Capítulo VI

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Bruno Bruns

Sabia que mi padre buscaría hasta en lo más hondo de todo el asunto, por eso daba por hecho que ninguna de todas esas pruebas -y créanme que eran muchas- servirían, al menos no por si solas. Investigue entre todos esos documentos la nueva vida de Abril Miller. Era importante recuperar información actual, como en donde se encontraba su nuevo hogar.

Tarde algunos días, pero recolecte toda la información necesaria. Me alquile una cabaña cerca de su casa, en el mismo pueblo, ese era el primer paso, intentar tenerla cerca. Si ganaba su confianza quizás ella termine dándome los datos que jamás revelo sobre la muerte de su familia.

Cuando termine mi mudanza -que no me llevo mucho tiempo, ya que solo fui con lo justo e indispensable- empecé a recorrer mi nuevo y temporal pueblo. Era tranquilo, no se parecía en nada a mi hogar, ni a la gente que allí vivía. En este sitio todos parecían conocerse y ser amables unos con los otros. Descubrí que solo había una universidad en todo el pueblo, así que lo único que debía hacer era averiguar qué carrera seguía Abril, así poder anotarme en ella.

Pase por un enorme parque lleno de árboles, en el centro había una fuente con agua limpia y transparente, los pájaros se posaban en ella. Me llamo la atención su hermosura, así que decidí sentarme en uno de esos bancos blancos que se encontraban en el parque a contemplar su lindura, pero poco me duro esa paz, de golpe algo me saco de mi eje...

Era Abril Miller, pasando justo delante de mí. Su perfume invadió aquel espacio. No podía creer que sea ella, la había visto tantas veces en fotos cuando era pequeña- y claro, yo también lo era-, la había maldecido tantas veces a ella y a su familia por separar a mis padres.

Vestía unos jeans oscuros y una remera gris. Su pelo hasta la cintura, castaño claro y sus enormes ojos color miel. Era exactamente igual a cuando era niña, solo que ahora era una mujer, se le notaba en su sensualidad al caminar y en su cuerpo perfectamente formado.

A su lado tomándola de la mano un joven de mi edad o quizás unos años más. Vestía remera roja y unas bermudas de jean. Iban tonteando por el parque, como una pareja recién casada. Pensé un minuto y con su novio ahí no podría obtener el encuentro que deseaba, pero no era de gran problema, inventaría una buena excusa para terminar ganándome su confianza como sea posible.

Intente tener un primer acercamiento, pero fue un gran fracaso. Rodeé el parque lo más rápido que pude para poder topármelos de frente, cuando casi los tenía delante mío, jugué el papel de distraído y choque de frente con la niña Miller

-Lo siento- dije, fingiendo mi personaje de niño bueno
-Lo sientes? - Contesto el muchacho que la acompañaba con un tono agresivo, mientras ayudaba a Abril a levantarse.
-No fue mi intención- Replique
-La próxima te fijas por donde caminas-

Tome aire para no entrar en líos. La sangre me hervía en rabia. ¿Quién se creía ese idiota para hablarme así?
Digamos que, en mi vida normal, no soy de los chicos pacíficos que piden disculpas y se van a sus casas como si nada hubiese pasado, a decir verdad, soy todo lo contrario, pero si enfrentaba a ese imbécil mi plan quedaría completamente arruinado.
Trague saliva e intente contener toda mi ira. Mira a Abril a los ojos- y vaya que eran bonitos- y solté

-Estas bien? -
-Si, gracias- Respondió. Su noviecito la tomo del brazo y se fueron.

Ese muchacho iba a traerme problemas, lo sabía...

El hombre del sacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora