Capítulo 13

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Lightning y yo estuvimos velando al chocobo hasta el atardecer, pues, aunque estaba respondiendo bien a los tratamientos, su estado no dejaba de ser delicado. En la mirada del Redentor podía ver una sombra de miedo cada vez que lo miraba, temía perderlo, y eso solo podía ser porque creía conocerlo. Ni siquiera dijo una palabra en todo el tiempo que estuvimos allí, pero relajaba su rostro cada vez que me observaba, como si me agradeciese el hecho de permanecer junto a ella y el chocobo. Solo cuando una aprendiz de veterinaria nos ordenó ir a buscar comida para el ave, salimos de allí. Nos explicó que los alimentos de las Marcas Salvajes no solo servían para quitar el hambre, sino que también poseían cualidades regenerativas, y eso podría servir más que cualquier medicina.

Lo primero que se nos ocurrió fue mirar si las plantas del huerto eran aptas para comer, aunque Sarala nos informó de que aún les faltaba un par de horas de crecimiento. Paseamos por todo el campamento, preguntando si tenían alimentos para el chocobo y, por suerte, con algunas personas la respuesta fue afirmativa, aunque los víveres no eran muy abundantes.

-Quizás puedas obtener más si vas al campamento del Este. No está muy lejos de aquí, pero... - nos dijo un anciano tras observarnos-.

- ¿Pero? – inquirió Lightning-.

-Se va por ese camino – señaló-. El Caos suele plagarlo de monstruos.

- Eso no será un problema – me cedió lo que llevaba en las manos-. Lleva esto al chocobo y dáselo. Yo volveré pronto con más, y, con suerte, también con algo para nosotras dos. Debes estar cansada – me dijo con una sonrisa suave-.

-E-está bien – respondí nerviosa ante su expresión, ella se dio la vuelta y comenzó a caminar-. Light... - la detuve-.

- ¿Sí? – su rostro verdaderamente se relajaba cuando la llamaba así-.

-El chocobo solo come cuando tú se lo das.

-Sé de primera mano que puedes cambiar actitudes – respondió en un tono extraño-. Seguro que te acepta, al igual que yo lo hice.

Me sonrojé ante sus palabras; Lightning Farron me había aceptado, pero... ¿de qué forma? ¿Era su compañera de viaje o su amiga? ¿O quizás era una conocida? ¿Y desde cuándo me importaba cómo me viera alguien? Era todo tan confuso cuando pensaba en ella... Observé su forma de caminar mientras se alejaba de mí. Su bien formada espalda se erguía fuerte y segura mientras acompañaba al sensual movimiento de sus caderas. El viento, por otro lado, se encargaba de mecer su capa y su flequillo, dándole a la firme guerrera un aire pacífico. Era extremadamente atractiva a mis ojos.

Cuando la perdí de vista, me dirigí al establo donde se encontraba el ave con la esperanza de que aceptase que fuese yo quien lo alimentase. Dejé toda la comida en una mesa cercana, por lo que tuve las manos libres para acercar una silla al establo del animal, ya que, con toda probabilidad, tardaría bastante en persuadirlo. Arrastré la mesa al mismo lugar y tomé asiento. Primero, acaricié su plumado cuello, por lo que emitió un sonido similar a un gruñido y se le tensó el cuerpo.

-Vamos, tranquilo... - le susurré-. No estoy aquí para hacerte daño. De hecho, yo te hice los primeros auxilios. Además, sé que aquí es imposible que te duela.

Con ello, su voz cesó, pero su cuerpo no se había relajado. Durante un largo rato, me dediqué solo y exclusivamente a calmarlo, pues sabía que, si no confiaba en mí, jamás aceptaría algo que yo le diese. Al notar su respiración calmada, hice mi primer intento de alimentarlo, sin éxito. La segunda vez, miraba la comida con deseo, pero esa ave era tan terca que, simplemente, miró a otro lado para evitar la tentación.

Final Fantasy XIII: Mi RedentorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora