Capítulo XXVI

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Abril Miller

Todo paso tan rápido que apenas puedo creerlo, Bruno, la persona que amaba no era más que un idiota que me utilizo a su gusto para sacarme información.
Me sentía usada, sentía vergüenza de mi misma por no haber notado sus verdaderas intenciones -Soy una tonta- pensé en mis adentros mientras mis lagrimas recorrían mi rostro.

Intento seguir con mi vida tal y como estaba antes de que él apareciera, pero es imposible hacerlo, la angustia que siento es inmensa. Recuerdo sus labios besando los míos, todas aquellas sensaciones que experimento mi cuerpo cuando sus manos tocaron mi piel, sentía que todo era especial y realmente no lo era, al menos no para él, todo era una gran mentira.

Siento tanta vergüenza y pena de mi misma que no tengo interés en ver a nadie, solo quiero estar recostada en mi cama, encerrada en mi habitación un largo tiempo hasta que Bruno se mude o pueda arrancarme el amor que siento por él.

Mi teléfono móvil comienza a sonar, veo la luz brillar desde la pantalla y su nombre atormentándome, haciéndome saber que es él quien se encuentra del otro lado de la línea. Tomo el móvil con ambas manos, mientras vibra en ellas una y otra vez, mi cara se ilumina con la luz de la pantalla -No atenderé, no puedo hacerlo- Pienso, y dejo caer el celular sobre la cama. Las lagrimas comienzan a brotar una vez más, ya no sé que sentir, que pensar, ni que creer, quisiera despertarme a su lado y que todo esto sea una pesadilla. Suena el móvil una vez más, observo de reojo y puedo notar un mensaje vía WhatsApp que me digno a leer

"Abril se que te falle, sé que quizás nunca mas quieras oír mi voz y asumo que no necesitas oír los motivos que me llevaron a esto. Solo quiero que sepas que te amo, que todo lo que siento por ti es real. Quisiera verte una vez mas y que escuches lo que tengo para decir. Te amo y te amare siempre"

Leí aquel mensaje varias veces durante algunos minutos -¿Cree que puede seguir tomándome por tonta?- pensé y eso me enfureció. Me levante de mi cama, aquella que había sido mi fiel compañera de lágrimas la última semana, al levantarme mi mirada se nublo, provocando un mareo intenso que me devolvió a la cama en cuestión de segundos. Tome mi cabeza con ambas manos y espere sentada a que aquella sensación se desvanezca y me dirigí al baño para poder darme un baño de agua caliente.

Me sumergí en la tina, el agua se encontraba perfecta, la sensación de estar bajo el agua siempre me había trasmitido paz. Comencé a recordar aquella noche, la que para mí había sido la mejor de toda mi vida junto a Bruno, las luces en el baile de la universidad, mi vestido, la música y él, tan perfecto con aquel traje, sus besos, sus caricias -Caí en su juego como una tonta- pensaba. Odiaba admitirlo, pero lo amaba de una forma desmedida y sentía el dolor de la decepción que me estaba ahogando.

Decidí salir de la tina, los pensamientos solo hacían que cada musculo de mi cuerpo se tense aún más y ningún pensamiento se aclaraba.
Me aliste lo más rápido que pude y tome mi abrigo para dirigirme a su cabaña, debía verlo, darle la oportunidad de que me explique algo, tenia la necesidad de creer sus palabras.
Camine por la fría calle con la esperanza de hallarlo en su cabaña, aquella en donde tan feliz había sido. Sentía miedo de caer en su trampa, pero necesitaba creer lo que me decía. Cuando llegue, golpee la puerta

- ¿Quién es? - Escuché del otro lado y sentí un nudo en el estomago que me imposibilitó responder. Bruno abrió la puerta y su rostro al verme se ilumino...

El hombre del sacoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora