Capítulo IV

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Eduard Bruns

Noches enteras estuve intentando averiguar algún mínimo dato, pero nada funciono. Liam y yo trabajábamos codo a codo, incansablemente pero cada pista, cada rastro se nos escurría entre las manos como agua.

Durante esos meses gaste más plata en café que en cualquier otra cosa. Mi tiempo y mi vida estaban abocados a descubrir quien había asesinado a la familia de esa dulce niña, pero nada parecía indicarme por donde ir. Cada noche Liam y yo nos quemábamos las pestañas por descubrir quien era capaz de semejante atrocidad, pero nada parecía servir.

Unos meses más tarde del asesinato de la familia Miller, el hogar de niños donde se encontraba Abril decidió que era hora de que esa pequeña niña rehaga si vida y deja atrás todo ese enorme dolor. Abril aparecía en las listas de adopción del pueblo, y para mi sorpresa y agrado, Liam decidió pedir su custodia. Claro que no era nada fácil, todos querían a la pequeña por su dulzura e inocencia. Todos en el pueblo se enternecieron con la historia de la pobre niña que lloraba y pedía por su madre, y ni hablar de que era una preciosa chiquilla, su pelo largo castaño, que lucía un hermoso flequillo que terminaba justo por encima de sus ojos color miel que escondían una enorme tristeza enamoraban a cualquier persona que la mirara.
Me parecía bien que Liam se la quedara, ellos habían entablado muy buena relación en todo ese tiempo. Cada vez que había que entrevistar a la pequeña, Liam se acercaba a ella con juegos e intentaba sacar la información que necesitábamos, pero siempre fue imposible. La niña no hablaba, y los dibujos que hacía no reflejaban absolutamente nada. Solo sabíamos que un hombre de saco había robado la sonrisa de esa hermosa muñeca.

Moví mis contactos y después de varias entrevistas le dieron la custodia a Liam de aquella pequeña y por supuesto con ella, quedo desvinculado completamente del caso, no se aceptaba en ese entonces, que familiares directos tengan acceso al expediente- aunque me parecía ridículo- ahora Liam era su padre oficialmente y ante la ley.

Estaba feliz por ellos, Abril merecía una familia, y Liam junto a su mujer no tenían niños. Los meses pasaron y la pequeña cada vez se adaptaba mejor a ellos y era algo reciproco. Cuando visitaba la casa de mi amigo y ex compañero de oficina, podía ver a la niña jugar y reír. Gracias a terapia y mucho amor Abril volvió a hablar, no era algo físico, sino algo psicológico lo que reprimía su voz.

En cuanto a mí, durante los 3 años siguientes no pude dejar de pensar en ese caso. ¿Cómo era posible que el asesino haya desaparecido de la faz de la tierra sin dejar ningún tipo de rastro? No podía permitir que este caso arruine mi impecable trayectoria. En tantos años como agente jamás falle, nunca nada se escapo de mis ojos, siempre había algo que ver, algo que oír, o algo que sentir que me indicaba exactamente por donde ir, pero en este caso nada me ayudaba. Me obsesione tanto con todo aquel tema que termine mi matrimonio de 20 años. Mi esposa ya no soporto que llegara a cualquier hora, o que solo sea el asesinato de la familia Miller mi tema de conversación.

Nunca descubrí que fue lo que realmente paso, nunca pude darle un alivio a la pequeña Abril Miller. Han pasado ya 20 años desde aquel crimen atroz. Liam, Marga (su esposa) y Abril partieron a otra ciudad cuando la niña cumplió sus 14 años y nunca mas se supo de ellos, supongo que quisieron dejar todo atrás y comenzar otra vida.

Hace meses estoy enfermo, casi no tengo fuerza para nada, pero, aun así, después de tantos años en mi cabeza sigue resonando ese caso. No puedo parar de pensar en él, en cómo el asesino se burló de todos, en como se esfumo en el aire. Quizás yo muera esta misma noche, pero no puedo permitir que este caso muera conmigo, después de todo, era al único al que parecía importarle. Hice un intento desesperado y llamé a mi hijo Bruno para pedirle un último favor muy especial...

El hombre del sacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora