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-Entonces volvamos del principio. Vinieron directamente aquí en lugar de ir al campamento, no? – les pregunto a dos bellas adolescentes y un joven cíclope.

-Así es señor brujo! – me responde un exaltado Tyson, siempre feliz de estar en mi tienda y juguetear con Mokona.

Me levanto de mi asiento y me dispongo a caminar hasta la ventana que da al jardín. Siento la mirada del trío a mis espaldas siguiéndome. Esperando que alguna respuesta que vaya a dar les satisfaga en su situación actual.

Suspiro en silencio. Sabía que esto iba a suceder, pero tan solo puedo inmiscuirme en ciertos detalles para no desbaratar toda la secuencia de hechos que en un futuro darán fruto.

Me doy vuelta y me acerco lentamente a mis dos jóvenes y bellas semidiosas, pasando levemente mis dedos a través de sus cabellos suaves.

-Perse, ve a avisarle a tu madre que nos iremos al campamento. Dile que si quiere venir con nosotros que le conviene que traiga sus libros y cuadernos para no atrasarse- le digo con un tono serio para terminar burlonamente, sacándole una sonrisa a la pelinegra.

-Está bien Harry. Ups! Quizás no debí haber dicho eso...- me contestó rápidamente Perse, alejándose velozmente a donde se hallaba su madre, pero no sin antes darme un beso casto.

Miro divertidamente en dirección contraria a donde estaba Annabeth. Sé perfectamente que ella ahora querrá respuestas, pues puedo ver por el reflejo de la ventana como sus ojos brillan peligrosamente. Realmente debería generar una reunión para evitar todas estas confrontaciones con las chicas.

-Con qué Harry, no? Hay algo que quieras explicar? – me cuestiona mientras golpetea repetidamente el suelo, esperando respuestas.

Escucho reír sin disimulación alguna a Mokona y a Tyson...juro que les jugaré bromas durante toda una semana por ello.

Tomando la mano de la rubia, la guío en dirección al sofá, indicándole que se siente en mi regazo, mientras enrosco mis brazos en su cintura acercándola de esa manera hacia mi pecho.

La veo queriendo hacer un puchero por mi falta de respuesta, lo que me saca una risita, y en consecuencia de ello le doy un beso en los labios, haciendo que su cara se ponga como un tomate.

Pasando tranquilamente mi mano izquierda por su espalda para que se relaje, me dispongo a contarle la misma historia que les conté a Sally y a Perse tiempo atrás. Le digo sobre lo que fui y también le digo sobre mis sentimientos a cada una de ellas.

Una parte de mí estaba aterrorizada por recibir una negativa de su parte, pero esos miedos fueron tan simplemente efímeros. Pues ella simplemente pasó sus manos por la parte posterior de mi cabeza, asiéndose firmemente a mi pelo y besándome fuertemente, quitándome el aire repentinamente.

Me dijo que a pesar de ser más grande que ella en edad, en realidad era responsabilidad de cada una de ellas el protegerme de otras "usurpadoras", como ella les llamó, y que debían de estar completamente seguras de aceptarlas.

Tan solo pude mantener mi boca abierta en total incredulidad por sus palabras, cosa que ella aprovechó de manera eficaz para volver a besarme como si no hubiese mañana.

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Las caras que en estos momentos me estaban haciendo era para el recuerdo. Una vez que todos habían hecho sus mochilas, nos dirigimos al jardín de la tienda y posicionándonos cómodamente bajo un árbol, les hice la pregunta del millón.

Supongo que creer, de vez en cuando puede ser divertidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora