Capítulo X

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Bruno Bruns

Cuando Abril cruzo la puerta de madera de mi cabaña para volver a su hogar, la acompañe y espere como buen caballero que subiera a su taxi. Le pedí que me avisara cuando llegara sana y salva, claro que no era eso precisamente lo que me interesaba, si no, el conseguir su número telefónico cuando aquel mensaje llegara.
Cerré la puerta y me recosté en el gran sillón blanco para analizar en mi cabeza el plan, pero fue completamente imposible, la imagen de Abril Miller con mi ropa puesta, que le quedaba completamente holgada y con su pelo húmedo tomando aquel chocolate caliente entre ambas manos invadía mi cabeza.

Me senté y tome aire, no podía detenerme en estupideces de ese estilo, de hecho yo jamás fui de ese modo: No creo en canciones románicas, ni en poemas, ni romances, toda esa cursilería estaba muy lejos de mi y claramente estar tirado en un sillón con la imagen de una muchacha todo el tiempo pasando por mi cabeza, una y otra vez, no era mi estilo, aunque debo admitir que aquel recuerdo me hacia sonreír.

De golpe, ruidos muy fuertes en mi puerta me hicieron saltar del sillón, me levanté rápidamente y me dirigí hacia ella. ¡Cuando la abrí vaya sorpresa! Dante estaba delante de mi puerta, se lo podía ver furioso, con Abril detrás de el

-Voy a romperte esa carita de niño bueno- Soltó entre dientes y con los músculos completamente tensos. Note la incomodidad de Abril y eso hizo que mi sangre empiece a recorrer mi cuerpo con mas velocidad.

-Te pido por favor que te largues de mi casa- Respondí intentando no mostrar mi verdadera personalidad. No podía arriesgarme a que Abril Miller se aleje de mí, y si molía a golpes a su noviecito (y si que tenia ganas de hacerlo) nunca iba a ganarme su confianza.

- ¡Así que eso eres, una gallina!
-Ya basta Dante, por favor- Dijo Abril y las lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos. -Perdóname por favor- Siguió, pero esta vez dirigiéndose hacia mí.
Algo en mi comenzó a brotar cuando vi a la niña Miller llorar de esa manera tan desesperada, intentando pedirme disculpas por algo que no había hecho. Di un paso rápido fuera de la cabaña tomando a Dante por el cuello, él era un poco más alto que yo, pero eso no me detuvo, jamás le tuve miedo a nadie, el no sería la excepción. El suelo estaba muy mojado por aquella gran tormenta, el viento seguía siendo frio y soplaba con fuerza.
Dante dio unos pasos hacia atrás mientras yo avanzaba con mi mano rodeado su cuello, su espalda dio justo contra una de las columnas de la entrada a la cabaña, lo mire con odio y sin soltarlo del cuello le dije intentando contener toda mi ira

-Lárgate de mi casa o esto no terminará bien para ti- Dante apenas podría respirar, me miraba desorientado, jamás nadie se había animado a enfrentar a aquel gran mastodonte. Mire hacia un costado y la vi a ella mirándome con sus grandes ojos, completamente sorprendida

-Basta, por favor- Dijo e inmediatamente deje a Dante de lado. La mire fijamente, preocupado por ella, pero haciéndole saber que todo estaría bien. Me gire a su novio que estaba tocándose el cuello y acomodando su ropa, le clave la miraba más profunda y amenazante que tengo y cruce una vez mas aquella puerta de madera sin decir una palabra más, tras entrar cerré la puerta detrás de mí, dejándolos fuera de mi casa. A los pocos minutos escuche como se iban.

Me dirigí al baño para darme una ducha, debía relajarme y pensar en cómo seguiría mi plan ahora que la había cagado con Dante, supongo que aquel idiota ya debe estar prohibiéndole a Abril que vuelva a acercarse a mí, pero eso no pasara, no lo permitiré!

El hombre del sacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora