LA INJUSTICIA

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Los ojos de Kayden se llenan de lágrimas al presenciar todo aquello. Puede sentir el dolor del pintor como si fuera parte de ella, parte de su propia sangre.

Las apariciones de la pareja desaparecen tan pronto como han aparecido quedando la mansión en completo silencio.

Todavía conmovida empieza a atar cabos de lo que pudo haber pasado en aquel lugar hace tantos años, porque por las ropas es evidente que todo eso aconteció hace mucho tiempo. Por las vestimentas de los aparecidos sería sobre mil novecientos doce o trece, más o menos por aquella época. Pero no entiende lo de la niña pequeña y la cuna vacía de la que salía un llanto.

Es lo más desconcertante, de hecho toda aquella situación lo es.

Sólo tiene claro que esa pareja se amaba y que al parecer iban a casarse, aunque no pudieron hacerlo porque ella murió. También que esa adolescente se interponía entre ambos por alguna injustificada razón.
Aún y después de muerta lo sigue haciendo, quizás estuviera celosa, o ¿quién sabe?, pero eso no le daba derecho, ni a ella, ni a nadie de meterse en medio de dos personas que, evidentemente estaban enamoradas.

Su corazón está en continua tensión desde que puso el pie en aquella casa.

Al caer la noche se acuesta a la espera que el día siguiente sea algo más tranquilo pues se supone que para eso está allí, para tomarse unas merecidas vacaciones y de paso conocer el regalo que su abuelo le dejó en su testamento.

Kayden ha decidido alojarse en la habitación de la hermosa mujer rubia, como si alguien o algo le hubiera indicado que aquella estancia, de ese lugar, era la que debía ocupar mientras permaneciera allí y no otra.

Cuando amanece, horas después, la argumentista lo hace con una sonrisa en los labios ya que a pesar que su día fue agitado, al menos la noche fue tranquila, demasiado tranquila diría ella. Segundos después escucha un suave llanto femenino y al mirar frente a sí, encuentra a la rubia llorando sin consuelo. A pesar que es un fantasma y aquello no está en realidad allí sabe que no tiene que temer de ella.

Su corazón se lo dice.

Aquella espectacular mujer, que un día estuvo viva, parece muy dulce, sus ojos reflejan bondad y un profundo dolor.

—¿Puedo ayudarte en algo...?—pregunta la escritora al fantasma.

«¡Esto es absurdo!» «¿Le estoy preguntando a un fantasma si puedo ayudarle?» niega la chica con la cabeza.

La rubia cesa de llorar y mira con su translúcido rostro a la escritora.

—Tú eres la única persona que puede hacerlo. Tú eres la indicada, la elegida, Kayden. —le confiesa la hermosa mujer de cuerpo voluptuoso.

—No sé como te llamas y no sé como podría ayudarte. —se sincera la escritora.

—Me llamo Marilyn Monroe. —le confiesa la rubia.

—¿Monroe? ¡Qué casualidad! —se sorprende la joven de piel oscura.

—¿Por qué dices eso? —pregunta el fantasma.

—Por nada, no es importante, no me hagas caso. —contesta la literata.

—Algunas cosas no son una simple casualidad, no en tu caso. Has vuelto al origen. —le asegura la chica de cabellos dorados de manera enigmática.

—¿Qué quieres decir? No te entiendo. —pregunta la escritora.

—Lo sabrás a su debido tiempo. —le confiesa Marilyn confundiendo a la escritora. —Sabemos que cuentas historias por escrito.

—Cierto. —confirma la chica de ébano.

—Bien, puedes ayudarme, ayudarnos...Escribiendo Nuestra Historia. —le explica la rubia.

—¿Vuestra Historia? —se sorprende la escritora.

—Así es, la mía y la de Michael Jackson. —le confiesa la rubia.

—¿Michael Jackson? Otra coincidencia. La primera persona que leyó una de mis novelas se llama así y es artista, cantante y bailarín en realidad. —se sorprende la joven cuentista. —Desde que empecé a escribir historias me han pasado cosas raras.

—Ese Michael Jackson de tu época, tus historias, todo lo que me cuentas que te ha sucedido desde que empezaste a escribir está conectado. Todo ha sucedido por algo, alguien o algo hizo que sucediera. No son casualidades, como en este caso, pero es muy pronto para que sepas todo lo que ignoras. Tu ayuda será esencial para que la verdad sea revelada al mundo, la inocencia de mi Michael vea la luz y su imagen sea limpiada. —le cuenta la Marilyn dejando a Kayden cada vez más intrigada y confusa.

—El Michael Jackson de mi época también tiene una mala imagen aunque él asegura ser inocente de lo que se le acusa. —le cuenta la argumentista a la rubia.

Marilyn entristece.

—¿Qué es eso de lo que se le acusa en tu época? —pregunta la chica de cabello dorado.

—De abuso sexual infantil. —se sincera la muchacha. —La prensa le ataca de manera constante y aunque se ha probado su inocencia, siguen acusándole de lo mismo una y otra vez. La prensa sigue fabricando mentiras, gente ávida de dinero le denuncia aunque hay pruebas de su inocencia, así como de las mentiras de esas personas que insisten en acusar y denunciar. Todo por fama y dinero.

La rubia se lleva las manos a la cara y llora. Cuando se tranquiliza sigue hablando.

—Michael Jackson es inocente, siempre lo ha sido, tanto en tu época como en la mía. Todo esto tiene a la misma persona detrás. —le confiesa Marilyn Monroe.

—¿Quién? —pregunta la escritora.

—Ella. Aún es pronto para que lo sepas...todo. Primero debes empezar por el principio. Te contaremos todo desde el comienzo.

—¿Me contaréis? —se sorprende Kayden.

—Michael y yo vamos a turnarnos para contarte nuestra historia, aunque antes debo advertirte algo.

—¿Qué? —pregunta la nueva dueña de aquel lugar.

—Al conocer nuestra historia corres un riesgo. Alguien intentará impedir que desveles la verdad al mundo y hará lo que sea, cualquier cosa, para impedirlo. Debes decirme si estás dispuesta a asumir el riesgo, incluso aunque eso suponga... arriesgar tu propia vida. —le advierte Marilyn.

En ese instante, la escritora se asusta de verdad, pero supone que detrás de todo aquello hay una historia de injusticia y ella odia las injusticias.

El mundo se ha vuelto mentiroso, difamatorio, cobarde y no le importa arruinar la vida de un inocente en virtud de sus propios intereses. No está dispuesta a ser cómplice de todo eso, de manera que si puede ayudar a aclarar una mentira, lo hará.

—Estoy dispuesta a arriesgarme. Puedes empezar cuando quieras. ¿De qué se acusó al hombre que amabas, Michael Jackson, en tú época? —desear saber la escritora.

—De matarnos. De doble asesinato. —confiesa el ente rompiendo a llorar segundos después.

ESCRIBIENDO NUESTRA HISTORIA{Michael Jackson Y Marilyn Monroe) (COMPLETADA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora