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Raphael.

Llegar a Brooklyn me hace sentir fuerte y seguro de mi mismo por estar en mi territorio, en mi lugar, ya tengo todo listo para salir en el anochecer y cumplir lo que he esperado hacer desde hace tiempo, pero aún es de día y la única opción es quedarme con los dos brujos en el Loft antiguo de Magnus, quien tiene un trabajo duro con el desastre que hay el lugar, al parecer cuando nos fuimos mundanos lo tomaron como una casa abandonada para usarla como su casa personal, y no para cosas buenas, he visto jeringas en reiterados lados y puedo decir que no supieron llegar a los baños a su tiempo correspondiente.

— Mmm puedo oler a orina desde lejos y no soy ni vampiro ni un licántropo— dice Ragnor.

El brujo está tapando sus fosas nasales con un pañuelo de seda violeta, no puedo dejar verle, siempre me sucede lo mismo cuando nos reunimos, Ragnor parece de veinte años de edad pero su vestimenta esta fuera de lo que se denomina actual, un traje de terciopelo que combina con su piel verde, unos zapatos muy antiguos y un bastón decorado como en los viejos años esos de madero con un mango blanco y perlas, un pañuelo de seda que ya no se usa, pero aún así tiene su encanto, así de raro como se viste, logra conquistar con su carita aunque no se crea, pues al ser delgado, su cara esta refinada mostrando unas facciones masculinas muy notables. Magnus usa su magia para que la casa vuelva a su normalidad y tenga un perfume a frutas silvestres, para después preparar tres tragos que aparecen en nuestras manos.

— Sabes que no estoy a favor de usar magias para estas situaciones, pero te lo dejaré pasar si me presentas a tu amante.

Fui el primero en sentarse para tomar del vaso, el alcohol dentro de esta no me afecta en nada, pero sentir aquel cosquilleo en mi garganta es una sensación agradable, me quedo viendo como los dos brujos deciden establecer una charla de tratos y peleas sin sentidos que suelen tener cada década que se ven, pero yo ya sé cómo terminará esto así que me quedo esperando que el atardecer llegue pronto.

— ¿Amante? Es una palabra muy vulgar para mí—opina Magnus— llámalo amigo con beneficios.

Le miro de mala manera y sigo tomando en silencio a trago lentos viendo como muchas cartas están ubicadas de forma ordenada en una mesa lejana a nosotros, mientras escucho como los dos brujos pelean por el término amante o amigo con beneficio, me levanto de mi lugar dejando el vaso en la mesa ratonera y para acercarme a las cartas, Magnus no va a prestarle atención, nunca lo hizo y no lo hará, como inquilino y amigo del brujo puedo dar algún vistazo. La primera carta está escrito por Alexander Lightwood, la dejaré en el lugar para que Magnus después la vea o la deje morir en la suciedad, no me importa sigo con las otras una carta de la clave, una de un tal Simón Lewis y otra de Camille. Abro primero el de Simón Lewis, si no me equivoco es del mundano que me salvo la vida.

Estimado Magnus Bane:

Todo va bien a pesar de vivir en una casa de la que no puedo salir, las cartas no sé dónde llegaran pero quiero irme de aquí, se siente como si estuviera encerrado por haber hecho algo malo y los golpes fuera de casa son cada vez más molestos, creo haber escuchado la vos de Jace e Isabelle, ya saben mi localización y temo por mi vida.

Sé que no debo contarte esto, pero una amiga tuya, o así me dijo ella, apareció en casa, dijo que era de ella pero después no comento más de sus recuerdos vividos, es muy bonita y me ofreció ayudarme en esta situación con los Nephilim. Voy a ceder Magnus, si los Nephilim me agarran seré polvo o un cadáver y no de los bonitos, ella me dijo que estando a su lado estaré bien. Te manda saludo, Camille tu vieja amiga y cuando gustes, búscame en el hotel Dumont, que estaré ahí esperando para agradecerte por la ayuda.

Simón Lewis

Comienzo a preocuparme y a sentirme molesto por lo que acabo de leer, sigo con la otra carta que es la de Camille, cartas de ellas no es nada bueno, y que se haya llevado a ese mundano me parece más raro, no hace nada por amabilidad, no ayuda a personas sin algo a cambio de sus partes, no importa, ella es una víbora, miro hacia los brujos que están concentrados entre sí, riendo y contando de sus vidas.

Al Lado Tuyo. •Saphael•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora