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No pasó mucho tiempo cuando fisgoneé en la gran habitación de Tethra y descubrí que el gran dios se encontraba en estado de coma, miré a su lado, había un gran agujero negro que al atravesarlo nos llevaría a la Tierra de los vivos. Sentí una gran emoción recorriéndome, me aseguré de que no se despertara fácilmente y una vez que estuve convencido corrí hasta donde Balor.

-Bien, es el momento-anuncié mientras encontré a Balor vestido con la ropa que guardó de la última vez que estuvimos allá.

-¿Piensas irte así?- paseó su mirada por mi cuerpo- Quizá en tu emoción se te olvida que tus bonitas ropas de dios se quedan aquí, a no ser que quieras que los humanos te vean exhibiéndote, te recomiendo vestir algo más apropiado.

-Creo...creo que no guardé nada de la última vez-.

Balor puso los ojos en blanco y me lanzó unos pantalones y una camiseta con holanes en las mangas y cuello.

-Ya me lo imaginaba- me dijo mientras me quitaba la túnica y se la pasaba para que la guardara junto a la suya.

Una vez listos, atravesamos con cuidado todo el lugar hasta llegar a la habitación de Tethra, miramos antes de entrar y con pasos muy quedos, llegamos al portal. Pude ver de reojo la cara de emoción de Balor, sonreí y lo tomé de la mano. No era porque me sintiera emotivo, era requisito, si no él podría terminar en algún otro lado, lejos de mí. Tomados de la mano, ambos nos miramos y saltamos dentro. Y de pronto...oscuridad.

Cuando los dioses de la muerte atravesábamos el portal, nos veíamos exactamente como los humanos excepto que no sentíamos dolor, no podíamos morir y además, el color de nuestros ojos cambiaba, eso nos servía para reconocernos entre nosotros; los míos siempre cambiaban a un plateado intenso y los de Balor se volvían violetas. Lo descubrí cuando lo miré a los ojos aún tirados en el suelo después de aterrizar en el otro lado.

-Maldición, ¿por qué no podemos caer con más elegancia?- se quejó Balor poniéndose de pie y sacudiéndose la ropa.

Me levanté y miré a mi alrededor. Todo había cambiado. El suelo de antes era de tierra y este parecía de una roca extraña y gris.

-¡AAAAAAAH!- sentí a Balor, esconderse detrás de mí justo cuando una máquina grande y con ruedas emitía un ruido sordo hacia nosotros.

-¡Quítense del camino, payasos!- nos gritó un individuo desde dentro del artefacto.

-Pero ¿cómo se atreve a gritarme así??- me giré indignado hacia Balor quien miraba con el ceño fruncido a la máquina.

-Vaya, antes los humanos se transportaban en caballos y ahora se usan esas....esas cosas- dijo con curiosidad.

Comenzamos a caminar, seguimos el sendero de piedra gris esperando ver algún poblado cercano. Caminamos durante horas sorprendiéndonos de todo lo que veíamos a nuestro alrededor. Varias máquinas con ruedas pasaron a un lado de nosotros y las personas que viajaban dentro nos gritaban cosas o nos encandilaban con unos extraños aparatos pequeños que lanzaban una luz cegadora.

Llegamos a lo que parecía ser una aldea moderna, tenía grandes edificios y máquinas de ruedas por doquier, había demasiada gente y nadie, absolutamente nadie se vestía como nosotros.

-Elatha, me siento ridículo con estas ropas- me susurró Balor mientras saludaba a un hombre que lo miraba con la boca abierta.

-¿Qué fue lo que investigaste de esta era?- le pregunté nervioso.

-Lo primero que tenemos que hacer es cambiar esta ropa, así no llamaremos tanto la atención, luego decidiremos qué hacer-.

Seguimos caminando hasta que encontramos una boutique, entramos y una campanilla anunció nuestra llegada. Un hombre delgado y con un extraño peinado salió a nuestro encuentro. Vestía un pantalón ajustado y una playera de botones, nada de holanes.

-Pero qué barbaridad- se llevó las manos a la boca.

-Buenos días, buen hombre, requerimos de sus servicios- dijo Balor haciendo una inclinación de cabeza.

-Oh, vaya. Cuántos modales, me gusta- le guiñó un ojo- Bien señores, no se preocupen, están en las manos del mejor- levantó un brazo sobre su cabeza y puso el otro en su cadera- Bambam se encargará de ustedes, vamos síganme- comenzó a caminar dentro de la gran tienda.

Bambam caminaba por la tienda tomando una prenda aquí, otra por allá y empujó a Balor con un puño de ropa dentro de un cuarto pequeño y corrió una cortina. Hizo lo mismo conmigo. Después de un rato de probarme una y otra cosa salí con una playera de amarilla y unos pantalones de mezclilla que me hacían sentir muy cómodo. Me probé unos tenis que Bambam me ofreció y salí para admirar mi muy humana imagen en el espejo.

¡Vaya! Lo que un poco de ropa podía hacer. Poco después salió Balor, vistiendo una camisa azul y unos pantalones negros. Bambam me colocó unos lentes oscuros que, para mi fortuna, ocultaban mi nada común color de ojos y algunos otros accesorios. Después de arreglitos aquí y por allá, Bambam aplaudió su esfuerzo.

-Se ven divinos, nada que ver con ese atuendo de ancestros...iugh!- hizo una cara de asco y dio un empujoncito con su pie a la ropa vieja apilada cerca de él y se acercó a un mostrador- hizo algunas cuentas y nos miró- Serán 180 dólares, caballeros-.

Balor y yo nos miramos sorprendidos, olvidamos por completo que necesitábamos dinero para adquirir cualquier cosa. Miré a Balor de reojo, no había otra opción.

-Bambam, escucha, has sido bueno y generoso con nosotros, estamos agradecidos- Balor se acercó al mostrador con una cara bastante seductora. Bambam se ruborizó y se acercó a él. Error.- Gracias, te veré del otro lado- el chico lo miró confundido y quiso alejarse. Balor fue más rápido.

-Bás*- le dijo Balor con una voz ronca y el cuerpo de Bambam se desplomó en el piso de la tienda.

Una vez que escondimos el cuerpo, tomamos algo de la ropa que él nos había escogido y el dinero que logramos extraer de una maquinita con muchos botones. Aprendíamos rápido. Debíamos hacerlo para poder disfrutar un poco de los placeres que esta era nos ofrecía.



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*Bás significa muerte en irlandés  (para que se sienta lo místico, pues)


When Death Loved Me (Yoonmin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora