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Capítulo 19: Preludio bajo la nieve de diciembre

-Bien, alguien puede decirme por qué viene Harry? – oí preguntar a la princesa de los cielos, la cual aprendió mi nombre tras escuchar a escondidas a las demás en mi casa.

Debo decir que apenas se enteró que no le había dicho mi verdadero nombre, ella me dio caza por toda la mansión. Tuve que esquivar rayos, lanzazos, botas voladoras, e incluso a Mokona, quien era utilizado de proyectil.

Luego de apaciguar su ira, a base de galletas y masajes, ella dejó de perseguirme por todos lados. Thalia pidió a las demás chicas todo lo que sabían sobre mí. Lo cual me hizo respirar de alivio, pues aún no sabían todo sobre mi persona, o ya estaría bajo siete llaves y envuelto en una bolsa de poli estireno para evitar que me lastime.

Volviendo al ruedo, me hallaba caminando tranquilamente con Perse a mi derecha, asiéndose de mi brazo, mientras que Annabeth la imitaba a mi siniestra. A su vez, que nuestra tercera acompañante iba por delante de mi haciendo preguntas, a la vez que mascullaba por lo bajo el hecho de no haber reaccionado a tiempo para agarrar uno de mis miembros superiores, lo que me causaba gracia.

-Y bien? Alguien puede decirme por qué viene el cuatro ojos? - dijo en un vano intento de tomarme el pelo, a lo que respondí con un hechizo urticante directamente a su nalga izquierda, mientras silbaba distraídamente una canción de Green Day.

A lo que nos llevaba a otro cambio radical que sufrió la tienda. Básicamente, luego de los tres días, todos nos habíamos aprendido las letras de toda la discografía de dicha banda. Llevando en consecuencia, correr directamente a la primera disquería para comprar cualquier CD de diversas bandas de rock con tal de cambiar el ambiente de la tienda. No detestaba la banda, pero de ahí a escucharlo hora tras hora, ya era redundante. Sally casi se pone a llorar cuando me vio con discos nuevos, y Mokona me quiso besar, pues hasta ella se estaba volviendo loca.

-Porque si veníamos en el coche de mi madre, nos hubiésemos demorado como tres horas más- respondió Perse, mientras cerraba los ojos y caminaba, guiándose tan solo por mi andar.

-Entonces, porqué viene Mokona? – volvió a preguntar, alzando a la bola negra de pelos que llevaba en sus brazos, como si se tratase de una peluche.

-Porque así podrá reencontrarse con su hermana- respondió tranquilamente Annabeth, recordando las veces que se había encontrado con el grupo de Artemisa en mi tienda, lo que tuvo como consecuencia numerosas propuestas para unirse a las cazadoras.

-Si es así, quién está cuidando la tienda? – parece que la princesa está llena de preguntas el día de hoy.

-Cissa, Fleur, Andy, Khione, Daphne y Sally. Aunque estén más que nada, cooperando con el libro que Sally está escribiendo y no quiere mostrarme- le digo, mientras arrugo el entrecejo al tratar de dilucidar aquella escritura.

-Y quién las cuida a ellas? - ...está bien, eso no lo pensé...

-Nadie, y espero que cuando vuelva, no encuentre la tienda incendiada- respondo con un tono juguetón, con tal de traer una sonrisa a su cara.

Y al parecer funcionó, pues apenas mis palabras salieron de mi boca, ella trató de simular su felicidad tras lanzar al aire a Mokona, mientras esta pedía a gritos más repeticiones.

Todos íbamos abrigados, pues el solsticio de invierno estaba llegando, y el clima no era muy amigable con la gente. Y más aún si se debe a que Deméter extraña a su hija.

Tanto Annabeth como Perse iban vestidas con jeans oscuros y camperas a juego, mientras que Thalia vestía pantalones rajados en sus muslos y una campera de cuero, haciendo que apenas saliésemos de la tienda sufra de escalofríos. Cosa que arreglé inmediatamente con un hechizo de calefacción, cosa que ella me agradeció mientras intentaba ocultar de manera infructuosa su vergüenza de mí.

Supongo que creer, de vez en cuando puede ser divertidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora