Capítulo V

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Bruno Bruns

Era una mañana como cualquier otra, estaba sentado en mi escritorio cuando de pronto sonó mi teléfono celular. Miré la pantalla y reconocí inmediatamente el número que aparecía en ella; era mi padre.

Luego del divorcio con mi madre comencé a ver pocas veces a la semana a mi padre. Cada lunes, jueves y sábados los pasaba con él, pero solo unas pocas horas. Amaba a mi padre, de eso no había dudas, pero siempre lo culpe por haber dejado a nuestra familia en segundo lugar.
Deje de lado esos pensamientos y conteste el teléfono

-Hola-
-Hola Bruno, podrías venir ahora mismo a visitarme al hospital? Es importante-
-Claro! Voy de inmediato-

Ese llamado me puso en alerta, mi padre se encontraba muy enfermo y temía que algo malo este ocurriendo, así que tomé mi abrigo y salí directo hacia el hospital. Ingresé y me dirigí al piso 3, habitación 708. Cuando cruce la puerta ahí estaba, tirado en su cama, lleno de cables por donde se lo viera. Se encontraba pálido y ojeroso, me impresiono verlo de esa manera.
Me senté a su lado y comenzó a hablar

-Hijo, necesito que termines lo que yo no pude- dijo con la voz débil
-No entiendo de que hablas- Conteste confundido
-El caso de Abril Miller hijo-
-Debes estar bromeando- Revolee los ojos hacia arriba
- Se que culpas a esa niña de mi separación con tu madre, crees que su caso destruyo nuestra familia y realmente no fue así. Tu madre y yo estábamos algo cansados, si no jamás nada nos hubiese separado. Bruno, estoy a punto de morir, lo sabes, este caso me atormento por años y años, necesito descubrir quien fue el asesino de la familia Miller para poder partir en paz

Esas palabras quedaron retumbando en mi cabeza, no sabia que hacer, aunque dijera que, si no sabría por donde empezar a buscar, aquella vieja casa de los Miller había sido refaccionada y vendida a otra familia. Suspire...

-Lo hare- Le conteste al instante, después de todo era su ultima voluntad. Sus ojos se llenaron de agua rápidamente
-Gracias hijo, sabia que no me decepcionarías- Dijo, mientras me tomaba de las manos.

Me entrego la llave de su escritorio y dijo que allí encontraría todo lo necesario para empezar. Me dirigí a su casa- Apenas cruce la puerta de madera un olor familiar me impacto, era el perfume tan particular a jazmines que tenía siempre la casa de mi padre. Camine por el pasillo rojo directo hacia su oficina. Era una habitación cálida y luminosa, completamente blanca, perfecta para trabajar en calma. Saque de mi bolsillo la llave que mi padre me había entregado. Mi sorpresa fue enorme cuando vi la cantidad de material sobre el caso Miller que tenía guardado. Era hora de empezar...

El hombre del sacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora