Capítulo VII

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Abril Miller


Era un día normal, como cualquier otro en mi vida. La tarde estaba fresca y se avecinaba una gran tormenta. Odiaba las tormentas mas que a cualquier otra cosa, seguramente sea porque me recordaban a aquella horrible noche donde mi vida se torno oscura para siempre.

Desde que tengo uso de razón la gente que me conoce tiene pena por mi o se acerca simplemente por curiosidad, odio que hagan eso, supongo que por ese motivo comencé mi relación con Dante. No solo era el muchacho mas rudo de todo el pueblo, sino que además no tenía ni idea de que pasaba a su alrededor, todo lo solucionaba con violencia. Si alguien se me acercaba enseguida lo espantaba y eso, en cierta forma, me hacia sentir protegida.

Todo en mi vida estaba mucho mas calmado desde aquellas épocas, la policía dejo de interrogarme y me mude con mis padres a un pueblo mucho mas tranquilo, solo las tormentas me sacaban de mi eje y necesitaba unas pastillas que me receto la psiquiatra para que me calamara en esos momentos.

Mi relación con Dante iba de mil maravillas, era muy hermoso y me protegía de la gente, además no era tan estúpido como creen, aunque el se encargaba de que así pareciera. Su carácter y celos no me afectaba en lo mas mínimo, yo solo dejaba que discuta y cuando se cansaba todo volvía a estar bien. A pesar de lo que todos piensan, Dante jamás me puso un dedo encima, ni siquiera nunca lo insinuó, solo una vez tuvimos un episodio, discutimos porque mi short no era suficientemente largo a su parecer y fue tanto su enojo que se puso rojo de ira y golpeo una ventana con su puño. Tuvimos que salir corriendo hacia la guardia de un hospital, y cuando llegamos mentimos, dijimos que jugábamos y tropezó.

Todavía no entiendo bien porque mentimos de esa forma, literalmente él no había hecho nada malo, se había lastimado a si mismo por bronca, no me parecía normal, pero tampoco era un delito.

Con Dante decidimos ir a dar un paseo al Parque Chacabuco antes de que la gran tormenta se desate, tenia mis pastillas en el bolsillo por si se adelantaba la lluvia. Íbamos tonteando cuando de golpe un muchacho me choco de frente. Caí y mis pastillas salieron de mi bolsillo y tocaron el suelo del enorme parque. Mire hacia adelante intentando guardar mis pastillas rápidamente para que no las viera, pero para mi sorpresa aquel muchacho me recordó a alguien de mi pasado. Me quede en pausa unos segundos, mientras veía a Dante intentar ahuyentarlo como siempre hace. Sus ojos color verde, su pelo negro como la noche y su piel trigueña me recordaban tanto a aquel detective de mi niñez. Me quede impactada, esos segundos parecieron horas, no podía dejar de mirarlo, de golpe su voz me hizo volver a la realidad

-Estas bien? - Pregunto, mirándome directo a los ojos e ignorando a Dante por completo
-Si, gracias- Dije casi sin poder respirar. Dante me tomo del brazo y seguimos nuestro camino.

Tuve que soportarlo las próximas 10 cuadras hablar de cuanto odio le había dado aquel muchacho y que sin lugar a duda se merecía una paliza por empujarme de esa forma. Yo no escuchaba nada de lo que venía diciendo, seguía perdida en aquel muchacho, estaba completamente impactada y sin aliento. De golpe lo escuche hablar

-De que estas hablando? ¿Crees que me empujo? -
- Claro que si Abril, fue apropósito. Debí haberlo golpeado-
-No fue así y lo sabes, déjalo en paz-

Ya estábamos en la puerta de mi hogar, le di un beso a Dante y me alejé un poco molesta e impactada a la vez.

El hombre del sacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora