Cuarto Vitae

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-¡Levi! ¡A que no sabes a quién conocí hoy!-gritó el castaño mientras llegaba de su primer día de escuela.

-No lo sé, pero ha de ser bonito conocer a más gente...-dijo un poco triste el azabache.

-No te pongas triste, ven dame un abrazo-dijo el castaño mientras abrazaba al azabache.

-¿A quién conociste?-preguntó al separarse del castaño.

-A una chica llamada Mikasa. Osea, literalmente, se llamaba como nuestra casa-empezó a reír junto al azabache.

Al ver su sonrisa y escuchar su risa, un sonrojo apareció en las mejillas del castaño.

-Ay, que nombre tan gracioso. Yo nunca llamaría a mi hija así.

-No, no, no, y lo peor de todo es que no paró de mirarme y acosarme en todo el día.

-¿Qué? ¡No!-gritó el azabache mientras abrazaba posesivamente al castaño-¡Tú eres sólo mío!

Entonces se dio cuenta de lo que dijo. Un sonrojo muy notable apareció en los rostros de ambos mientras se separaban rápidamente.

-D-digo... qué tal si te secuestra y nunca regresas...-dijo agachando la cabeza, jugando con sus dedos.

-Eso nunca va a pasar, Levi-dijo mientras lo abrazaba y depositaba un beso en la frente del azabache-No permitiré que eso pase.

-Yo...

-No le prestes mucha atención, ven, es hora de tus clases de ortografía-dijo, pues él era el encargado de que el azabache aprendiera algo.

El azabache no pudo concentrarse, sólo veía al castaño fijamente, sonrojándose un poco.

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El tiempo pasaba rápido, en menos de lo que creían, ya había pasado otro año.

-¡Levi! ¡Te he traído un regalo!-digo Carla mientras llegaba con una cajita, en ella se apreciaban algunos agujeros.

-¿Qué es?-preguntó.

-Ábrelo-dejó la caja en el suelo mientras los dos niños la veían atentamente, se escuchaban algunos sonidos de su interior.

El azabache la agarró, la abrió y encontró un gato blanco que tenía un listón negro.

-Un gato-dijo-Justo lo que quería.

-Feliz cumpleaños-dijo Carla con una sonrisa-Ya cumples 10.

-Apenas llevo 4 años aquí pero siento como si hubieran sido toda la vida.

-¿Qué nombre le vas a poner?-preguntó el castaño.

-Es una hembra-dijo Carla.

-Yuki, por su pelaje blanco.

-Le queda bien-respondió el castaño.

-Bueno, yo los dejo solos-dijo Carla-Su padre y yo tenemos un vuelo al que asistir... Finalmente iré a Europa después de más de diez años-sus ojos le brillaban.

-Suerte en su viaje-dijo el azabache.

-Quiero otro hermanito-dijo el castaño.

-No puedo, no tenemos suficiente dinero-dijo algo triste-Bueno, su padre me espera, adiós.

Salió del hogar. Estarían solos hasta año nuevo, 6 días.

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El resto de la tarde habían jugado con el gatito por lo que ya era hora de dormir.

Ambos estaban en su habitación compartida. Aunque habían dos camas, dormían en la misa porque tenían frío.

-Levi-llamó el castaño-¿Sigues despierto?

-Tengo frío-respondió, estaba temblando.

El castaño se sentó en la cama, y abrazó al azabache contra su pecho.

-Creo que es el momento indicado-dijo el castaño-La verdad es que yo... creo que... t-te a-m-m-mo-dijo, sonrojado a más no poder-Cada vez que veo tu sonrisa, yo... no sé que me pasa, pero ese sentimiento me gusta y... quisiera sentirlo por el resto de los días de mi vida, ¿correspondes este sentimiento?

-La verdad es que...-con sus temblorosas manos sostenía el rostro del castaño-M-me enamoraste ha-haciéndome reír-dijo con una sonrisa, sonrojado un poco.

Se dieron un beso, el primero para ambos y sus cuerpos les indicaban que siguieran...

Y así lo hicieron.

-L-levi...-atinó a decir-Yo... quisiera que... ya sabes... tú y yo....

Desvió la mirada un poco, aún más sonrojado y avergonzado de lo que ya estaba mientras que el azabache lo veía, igual o más sonrojado que él.

-Eren...-dijo, envolviendo el cuello contrario con sus brazos, llamando su atención-Tanto mi cuerpo y mi alma son tuyos... haz conmigo lo que quieras.

Sus ojos entrecerrados, su expresión tan apetecible y sus palabras convencieron al castaño.

-Te amo, Levi...-dijo dulcemente-Quiero estar contigo para siempre... ¿Y tú? ¿Me correspondes?

Esas mejillas sonrojadas y esa dulce pero ronca voz fue todo lo que necesitó para formular su siguiente oración.

-Nunca te alejes de mí-dijo dulcemente mientras escondía su cabeza en el hombro contrario-No quiero volver a estar solo.

-Y nunca lo estarás-dijo con una sonrisa-Siempre estaré contigo.

Una promesa nacía con sentimientos delatados y acciones descubiertas... pues sí, efectivamente, ese día ambos perdieron la virginidad y toda la inocencia que alguna vez tuvieron.

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*Parte censurada para su bienestar

"Ojos inocentes "TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora