Décimo Sexto Vitae

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El tiempo pasaba rápido, en menos de lo que creían, la azabache ya tenía seis meses de embarazo.

Ambos estaban sentados en un sillón mientras la azabache se acariciaba el vientre.

-Eren, se está moviendo-dijo mientras.

-A ver, déjame ver-dijo mientras ponía una mano en el vientre de su 'esposa'.

A la azabache le gustaba sentirse tan amada, y así era feliz.

-¡Si es cierto!-confesó.

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Los meses seguían su curso, pero hubo complicaciones en el embarazo de la azabache.

Ahora ya no podía ni caminar sin ayuda, los doctores le recomendaron que quedara todo el día en cama.

-Como lo siento-dijo apenada.

-No tienes de qué disculparte, es tu salud después de todo-respondió con una sonrisa, causando el sonrojo de la azabache-Si ocupas algo dime, te ayudaré con mucho gusto.

-Si necesito algo...

-¿Qué cosa?

-A ti-dijo mientras recibía un beso.

-Tengo que ir a la universidad, pero nos veremos pronto.

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Los meses seguían su curso y ella ya tenía sus nueve meses.

Se sentía como una albóndiga con patas pero como siempre se mantenía en cama, podía ocultar su vientre un poco.

-A ver amor, déjame sentir a nuestro bebé-decía un castaño mientras ponía su cabeza en el vientre de su amada.

-Se está moviendo mucho-dijo ella-Duele.

-Ya se te pasará-dijo el castaño-Espero que no nazca hoy pues estarás sola hasta muy tarde.

-Si...

-Aquí te dejo tu comida, ¡adiós!-y salió de su pequeño hogar.

La azabache se tocaba el vientre y se sentía extraña. Comió lo que le trajeron sin muchas ganas, pues casi no tenía hambre.

Se vuelve a tocar el vientre, sintiéndolo un poco más duro pero piensa que es normal.

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El tiempo pasaba y ella estaba aburrida. Bajó las escaleras para poder llegar a la televisión pero en ese momento se tropieza.

Lleva ambas manos a su vientre, gracias a ello no le pasó nada a la criatura en su interior pero empieza a sentir unos dolor en la espalda baja.

Es entonces cuando ve sangre en el suelo... sangre que había salido de ella.

Como puede, se arrastra hasta llegar al teléfono, marcando el número de Carla.

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Eren, que curiosamente se había dormido en clase, tenía una pesadilla.

-Eren, te amo-decía una azabache.

-Yo también te amo-respondió el castaño. Es entonces cuando el amor de su vida aparece frente a él.

-¿A quién amas, a Mikasa o a mí?-preguntó.

-A ambos-respondió sin dudarlo.

-Sólo puedes elegir a uno-respondieron ambos al mismo tiempo.

-Yo... Yo... eligo a Levi-dijo firmemente.

Entonces ella se volteó, juntaron sus frentes y entrelazaron sus dedos.

-Haz tomado tu decisión-dijo el azabache mientras ella desaparecía.

-¿Qué pasó?-preguntó cuando ella ya no estaba frente a él mientras unas lágrimas traicioneras salían de sus ojos.

-Me haz elegido a mí-dijo el azabache mientras se sentaba junto al castaño-No se puede obtener todo en esta vida, pero no te preocupes, tu hijo estará bien.

«No se pueden regresar las agujas del tiempo, sólo déjalo ir y estarás bien. Lo hecho, hecho está y todo está bien, no se pueden regresar las agujas del tiempo» se escuchaba una canción al fondo.

Ambos se besaron mientras ese mundo desaparecía.

-Te amo, Eren Jaeger, te amaré por siempre-fue lo último que escuchó antes de despertar.

-Jaeger, ¡Eren Jaeger!-gritó el maestro.

-Ehm, ah, ¿si?-dijo después de bostezar.

-Su teléfono está sonando.

-Es mi mamá, ¿puedo contestar?

-Rápido.

Una vez afuera del salón, contestó.

-¿Eren?-decía una voz femenina.

-¿Si, mamá?-respondió.

-Mikasa, pues... Mikasa...

-¿Qué pasa con ella?

-Está dando a luz y parece que se complicó la cosa. El punto es que te necesitan urgentemente para firmar algo...

-Enseguida voy.

Entró a su salón y recogió sus cosas.

-¿A dónde cree que va, Jaeger?-pregunta el maestro.

-Un pariente está en el hospital y...-dijo tristemente, el maestro suspiró.

-Vaya rápido.

Lo que no sabe y quizá nunca sabrá es que ese sueño tuvo una reacción en el espacio-tiempo, alterando su futuro.

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-¿Usted es el padre del bebé?-preguntaba el doctor.

-Ehm, sí-respondió un castaño.

-Llega justo a tiempo, ocupo que me firme unos papeles-dice mientras entrega los papeles.

-Y, ¿qué dicen?-la verdad, que flojera leer todo.

-Que para salvar la vida de su hijo, tenemos que sacrificar la de su esposa. Si no lo hace, morirán ambos.

El castaño firmó los papeles mientras una lágrima salía de sus ojos.

-¿Y? ¿Para qué te querían?-preguntó su madre.

-Mamá-dijo con voz temblorosa-Mikasa... Mikasa va a morir.

Se refugió en el pecho de su madre mientras sollozaba a todo pulmón... si, si quería a su esposa.

Dijera lo que dijera, él si amaba a esa azabache que ahora sacrificaría su vida para tener a su hijo.

"Ojos inocentes "TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora