Décimo Séptimo Vitae

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Al cabo de un rato, un doctor salió de la sala en la que atendían a la azabache.

-Eren Jaeger-dijo.

-¿Hai?-respondió el nombrado mientras se levantaba de su lugar.

-Pase, su esposa ya casi da su último aliento-dijo.

Entró a la sala, donde vio a la azabache pálida, respiración agitada y pulso débil.

Se acercó y se sentó junto a ella, le acariciaba su mejilla con la mano izquierda mientras con la derecha sostenía una de las manos contrarias.

-Eren.... lamento... lamento mucho n-no poder seguir... contigo-logró decir.

-No es tu culpa-respondió el castaño mientras comenzaba a llorar.

La azabache no lamentaba nada, había amado y sido amada, había traído un hijo al mundo para que en sus últimos momentos estuviera con la única persona que amaba.

-¿Cuál quieres que sea su nombre?-preguntó el castaño mientras juntaba ambas frentes.

-Dey... ler-dijo ella.

-Mikasa... yo... te extrañaré-dijo entre sollozos que trataba de callar-Cuidaré a nuestro hijo Deyler, y seremos felices...

-Espero... puedas e-encontrar... el amor... en a-alguien más-dijo ella para después recibir un beso por parte de su esposo.

Un dulce beso que sería el último...

Cuando dejó de sonar la máquina conectada a su corazón, el castaño estalló en llanto. La verdad es que amaba a esa mujer, le dolía perderla pero no podía evitarlo.

El llanto era desgarrador, a cualquiera le dolería escucharlo así.

-Señor Eren-decía una enfermera-Le traigo a su bebé, es un varón completamente sano.

Agarró al pequeño (que estaba llorando) entre sus brazos. Al sentir los brazos de su padre, el pequeño se acomodó un poco y dejó de llorar.

-Qué bonito es...-dijo dejando de llorar mientras su madre entraba-Deyler... el único recuerdo de mi esposa.

El pequeño tenía cabello castaño y ojos verde esmeralda como los de su padre, era una copia en pequeño.

-¿Cómo se llamará?-preguntó Carla mientras ponía una mano en el hombro de su hijo.

-Deyler, Deyler Jaeger-respondió.

Y así, un 23 de diciembre un integrante de la familia Jaeger desapareció mientras otro aparecía.

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-A ver con qué dinero te pagas el viaje, con el mío no-decía una azabache furiosa.

-¡Prometiste que cuando fuera mayor de edad podría irme!-gritó su hijo.

-Si, pero nunca dije que te daría dinero.

En ese momento el azabache se sintió derrotado, no tenía medio de ir a X para finalmente vivir con Eren pero no tenía dinero.

-¿Y esa cara, enano?-decía una castaña mientras escondía algo atrás de ella.

-Hoy no estoy de humor, Hanji-dijo sorprendiendo a la castaña pues nunca la llamaba por su nombre.

-¿Y qué pasaría si te dijera...?-dijo mientras bloqueaba el camino del azabache, estiró sus brazos al frente-¡Feliz cumpleaños!

-¿Esos son boletos?

-¡Si! ¡A X para que puedas estar junto a tu amado Eren!

-Pero son dos.

-Uno es mío, ¿creíste que te dejaría solo? ¡JÁ! ¡Nunca!

-¿Para cuando son?

-Dentro de una hora, tengo las maletas listas.

-Gracias, Hanji-dijo mientras la abrazaba.

-De nada, enano~

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Estaba sentado en el sillón de su hogar, abrazando a su primogénito. Le recordaba a ella, cosa que le hacía llorar.

-Jeje, que bonito es...-dijo-No te preocupes, pronto conocerás a tu nueva madre... Sé que extrañarás a tu mamá, yo igual pero...-inicia a llorar-Él te querrá como una verdadera madre...

Entonces escuchó el timbre.

-Voy-dijo con la voz entre cortada mientras dejaba su hijo en el sillón y se limpiaba las lágrimas.

Al llegar a la puerta, unos brazos lo invadieron al tiempo que gritaban su nombre.

-¡EREN!

-¿L-levi?-preguntó el castaño.

Recibió un beso como respuesta.

-No me haz olvidado... ¿verdad?

-Claro que no, nunca lo haría.

-¿Podemos entrar? Es que hace frío...

-¿Cuándo piensan separarse?-dijo una mujer.

Es entonces cuando se dieron cuenta que seguían abrazándose. Se separaron rápidamente mientras ambos se sonrojaban.

Entraron al lugar, pero entonces el azabache empezó a toser.

-¡Levi ¿estás bien?!-gritó el castaño preocupado por su amado.

-Debe ser por el viaje y por el frío-dijo ella-Llévalo al sillón.

Lo sentaron ahí, según para que descansara algo.

-Traje unas pastillas para momentos como éste-dijo ella, pasándole las pastillas al castaño-Pueden ayudar un poco...

-Gracias, loca-dijo el azabache.

-De nada-respondió mientras veía como el castaño le daba la pastilla al azabache a través de un beso.


"Ojos inocentes "TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora