Capítulo 23

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Fui consciente de lo que me rodeaba cuando sentí los labios de Claire sobre mi mejilla, despidiéndose de mí. Sin embargo, cuando abrí los ojos para encontrarme con su encantadora mirada, ella ya no estaba. Suspiré algo triste por no poder haberla correspondido y, faltándome su calor, decidí que era momento de levantarse y comenzar un nuevo día. Mientras me vestía, reflexioné el poco tiempo que le quedaba a ese mundo, pero que la gente seguía como si fuese a durar para siempre. ¿Realmente ignoraban que se acercaba el final o simplemente no les importaba? Ese tipo de preguntas rondaban mi mente mientras domaba mi rebelde cabello, tarea que se volvió más difícil desde que Claire lo revolvía mientras se dejaba llevar por el placer de tenerme bajo su control. Sacudí la cabeza, intentando de esa manera sacar esos pensamientos de ella. Simplemente, era demasiado temprano para pensar en ese tipo de cosas.

Salí de la habitación y, como supuse, todo estaba vacío. Cuando llegué al final del pasillo, escuché una ligera risa de mujer y, acto seguido, una puerta se abrió ante mí para dejar ver a la dueña de aquella voz, a la cual no conocía de nada, salir semidesnuda y quedarse frente a mí. Ambas nos quedamos quietas, mirándonos mutuamente a los ojos y sorprendidas. La chica se sonrojó violentamente y, de inmediato, quiso huir de aquel lugar. Pero no fue tan fácil para ella, pues la mano fuerte y decidida que tenía como dueña a una mujer de tez morena la aprisionó.

-Tú solo te vas cuando yo te diga – tiró de ella, la besó sin ningún cariño y la miró con fuego en sus ojos-. Si quieres repetir, ya sabes dónde encontrarme – le dio la vuelta y, tras darle una palmada en el trasero, la dejó ir-.

Solo cuando la chica dejó la puerta visible, pude encontrar la alta y esbelta figura de Fang apoyada en el umbral de la puerta, cubriéndose solamente con una ligera lencería que descansaba en sus caderas. Aparté la mirada, no por vergüenza, sino por darle intimidad al ser evidente que ignoraba mi presencia y, probablemente, a esa hora no esperaba que nadie la viera. Pronto puso sus ojos en mí, podía sentir que me miraba, pero no se alteró en lo absoluto.

-Eh, preciosa, no te esperaba despierta tan temprano – dijo con completa naturalidad-.

-Bueno, es que cuando Claire se va ya me quedo despierta.

- ¿Lightning no está? – preguntó algo alarmada-.

-No te preocupes, volverá en unas horas. Cosas de Redentor.

-Ah... Genial, entonces. ¿Sabes? Nunca he mordido a nadie por verme desnuda, si no me lo piden, claro.

-Era por darte espacio, ya sabes... - volví la vista a ella tranquila, al fin y al cabo, no era distinto a examinar a una paciente-.

-Tonterías, no necesitábamos de eso en Paals. ¿De verdad que no te pongo ni un poquito? Normalmente ya las tengo ahí cuando me miran – señaló su cama-.

-Después de que te fueses me instruyeron como médico. Ver a las personas así era algo casi diario – hizo un puchero, decepcionada-. Aunque, si te sirve de consuelo, sí que eres atractiva – dije en tono amigable-.

-Ahora la niña trata de consolarme... de puta madre – se quejó mientras se vestía-. En realidad, no me extraña que reacciones así. Nunca te molestó ver a la gente sin ropa. Recuerdo un día en el que me viste salir de darme un baño y empezaste a preguntarme por qué no tenía el pecho plano, como tú, o por qué tenía curvas. Desde luego, preciosa, ese día me hiciste pasarlo mal.

-No lo recuerdo – sonreí ante aquella anécdota-. Siento todo lo que pudiera haber hecho de pequeña.

-Para nada – me abrazó con extremo cariño-. Fuiste como la hija que nunca voy a tener, o abuela. No sé, este cuerpazo tiene muchos años ya. En fin... - me soltó y alzó una ceja con aire divertido-. Menuda la que teníais montada anoche, se os oía literalmente en todo el edificio.

Final Fantasy XIII: Mi RedentorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora