Capítulo XII

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Abril Miller

Todo el camino hacia mi hogar me sentía como en el aire mismo. Jamás nadie había podido con mis ataques de pánico, jamás me había sentido tan cómoda con una persona, ni siquiera con Dante.

Cuando llegue al destino e ingrese a mi hogar, Dante estaba del otro lado de la puerta junto a mis padres, vi la cara de preocupación de todos, excepto la de Dante que estaba rojo de ira y todos los músculos de su cuerpo totalmente tensos.
Luego de escuchar los regaños de mis padres, Dante les pidió permiso para que salgamos a dar unas vueltas y así poder calmar las aguas, o eso fue lo que dijo.

Cuando abandonamos mi hogar y dejamos atrás a mis padres, Dante comenzó a maltratarme como nunca antes, jamás me había gritado y humillado de tal manera. Según el, yo era una atorranta arrogante que no merecía respeto, que me había ido a la cabaña de un don nadie que apenas conocía, haciéndolo quedar a el como un idiota.

Intente explicarle exactamente como habían sido las cosas, pero fue imposible, el escuchaba solo lo que quería y me obligo a llevarlo hacia la cabaña de Bruno, aunque al principio me negué rotundamente, los insultos y las humillaciones eran cada vez mas y mas fuertes, el enojo brotaba de su cuerpo. Tomo mis brazos con sus manos, apretándolos muy fuerte y marcando mi blanca piel con una mancha roja que pronto pasaría a estar negra. Ya no resistí todo ese maltrato y le dije donde encontrar a Bruno.

Apenas obtuvo la dirección me soltó y sin dar vuelta hacia atrás se dirigió hacia el lugar.
Por mi parte lo seguí, intentando detenerlo antes de que cometa una locura.
Llegamos a la cabaña de Bruno y para mi sorpresa el supo muy bien como detener todo ese impulso de Dante. Jamás creí que alguien pudiera hablarle de esa manera y salir ileso, pero el pudo hacerlo y eso me dejo boquiabierta.

Cuando Bruno cerró la puerta Dante me clavo la mirada y con un tono amenazante dijo entre dientes

-Te vuelves a acercar a el y le partiré esa carita de niño bonito- Aunque no preste atención alguna a su amenaza.

Dio media vuelta y comenzó a caminar. Hice lo mismo, pero ambos tomamos diferentes caminos.

Me dirigí hacia mi hogar mientras miles de sentimientos recorrían mi cuerpo. Cuando llegué, fui directo a mi habitación. Me sentía abombada, confundida y abrumada por la situación, sentía miedo de que Bruno ya no quiera verme por aquella escena que Dante presento en su hogar, por otro lado, no podía creer como Dante se atrevió a tratarme de ese modo solo por celos, pero entre todos estos sentimientos de angustia había algo que me hacia sonreír y calmarme: Bruno y su simpleza, su manera de calmar mis llantos y preocupaciones.

Le escribí un mensaje vía WhatsApp

-Bruno, soy Abril. ¿Estás ahí? - La espera fue infinita hasta que llegara su respuesta, pero por fin mi celular sonó
-Hola Abril, estuve esperando tu mensaje, ¿estas mejor?
-No del todo, estoy bastante angustiada para serte sincera, no me gusto lo que paso, te pido disculpas, si hubiese tenido otra opción jamás hubiese llevado a Dante hasta tu cabaña, créeme por favor
-Te creo! Ya me estoy acostumbrando a los berrinches de tu novio minutos después de verte-
Bromeo
-Me siento muy avergonzada. Podemos vernos mañana en el parque para hablar si quieres, así entenderás mis motivos
-Perfecto! Mañana a las 16:00 hs te esperare en el parque, en el mismo lugar donde te cruce la primera vez

Me recosté sobre la cama con mi teléfono celular reposando sobre mi pecho, la sonrisa se me implanto en el rostro, no podía esperar a verlo.

El hombre del sacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora