juega con los pies, que cuelgan de la banca. -Pero no tienes de qué preocuparte, todas las chicas tienen los dientes podridos por el tabaco y las drogas, dan asco.-Sonríen ambos. -También hay un edificio con consultorios, yo siempre voy al neurólogo, neumólogo y psicólogo, odio a todos menos al neumólogo, es bastante comprensivo, pero el psicólogo es un imbécil.

-¿Por qué?- Ninguno se aguanta la risa mientras insultan al psicólogo.

-Por qué me obliga a hablar acerca de nosotros.- Rodea a Rafaela con el brazo con el que sostiene la paleta, y después acerca su boca hasta la paleta, tapando toda la visión a la pobre chica.-Nadie va a comprender lo que tenemos. Nadie lo puede juzgar, así que nadie debería de escuchar nada acerca de nosotros.

Y besa sus labios, un beso tan apasionado como dulce, tan protector como bestia, tanto amor como dolor.

 

 

 

 

 

Corazón, depende de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora