Trigésimo Tercer Vitae

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Estaba acostado en su cama, a su lado se sentía un vacío enorme que el cuerpo de su esposo dejaba.

Con una mano se talló un ojo mientras que se levantaba de la cama. Aunque no lo admitiera, tenía hambre, y no era una que fuera saciada fácilmente.

Cuando inició a caminar, un ligero mareo le invadió pero no le importó pues creyó que era algo normal, al menos en su condición.

Atravesó unos largos pasillos y encontró una ventana, a través de ella se veía el cielo azul así como las nubes que lo cubrían junto con los árboles que tapaban el horizonte.

Continuó con su camino, según él en esa dirección estaba la cocina.

Pero, no importaba cuanto caminara, no la encontraba, incluso llegó a la puerta principal.

Se detuvo frente a ella y lo pensó por unos instantes. Le habían dicho que no saliera, al menos no solo pero quería un poco de aire fresco, no creyó que eso le haría algún daño.

Abrió la puerta para después caminar afuera, se detuvo por unos momentos para inhalar profundo...

Se sentó en una banca que estaba bajo un árbol en el patio de aquella mansión, cerró los ojos y dejó que el momento lo consumiera por completo, le agradaba estar así.

Aún con todo su cuerpo relajado, sintió una pequeña patada del ser de su interior, ¿era eso una señal?

Tosió un poco, y no le dio importancia, lo atribuyó a sus defensas; pero cuando vio que el problema era persistente mientras que sangre empezaba a salir de su boca, decidió regresar adentro.

Pero, para su mala suerte, estaba un poco lejos de la entrada.

¿Por qué no obedeció lo que su esposo le dijera meses atrás? ¿Es que acaso era un idiota que quería morir junto con su hijo?

No, no, y no. Él no lo iba a permitir, aunque tal vez sólo exageraba.

Sus piernas empezaron a temblar y cayó al suelo de rodillas, para su suerte una de las asistentes de cocina pasaba por ahí.

Cuando lo vio, esos labios finos y blancos pero manchados con un poco de sangre junto con esas ojeras marcadas en sus ojos (que, aclaro, nadie sabía de donde habían salido) decidió entrar por un poco de ayuda.

Lo último que él vio antes de cerrarlos ojos fue el cielo, ese lugar que pareciera no tener fin y que no importa cuanto lo mires, no cambiará.

ლ(|||⌒εー|||)ლ

-Su estado ha empeorado de golpe, ¿hiciste algo?-estaban dos doctores parados frente a una camilla, camilla en la que había un hombre más.

-¡Sería incapaz de hacerle algo malo!-gritó ofendido por la pregunta, la verdad era que le dolía que creyeran que podía dañar a su esposo-Pero me sigo preguntando, ¿qué hacía afuera?

-No lo sé-dijo ella-Según la mujer que lo encontró, sólo lo vio tirado en el suelo.

-Pero estará bien, ¡¿verdad?!-estaba tan preocupado y tan alarmado que no podía ver con claridad, al menos no para dar un diagnóstico.

-Si Eren, se repondrá pero ahora ya no puede dejar esta habitación-respondió ella con toda la sinceridad del mundo mientras se acomodaba los lentes.

-Entonces estará aquí encerrado por un mes y poco más-dijo un poco triste, creyó que tenerlo ahí encerrado era tratarlo como un perro.

-Tal vez hasta dos o tres, todo depende de como se den las cosas-caminó a la puerta pero se detuvo enfrente de ella-Los dejo solos... ah, y tráele algo de comer, le hará bien.

"Ojos inocentes "TERMINADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora