Capítulo 17

531 45 1
                                        

-¿Kira? ¿Kira estás bien? -Decía la voz de Derek.

-Me... Me tengo que ir.

-¿Pasa algo que quieras contarnos?

-No, yo solo... Tengo que irme. Gracias por dejar que pasase aquí la noche...

-Si hay algo que pueda hacer...

-¿Y Aiden?

-Se acaba de marchar... ¿Segura de  que va todo bien?

-¿A dónde?

-¿Qué?

¿Que a dónde se fue Aiden?

-No lo se... ¿Te preocupa?

-En absoluto. -Dicho esto salí por la puerta de la casa, tenía a un sitio al que ir. Aunque... Unos segundos después, cuando estaba en la calle me di cuenta de que ¿Cómo iba a ir a algún lugar sin saber siquiera donde me encontraba? Empecé a dar vueltas y a preguntar a gente, pero, al parecer, el sitio en el que había dormido y vivía mi compañero de mesa estaba alejado de cualquier tipo de comunidad. Tardé varios minutos en encontrar a una chica. Debía de tener 30 años. Rubia, tez oscura... Sin duda alguna, uno de los clones de Aisha, aunque... A decir verdad, no se parecían en nada físicamente... Pero te podría llegar a sorprender la parte mental porque...

-Oye ¿Podrías dejar de describirme y compararme con Aisha?

-Per... Perdón. -Mierda. Se me había olvidado eso de que pueden leer la mente.

-Tú no eres de por aquí ¿verdad?

-No yo...

-Ese bus te llevará directa a Busan. Piérdete. -Me dirigí a donde me había indicado la chica, y efectivamente, pasaba por allí el bus que suelo coger normalmente para ir a casa... Era espeluznante eso de que pudiesen saber cualquier cosa acerca de tu vida con tan solo un pensamiento. Sin poder evitarlo, se me pusieron los pelos de punta.

Tomé el bus. Estaba dispuesta a llegar a casa justo a tiempo para cambiarme e ir a la casa de mis primos... Sabía que tarde o temprano llegaría este día, el día en que tuviera que dar la cara. El día de ver a Chase. Hacía años que no jugaba con aquel niño mimado al que tanto cariño le tenía. Era mi insufrible primo pequeño al que quería con toda mi alma. Por muchas travesuras que hiciese, era imposible dejar de quererle con la misma fuerza. Una vez me contó que sus juguetes hablaban, y literalmente me obligó a estar toda la noche en vela para descubrirlo. También recuerdo cuando le dio por los dinosaurios. Todas las semanas tenía algún nombre raro (Del que claramente ahora mismo no me acuerdo) que contarme y curiosidades que poner en común. Sí, me obligaba a ver todos los días el "Dinotren" (Si no conocéis la serie... Enhorabuena, no sabéis de la que os habéis librado) y también a leerle "historias de un pequeño dinosaurio" antes de que se fuera a dormir. Aunque, a decir verdad, nunca había leído ese cuento. Me dedicaba a pasar las páginas mientras le contaba mil aventuras que yo misma me inventaba. Y, he de decir, que eran mucho mejores que las que traía aquel libro de portadas verdes decorado con un gran T-rex...

Y ahora no es más que un alma atrapada en una enfermedad.

Subí al vehículo, que se había quedado unos segundos esperando a que subiese mientras que el conductor me miraba con cara de pocos amigos. Le entregué el dinero y me senté al lado de una señora de unos 70 años. ¿Qué diablos la traería por aquí a estas horas? No me podía imaginar porque una señora de su edad se encontraba en un autobús cuyas únicas paradas eran en la que me acababa de subir, y otra muy cerca de mi casa.

-¿Acaso no eres de por aquí? -Dijo con una voz melodiosa que iba a juego con su pelo de color blanco. -Y, que sepas que no tengo 70.

-¿También eres un diablo?

Como matar a un ángel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora