Capítulo 10

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Tal y como ella me dijo, permanecí tranquila entre el público, pero no pude evitar escoger un asiento que me permitiera una vista excelente del escenario. Cuando los cohetes que marcaban las doce de la noche estallaron en el cielo, todas las luces del recinto se apagaron. El silencio era sepulcral, tanto que apenas podía escuchar a la gente de mi alrededor respirar. Una música delicada comenzó a sonar y, con ello, los focos apuntaron al escenario, donde los bailarines ejecutaban una danza entre la niebla que me recordaba al movimiento del agua. Era tan hermoso de contemplar...

-Elegida – se oyó a través de los altavoces-. Espada mía habrás de ser. Renuncia a lo que eres, es tu deber. Sea tu vida el sacrificio, que a mi nuevo mundo de inicio.

Entonces, en la plataforma superior del escenario, pude ver a Lightning ejecutando su entrada. Se veía absolutamente bella, pues ese vestido acentuaba sus curvas al mismo tiempo que bailaba con sus movimientos, y la abrazaba de manera sensual, marcando así sus atributos. De repente, comencé a sentir calor, pero sacudí la cabeza esperando dejar de lado mis pensamientos, ya que eso, al fin y al cabo, no era una representación normal y corriente. Había mucho en juego.

-Si así a todos salvar puedo, mi ser con gusto entrego. Oh, Altísimo, oye nuestros ruegos. Colma de gracias el mundo entero – de alguna forma, sentía que no lo decía de corazón a pesar de ser el verdadero Redentor-.

-Como digno Redentor hablas y obras. Guía a los míos, sé luz en sus sombras.

-Sea en el nombre de nuestro radiante dios – ofreció su espada y, con un delicado movimiento, encendió una llama en su mano para, así, crear un arma flamígera-. Antorcha seré, luz de salvación.

Mostró su creación al público y, mientras todos aplaudían, yo solo podía mirarla con extrema atención. Simplemente era incapaz de quitarle la vista de encima. ¿Ella era la mujer con la que había pasado todos esos días? ¿Ella era el Redentor que yo conocía? Se veía tan diferente, tan atractiva con ese aire solemne, y tan delicada ejecutando la danza. Jamás habría pensado que Lightning Farron bailaba. Pero no era una simple coreografía, estaba luchando, incluso si sus movimientos eran líricos. Pensé que, si en ese momento se acercaba a mí, ni siquiera sabría cómo reaccionar, estaba completamente hechizada por ella. Entonces, comenzó a elevarse en el cielo, siguiendo así con su plan.

-Es la hora. Arde, hija querida. En llamas de fe. De fuego ungida.

-Si de fuego hablas y con él juegas – encendió su espada nuevamente, aquello ya no era parte del número-. ¡Al final te quemas!

En ese momento, encendió la pólvora que habíamos colocado, y todo comenzó a descontrolarse. Las plataformas chocaron contra la estatua, lo que hizo que ella tuviese que saltar y que, al mismo tiempo, mi temor por su vida comenzase a crecer. Yo no creía que todo iba a ser tan caótico. La gente comenzó a correr, abandonando así el recinto, pero yo no era capaz de moverme de donde estaba, no tras haberla perdido de vista.

- ¡Ven a mí, Redentor! ¡Retorna junto a tu dios! Encamínate a los cielos – volví a verla, y esa sí era la chica con ojos de fuego que conocía -. La bendición de tu dios acepta sin recelos.

Ejecutó una danza final, por lo que pareció recordar que, al fin y al cabo, eso se suponía que debía ser una actuación. Se dirigió al público con la espada alzada, caminando solemnemente mientras meneaba las caderas. Entonces, buscó mis ojos en las gradas y, con una intensa mirada, continuó hablando.

-Yo soy el auténtico Redentor - ¿qué hacía? No debían descubrirla-. El Altísimo me otorgó tal honor. Mas si falta a la verdad... - desafiaba al dios, y ni siquiera sabía si improvisaba o su reto era real-. ¡Solo muerte tendrá!

Final Fantasy XIII: Mi RedentorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora